1. En la izquierda siempre tenemos la razón en nuestras luchas, pero
no contamos con la fuerza del pueblo; somos, como diría Marx, “clase en
sí, pero no para sí”; es decir, somos una gran mayoría explotada y
miserable con una conciencia profundamente penetrada por el capitalismo:
amor a la propiedad privada, al dinero, al individualismo, a la
competencia, a los méritos. Esa conciencia egoísta es en 99 por ciento
heredada de padres a hijos y reconfirmada por la familia, la iglesia, la
escuela, en el trabajo, en las relaciones sociales. Lo veo en los niños
que al nacer les enseñan “lo que es bueno” en la sociedad capitalista y
les prohíben o alejan “lo que es malo”, según las costumbres impuestas
por el capitalismo.
2. ¿Recuerdan aquel locutor de Televisa que llegó a ser un hombre más
poderoso que la Secretaría de Educación en este país que entonces tenía
de 80 a 100 millones de habitantes? Comenzaba su programa televisivo a
las 10 de la noche y todos esperaban las “verdades” que diría o lo que
llegara a anunciar. Al otro día el chisme caliente: “lo dijo Jacobo
(Zabludovsky) anoche y es la verdad”. Dijo;
a) Que el gobierno, por el
cariño a México, sólo se dedica a servir al pueblo;
b) Que el gobierno
de los EEUU, al ser nuestro vecino, siempre está preocupado por nuestro
país;
c) Que los empresarios siempre son justos al crear empleos y pagar
buenos salarios;
d) Que la salud y la educación han sido siempre del
interés máximo del gobierno.
3. En la izquierda siempre nos dedicábamos a mentarle la madre a la
TV para desahogarnos, pero Televisa era vista y escuchada por el 90 por
ciento de la población de México y parte de América Latina. Mientras nos
revolcábamos con nuestro coraje, Televisa y demás medios de
información, seguían vomitando esos noticiarios basura. En tanto
escribíamos pequeños artículos que nadie quería publicar, Televisa se
veía en todo México y parte del mundo. Me preguntaba: ¿Cómo carajos
vamos a competir con nuestros pequeños círculos de obreros de 10
compañeros cuando televisa le llegaba a 100 millones? Y en todas las
manifestaciones en las calles lanzábamos nuestro coraje, mientras en los
medios de información se veían las novelas y los noticiarios.
4. Pienso que, aunque el francés Althusser o la chilena Harneker con
su estructuralismo no me convencieron, tuvieron razón al afirmar que “la
ideología dominante en una sociedad es la ideología de la clase
dominante”, es decir, el 99 por ciento de la población piensa, practica y
aplica el pensamiento, la ideología de la clase más poderosa. Yo fui
profesor de 1960 a 2002 en todos los niveles y, aunque siempre luché en
las calles y plazas contra todas las normas establecidas, el 99.9 de mis
alumnos siguieron las reglas y las normas capitalistas. Por ello puedo
reafirmar –como lo he pensado más de 50 años- que en las escuelas
públicas y privadas no se hacen revolucionarios y los pocos pensadores
que salen de allí son producto del autodidactismo.
5. Por ello reitero: La política no es un asunto de razón sino de
fuerza. La fuerza de la clase dominante no es sólo por controlar el
ejército, la policía, los tribunales, los jueces, las leyes, las
cárceles, sino esencialmente por el control ideológico que se aprovecha
de las costumbres y las tradiciones. Alguien ha escrito que nosotros
somos “natura y cultura”, que todo en nuestro pensamiento es
aprendizaje, imitación, conveniencia, adaptación. Si no somos “ultras”,
radicales, para echar por la borda, en la práctica cotidiana el
pensamiento capitalismo, seguiremos haciendo teatro, en la farsa por
transformar y luchar contra un sistema que se niega a morir. Por ello,
como diría Cioran: Necesitamos un pensamiento que sea capaz de
transformar el universo. (8/VI/17)
alterar26@gmail.com
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