Leonardo García Tsao
La alemana Diane Kruger y el estadunidense Joaquin Phoenix
Foto Afp y Ap Cannes.
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No quiero presumir de profeta,
pero el jurado, presidido por el cineasta español Pedro Almodóvar,
decidió premiar los títulos que he mencionado en artículos pasados como
lo más digno de la selección, en un año decepcionante. Con pocas
excepciones, uno puede estar de acuerdo en que se premió lo premiable.
La Palma de Oro fue para la sueca The Square (La plaza), de Ruben Östlund, una sátira que habla del arte moderno –y otros temas– con ironía. Mientras la gran favorita local, 120 Battements par minute (120 latidos por minuto), del francés Robin Campillo, hubo de conformarse con el Grand Prix, considerado como el segundo lugar del certamen.
Un premio especial del 70 aniversario fue otorgado a Nicole Kidman,
por el mérito de tener mucha chamba... y desempeñarla bien. Según se
recordará, la actriz australiana participó en cuatro producciones del
festival, dos de ellas en competencia.
Creo que la escocesa Lynne Ramsay se merecía el premio a la mejor directora por You Were Never Really Here (Nunca estuviste realmente aquí) y no Sofia Coppola, cuyo trabajo en The Beguiled (La seducción)
es apenas decorosito, pero es de suponer que las personalidades
hollywoodenses del jurado –Jessica Chastain y Will Smith– metieron el
hombro. En cambio, Ramsay fue premiada por el mejor guion (que no es lo fuerte de su película), categoría que compartió en ex aequo con los griegos Yorgos Lanthimos y Efthimis Filippou por The Killing of a Sacred Deer (El sacrificio de un venado sagrado), dirigida por el primero.
Indiscutibles fueron los premios de actuación. Ciertamente la alemana Diane Kruger merecía el premio a mejor actriz por Aus dem Nichts (Fuera de la nada), de Fatih Akin, y Joaquín Phoenix el de mejor actor por su alucinado papel en You Were Never Really Here.
En un bien pensado discurso, Kruger dedicó su premio a todas las
víctimas del terrorismo, mientras Phoenix se vio genuinamente
sorprendido por el premio y apenas pudo murmullar unas palabras.
Algo más importante debió haber obtenido la rusa Nelyubov (Sin amor),
de Andrei Zvyagintsev, quizá la película más contundente del certamen,
pero el Premio del Jurado tendrá que servir como testimonio de su
calidad.
La Cámara de Oro, premio a la mejor opera prima, fue para Jeune femme (Mujer joven),
de la francesa Léonor Serraille, que fue exhibida dentro de Una Cierta
Mirada (cuyo jurado no le dio premio alguno el día de ayer). Y la Palma
de Oro al mejor cortometraje fue para Xiao cheng er yue (Una noche dulce), del chino Qiu Yang, quien se merece otro reconocimiento por dar el discurso más breve. Sólo dijo dos palabras:
Fucking amazing.
Twitter: @walyder
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