Gabriela Rodríguez
Nada desnuda más
a los gobernantes del estado de México como la imagen de los cerdos
decapitados, de esas cabezas ensangrentadas que fueron arrojadas el día
de las elecciones frente a las instalaciones de Morena en Tlalnepantla e
Ixtapaluca. Queriendo amedrentar, los adversarios del nuevo partido
mostraron su verdadera identidad: son una mafia de delincuentes que
amenazan con decapitar ¿a quien vote por Delfina? ¿a quien no vote por
el PRI?
A este límite han llegado las cosas, ya no distinguimos al político del narco por una sola razón: son la misma persona. Como cerdos millonarios que pueden lucrar con recursos del erario y del narco porque asumen que
merecen la abundancia, al mismo tiempo deciden los destinos del país y organizan los procesos electorales. La permanente transgresión es una categoría natural del poder, al detentarlo se sienten preparados para contravenir legal o moralmente lo que la ciudadanía ha establecido. De lo que se roba, la mitad va para el bolsillo y la otra para las campañas, las fortunas circulan frente a nuestros ojos. Importante que el movimiento Ahora, que encabeza Emilio Álvarez Icaza, denuncie ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) que desde 2002 el PRI orquesta cada tres años una red de corrupción para financiar las campañas políticas de los candidatos de este partido, coludido con empresas como OHL. Tan sólo esta acción daría para retirar el registro al tricolor, aunque no creo que ocurra nada ni parecido, porque el árbitro juega en el mismo partido.
En un país que ha ganado todos los campeonatos de fraude electoral,
el pasado domingo 4 de junio rompió su propio récord, lo de hoy es una
elección de Estado. De vergüenza ajena son todas las irregularidades
desarrolladas antes, durante y después de la contienda.
En el estado de México vienen condicionándose los programas sociales a
quienes sigan fieles al PRI, además se repartieron tarjetas de débito y
de
salario rosa, cuyos fondos se depositarían una vez que triunfara el tricolor, miles de anuncios y espectaculares rebasan los gastos autorizados. Las anomalías representan millones de pesos de nuestros impuestos que se desvían. Por si fuera poco se amplió la injerencia del gobierno federal: vimos a los secretarios de Estado de Desarrollo Social, de Educación, de Salud inventando eventos y llevando servicios a donde nunca llegan, fue muy penoso.
En los días de ‘veda’ electoral arreció la guerra sucia.
Se gastaron millones de pesos para distribuir cientos de miles de
volantes, mensajes de texto y publicidad en Internet para denostar al
partido Morena y calumniar a Delfina Gómez, además de engañar a los
ciudadanos para que a la hora votar las marcas pudieran evitar el
triunfo de Delfina.
El día de la contienda arrancó con las mencionadas cabezas porcinas
decapitadas. Después circularon millones de billetes para la compra de
votos, según el sapo la pedrada: los más humildes se conforman con poco,
a los demás hay que ofrecerles varios de a mil, y nuevas tarjetas que
parezcan de crédito, para sentir que suben de estatus. Traficaron con la
pobreza de la gente. La estrategia de violencia y de miedo en contra de
Delfina continuó, realizaron llamadas telefónicas amenazantes,
espectaculares calumniándola, robaron urnas, policías allanaron un hotel
en Tejupilco donde estaba la delegación de Morena, circularon oficios
apócrifos del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) y la
Fepade, desaparecieron representantes de Morena y agredieron a
observadores electorales.
Miles de votantes fueron acarreados y presionados para votar por
Alfredo del Mazo, en las casillas se rellenaron urnas, se falsificaron
actas, la baja participación tiene que ver con ofertas de dinero para
desalentar el voto en zonas de Morena y siembra de miedo para que la
gente no saliera a participar.
Pese a toda esta violencia política, las conclusiones de Morena son
que su abanderada ganó clara y contundentemente en el medio urbano, y
que triunfó con claridad en 20 distritos electorales. En tanto que el
PRI, supuestamente, lo hizo en el medio rural, ahí donde la gente nunca
vota los niveles de participación alcanzaron un dudoso 62 por ciento,
cuando la media de la elección fue de 52 puntos.
Después del cierre de casillas se han divulgado cientos de
irregularidades en el cómputo de las actas en el Programa de Resultados
Preliminares (PREP) del IEEM. El ‘conteo rápido’ no incluyó 500 casillas
de la muestra y aún no se informa sobre la selección de la muestra ni
la metodología.
El desaseo se extiende al propio IEEM, si se confirma la alteración
del PREP estamos hablando de otra burda burla al electorado. A todo esto
el INE brilla por su silencio e inmovilidad: como cuerpos inertes
parecen estar decapitados.
Twitter: Gabrielarodr108
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