7/19/2010

La carrera por el 2012

Faltan dos

León Bendesky

Estamos a sólo dos años de elegir nuevo gobierno. El tiempo pasa de prisa. Lo bailado, como suele decirse, nadie lo quita. Lo que no se hizo tampoco lo quita nadie. El escenario del país para julio de 2012 no parece hoy resultado de un buen baile.

La semana pasada hubo otro reacomodo en el gobierno de Felipe Calderón. Han sido 17 cambios en cuatro años, y cuatro de ellos sólo en la Secretaría de Gobernación. No es poca cosa.

Una empresa privada, lo digo porque el símil no es ajeno a la visión política que impulsó Vicente Fox hace una década, difícilmente aguantaría tal desorden. Los accionistas tendrían que haber llamado a cuentas al presidente del consejo de administración.

Las cosas no están para tantas vacilaciones en Gobernación. Hay quien dice que el asunto de la inseguridad y la corrupción, asociadas con el tráfico de drogas y armas, no es más gravoso que hace 30 años, que se trata de que hoy se sabe más. Dicen también que la tasa de muertes violentas en México es menor que otros países de América Latina, como si entonces no debiésemos hacer las cosas más grandes de lo que son. Otros, en cambio, advertimos la escalada de la violencia, y no nos gusta nada en lo que se está convirtiendo el país.

La inconsistencia en la gestión de la política interna es asunto mayor. Proveer seguridad es función esencial del gobierno y base de su legitimidad. Están involucrados asuntos clave de la actividad policial, la investigación y la provisión de la justicia, es decir, un entramado complejo que enmarca el ámbito de la legalidad.

Es cuestión muy sensible que este campo del trabajo de gobierno se ciña ahora, en las condiciones prevalecientes, a los tiempos políticos de la sucesión presidencial. Detrás de la lucha libre por el poder hay más, aunque a quienes están en la política no les parezca así y reduzcan el discurso y la práctica de la democracia a la elecciones.

Pero hubo más. Cambió el responsable de la Secretaría de Economía y se hace aparecer hasta como recompensa, pues pasa al entorno más cercano al Presidente. Del trabajo que deja no se deja informe alguno, ninguna cuenta a los ciudadanos.

Pero el asunto económico parece estar ya descontado en este sexenio. Así se desprende de lo que se hace en Hacienda, en el Banco de México y en la misma Secretaría de Economía.

El repunte del primer semestre del año se basó en la fuerte caída de la base el año anterior y respecto de la cual se mide. Asimismo, se debió a que la economía de Estados Unidos generó mayor demanda de las exportaciones mexicanas. Esta economía no tiene fuerza interna. El segundo semestre no pinta igual de bien.

En el gobierno parece pensarse que de esta crisis no se le puede responsabilizar, y que si hubiese podido hacer algo para aminorarla eso ya pasó. Si este año se crece 3 por ciento será muy bueno desde esa perspectiva, y si el año entrante se repite será suficiente para librarla en este campo y que no sea costoso para el momento de las elecciones.

Con poca cosa hay que conformarse en materia de expansión del producto y del empleo. De proyectos que sustenten el crecimiento y el desarrollo más adelante ni se habla. Aquí sí, nada de lo bailado qué perder. Sin cambios en la infraestructura física y de transportes sólo puede haber atraso y más atraso (los brasileños ya hablan de un tren tipo AVE o TGV para unir Sao Paulo con Río de Janeiro).

Sin una transformación educativa de fondo, que debió haber empezado ayer, como es el caso de las dietas para bajar de peso, y no un mañana que nunca llega; sin fomento a la investigación, el cambio tecnológico y la innovación, no podremos ir a ningún lado.

Y con un sistema financiero castrado pero bien rentable para los más grandes, no habrá más negocios y empleos, ni capacidad para generar riqueza.

Un cambio más en Economía es intrascendente sin plan ni brújula. Pero no todo es ir en tinieblas. En ciertos asuntos hay mucha claridad. Así, en la Secretaría de Comunicaciones se actúa en consecuencia y se hace una Cofetel a modo, con un servidor incondicional del secretario en la Presidencia, como marca las mejores prácticas mexicanas para hacer lo que se quiere. Ya se vio antes en el IMSS, la desgracia de la guardería y la brutal impunidad legal que siguió en los tribunales más altos del país.

Al contrario, se trata de que los beneficiarios sean los mismos de siempre en el uso de las nuevas tecnologías y los espectros radiofónicos que dependen de la concesión del gobierno. Esta sí es democracia, y los responsables del teatro que se ha montado en dicha Cofetel están tan campantes. Institucionalidad, competencia, son términos vacíos de contenido, pero eso sí muy rentables en la práctica.

No hay misterios. Las cosas son claras en el país, tan claras como siempre. La alternancia está bien delimitada, no rebasa los límites establecidos y la gestión de los asuntos públicos se adapta con gran versatilidad. Van y vienen, de un puesto a otro, con premios siempre por los servicios prestados. Que no pare la música. Lo bailado ya nadie lo quita. Faltan sólo dos años para comenzar los seis siguientes.


El voto ciudadano

Víctor Flores Olea

Más allá de la discusión sobre las alianzas, el hecho es que el 4 de julio se afirmó en México la posibilidad de lograr cambios por la vía electoral. Todavía en una porción minoritaria del territorio y de la población. Pero se expresó ya la punta del iceberg de una nueva esperanza: si lo decide la voluntad ciudadana los cambios en el país son posibles.

La observación es relevante sobre todo para 2012. Las escaramuzas actuales son significativas, pero apuntan a la sucesión presidencial, después de 12 años de despeñadero panista y de más de siete décadas de regímenes de la Revolución, que todavía esperan una evaluación más objetiva, porque tal vez no todo estuvo pintado con el gris monótono del mismo autoritarismo vertical… Sí, pero así se hizo también este país en sus exigencias democráticas y en sus vocaciones populares…

Y otra verdad: nunca como ahora existió la influencia bárbara de los medios de comunicación. Pero el 4 de julio demostró también que los medios no son omnipotentes, que pueden resistirse y que la voluntad popular, como voz de la mayoría ciudadana, puede y debe imponerse. Que su presencia en las urnas puede ser arrolladora, o al menos definitoria, esencial en los resultados. Naturalmente en la lucha y no en la pasividad, en el hacer y no en el dejar hacer.

Es cierto que en la democracia, el valor del voto ciudadano ha sido traicionado durante décadas en México y en la mayor parte del mundo. Pero esa traición ha tenido también un límite, el que impone la decisión de los pueblos de construir una historia propia, en nombre de sus intereses, interrumpiendo esa otra historia secuestrada que vivimos, la de los intereses de la oligarquía, que son los reales operadores de la traición y la negación de la voluntad popular.

2012: todo indicaría que ni remotamente el PAN es un aspirante eficaz, después de su prolongado tiempo de desastres y abandonos. Su oportunidad se fue y no es recuperable. En cuanto a sus posibles candidatos ni mención merecen: están ya de antemano en la oscuridad sin remedio.

El PRI se ha exhibido como el partido del destino, como si una voluntad superior hubiera decidido ya su triunfo irrevocable. Nada más lejos de la verdad… sobre todo pensando en lo que para muchos es un hecho consumado, la candidatura de Enrique Peña Nieto, de quien ya un número de sus correligionarios señalan debilidades y desaciertos. Lo cual es normal en las trenzas del pleito por un premio tan apetecible como la Presidencia de la República.

Destino aún no consumado, porque se enfrenta a enemigos políticos temibles: Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes, quienes piensan que no es suficiente para la victoria la construcción de una candidatura mediática, echa con carretadas de dinero y con golpes de exhibición en las pantallas de Televisa. Pero la cuestión no se queda ahí: habría indicios importantes de que la más poderosa clase económica, y algunos políticos con influencia, apoyarían decididamente la candidatura de Peña. Sería, como muchos afirman, el candidato de la oligarquía y de los más fieles a la ortodoxia neoliberal. El hecho es que los dados siguen en el aire y que no hay nada escrito sobre el futuro político mexicano.

Para muchos el fracaso del PAN trae a la vista el retorno del PRI. Pero la debilidad de este partido se ha manifestado en su acomodaticia oposición y sobre todo en su carencia de ideas programáticas, en su propuesta de futuro: la grilla y la maniobra prevalecen sobre cualquiera otra consideración. Es verdad: su fuerza radica en las organizaciones territoriales de intereses que controla, remachadas por el gran número de gubernaturas en sus manos. El cacicazgo territorial es el nombre de su fuerza, que podría conducir a una suerte de cacicazgo nacional. De cualquier manera, más allá del nombre del candidato, en 2012 será el partido a derrotar.

A derrotar por una izquierda que hasta hace poco parecía borrada del mapa electoral, pero que cada vez tendrá más presencia de aquí a 2012. ¿Debilidades? A granel, como la indefinición y las reyertas de muchos de sus integrantes partidarios (en el PRD), que han estado más interesados en las canonjías que en las batallas de fondo y principios. ¿Fortalezas? El hecho de que su clientela potencial no se restringe a los partidos, sino que comprende un amplísimo movimiento social que tendrá presencia definitiva, sobre todo después de los años desastrosos del panismo. Las necesidades sociales postergadas y las recientes catástrofes económicas (y ecológicas) le otorgan oportunidad única. Su fuerza claramente trasciende a los partidos.

Pero todavía es potencial, con el acierto de la decisión de que el conjunto de las izquierdas irá a las urnas con un solo candidato. Pero, ¿quién será ese candidato? A mi modo de ver, quien presente las más claras ideas sobre el futuro de México, y que las difunda con amplitud. Y que logre los vínculos más reales y orgánicos con la amplia sociedad, con el pueblo.

Más allá de los partidos, tal personaje ganará en su favor a los movimientos sociales (con su variedad de clases): mejor, ganará la voluntad general del pueblo mexicano y será quien conquiste en 2012 la mayoría abrumadora del voto ciudadano.

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