Daniela
Villegas
“Nunca más ningún medio a medias,
Siempre con nuestra voz
con nuestra palabra,
con nuestra razón,
pero sobre todo
con nuestro corazón”
Bety Cariño[1]
A 21 años de que por primera vez Naciones Unidas
incluyera un capítulo a las mujeres y los medios de comunicación en la entonces
resolución de la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing 1995, ONU
Mujeres vuelve a retomar la importancia de la plena participación y la
representación no estereotipada de las mujeres con el Pacto de Medios lanzado
el pasado 22 de marzo.
Éste Pacto conformado por alrededor de 35 empresas mediáticas
alrededor del mundo no solo ha generado polémica al menos en el caso de México
por haber incluido a Tv Azteca, televisora conocida por difundir contenidos
discriminatorios y estereotipados sobre las mujeres, sino que también reabre la
discusión sobre las violencias que viven las periodistas en el campo profesional
así como el impacto del periodismo feminista desde distintos contextos de
etnia, raza, diversidad sexual, clase en la construcción de políticas
institucionales a favor de las mujeres en los medios.
Los anteriores puntos son fundamentales a la hora de
abordar el mundo de los medios de comunicación y la participación y
representación de las mujeres de y desde diversas latitudes. Es así que me
surgen preguntas relacionadas tanto con los medios como con las mujeres. Por un
lado ¿de qué mujeres se está hablando?, ¿blancas, mestizas, negras, indígenas,
lesbianas, heterosexuales, etc.? ¿urbanas, de campo? ¿qué mujeres están tomando
la palabra, escribiendo, representando a otras mujeres?, ¿cuáles son los
tópicos y enfoques de abordaje? Por otro lado ¿de qué medios estamos hablando,
de medios impresos, radiofónicos, televisivos, de las redes sociales, de
plataformas informativas en Internet?, ¿de aquellos medios públicos, privados,
mixtos? ¿de dónde provienen sus financiamientos?, ¿a quién le están dando voz
en relación a la línea editorial de cada medio?
Todas estas preguntas y seguramente más se irían
sumando a la relación mujeres y medios de comunicación, sin embargo me gustaría
enfocarme en lo que yo considero la institucionalización y cooptación del periodismo
feminista vía organismos e instituciones tales como la ONU y algunos medios de
comunicación sólo interesados en obtener ingresos económicos con la postura del
empoderamiento de las mujeres a través del discurso desarrollista que se
inscribe específicamente en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los
Objetivos de Desarrollo de Naciones Unidas.
Cuando hablo de institucionalización me refiero a
que las instancias gubernamentales y/o empresariales han cooptado y diluido el
discurso radical feminista para ya sea obtener ganancias (entre los beneficios
de que las empresas mediáticas se unan: difusión y ampliación de sus
contenidos; aparecer como socios de ONUMujeres) o avanzar políticas públicas -no
dejo de lado que éstas políticas públicas pueden llegar a funcionar a legislar
a favor de una equilibrada representación y participación de las mujeres en los
medios, así como amonestar a quienes no cumplan con directrices de equidad y
respeto- concordantes con el sistema heteropatriarcal en el que vivimos.
El que ONU Mujeres y las empresas mediáticas se
posicionen como portavoces e impulsoras de la participación de las mujeres en
medios y a no estereotiparlas, considero
puede generar la impresión de que éstas medidas han surgido únicamente de éstos
grandes núcleos de poder diluyendo el potencial radical del periodismo
feminista. Por ejemplo el hecho de que fuera hasta Beijing 1995 que se creara
el apartado J “Mujer y medios de comunicación” nos habla del tardío interés en
éste aspecto por parte de la ONU. Fueron las periodistas feministas las que
impulsaron éste apartado con el claro objetivo de que los medios de
comunicación fueran aliados en la defensa de los derechos de las mujeres y
lamentablemente ha sido uno de los apartados en que menos se han dado avances.
Los medios de
comunicación hechos de, por y para mujeres han existido desde los inicios de
los mismos, si bien su difusión y financiamiento no ha sido el mismo al de sus
contrapartes masculinas si ha buscado dar voz a aquellas que no la tienen.
Habría que recordar en el caso de México a la revista feminista fem fundada en octubre de 1976 por la
activista y académica guatemalteca Alaíde
Foppa (quien fuera en 1980 secuestrada y asesinada en Guatemala) y Margarita
García Flores (precursora del voto de las mexicanas). Esta revista,
que se editó ininterrumpidamente hasta 2005, es un referente imprescindible de
los movimientos feministas y de la lucha por los derechos de las mujeres en
México y América Latina.
Actualmente se han generado, diversificado y
difundido alrededor del mundo muchas más propuestas de comunicación desde
diversos frentes feministas y desde diversas plataformas mediáticas que no
necesariamente tienen que ver con estructuras de medios ya institucionalizadas
o desde las grandes empresas de medios sino desde la autonomía y desde el DIT (Do It Together/Lo hacemos juntas) como
son Pikara magazine de España, las radios comunitarias lideradas por mujeres de
contextos indígenas, rurales o urbanas, los blogs y páginas en redes sociales,
etc. El periodismo feminista sigue vivo y continuará luchando por abrir
espacios a las historias, expresiones de las mujeres y a sus propias representaciones
sin depender de empresas ni de grandes instituciones para florecer.
[1] Activista
indígena mixteca de Oaxaca, México. Fungió como directora de CACTUS (Centro de
Apoyo Comunitario Trabajando Unidos) y fue asesinada en 2010 por un grupo
paramilitar esto en relación a su firme impulso a la
Red de Radios Caracol, que aglutinaba a muchas radios comunitarias de la Mixteca-Triqui.
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