Arne aus den ruthen.
lasillarota.com
SUPER EGO CONTRA LAS FALTAS ADMINISTRATIVAS
“El uso de Periscope por parte de servidores públicos puede representar actos violatorios de los Derechos Humanos a la seguridad jurídica, a la honra y a la protección de la imagen… con la utilización de la aplicación Periscope se expone a las personas a quienes se exhibe a una violencia innecesaria”: Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
“Me contrataron para poner orden, no para generar empatía emocional con los infractores de normas de convivencia”: Arne aus den Ruthen.
“La forma es fondo” o “La estructura es el mensaje”. Claude Lévi-Strauss.
La frase de Arne es una joya, sobre todo pronunciada por un funcionario público. A él no lo contrataron para “generar empatía emocional con los infractores de normas de convivencia”. ¿Qué es lo que él trata de “generar” entonces, entre sus seguidores en Periscope? ¿Lo contrario a la “empatía”? Qué peligroso. ¿El llamado a acosar y humillar exhibiendo a las personas como una forma de castigo previa al castigo estipulado por la ley? En las escenas de su acoso a una señora que se niega a recoger la basura, la conducta de Arne es de una prepotencia y un autoritarismo tal, que una corre el riesgo de perder de vista que se trata de recoger la basura, y así perderse en un juicio despiadado y deshumanizante hacia la señora que camina con su hijo, y –efectivamente- cometió una falta administrativa: Dejó su basura en un rincón.
SUPER EGO CONTRA LOS VECINOS “COCHINOS”
En la puesta en escena de Arne y su “muleta narcisisante”, en este caso, la señora, la gravedad de la falta administrativa crece y crece y deja de ser el punto en litigio. La señora dice que no la recoge, que él fue “muy violento”. No la deja pasar. Le atraviesa el cuerpo. Unos segundos vemos la mano de Arne en el hombro de la señora, deteniéndola. “Recoja su basura”. “La recojo después”. Se repiten y se repiten. Mientras todo sucede en tiempo real y los seguidores ven el rostro de la señora y pueden hacer todo tipo de comentarios contra ella. Generar lo contrario de la “empatía”, los colocó en un impasse, en una absurda lucha de fuerzas: ella no quiere humillarse obedeciendo –frente a su hijo y a sus vecinos y al público de Periscope- a un desconocido con tonos tiránicos, una cámara y policías, él no puede permitir que no le obedezca. Su poder está en juego.
A Arne le gusta mucho, pero mucho, ese ejercicio de poder sobre los otros. Publicitado. Transmitido en redes. Avalado por el cumplimiento de su “deber”. Con “mano dura”. He is the City Manager in Mexicou City. You Know? “La puedo procesar por penal, pero le voy a dar la oportunidad por esta ocasión”, le dice a la señora bien magnánimo. La señora responde que no tiene por qué hacerle un procedimiento penal. Insiste en no recoger su basura en ese momento. Tiene que llevar a su hijo a la escuela. Tampoco acepta subirse a la patrulla.
Ningún vecino o vecina se precipitó a recoger la bolsa de basura que dejó la señora, para desaparecer “el cuerpo del delito” y que la dejaran en paz. Lo que no deja de ser muy triste. Después podían hablar con ella, pedirle que cambie. ¿Una vez más? Sí. La humillaron frente a su hijo. Humillaron a un menor de edad. “¿Quiere usted que le inicie el procedimiento penal? (insiste Arne) ¿Sale? Lamento mucho la situación. ¿Sale?”. Eso sí que es ser “poderoso”. Al final la señora se sube a la patrulla. ¿Quizá –en ese in crescendo- temió terminar en Santa Martha Acatitla compartiendo celda con una asesina serial?
No hago la defensa de una señora que deja su bolsa de basura en la calle. Ni de lejos. Pero hay límites. El “operativo” llamado “Ciudadanos cochinos”, durante el cual el Administrador General de la Miguel Hidalgo le comenta a sus seguidores: “Cazando a los vecinos que tiran la basura”, en este caso, fue un exceso. Antes de las denuncias contra Arne –que ya recibió la Comisión de Derechos Humanos- ¿quién marcaba los límites en los tonos y las “técnicas educativas” de Arne? ¿”Cazando”? Cierto que “La forma es fondo”.
Arne constata después que funcionó: ya no hay basura. Muy probablemente no porque los vecinos se hayan decidido a ser empáticos y civilizados entre ellos, lo que significaría un cambio de fondo y a largo plazo en los hábitos de las personas, sino porque es un hecho: exhibir y humillar “funciona”. La historia ofrece abundantes e indeseables pruebas.
El Diccionario de la Real Academia define “empatía”: Sentimiento de identificación con algo o alguien. 2. f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. La empatía (que hasta dónde sé, no puede ser sino emocional) no significa que una coincida con las palabras o los actos de otra persona, tampoco que esté dispuesta a permitir conductas inadmisibles, sólo significa que los modos de relacionarnos con los otros no pueden dejar de lado el respeto a su dignidad, a sus circunstancias, a su seguridad y a su privacía. La empatía es la base de toda convivencia respetuosa y un principio básico de la salud emocional.
¿Quién puede abogar por una cultura de respeto avasallando los derechos de las personas con el poder que le otorgan las instancias de gobierno? Arne no es empático, lo suyo es “castigar”, en el mejor estilo de la célebre “Pedagogía negra”, con la que los niños aprendían a ser violentados y humillados por cualquier falta, y a sentir –además- que debían agradecer la humillaciones infligidas “por su bien”. Hay otras maneras de llamar a la civilidad ¿No es cierto? La civilidad misma, por ejemplo. El mundo desde ese Periscope se polariza: “los buenos” y “los malos”. Los “malos” tiran su basura en la calle (y son “esencialmente malos”), los “buenos” los denuncian para que sean exhibidos, (y son “esencialmente buenos”). La cantidad de fantasmas discriminatorios que se desatan. Sobre todo si hablamos de trabajo sexual.
SUPER EGO CONTRA LAS TRABAJADORAS SEXUALES.
Las trabajadoras sexuales pertenecen a uno de los grupos humanos más vulnerables y estigmatizados. Sobre todo las que trabajan en las calles. En la Ciudad de México el trabajo sexual no es un delito. No me refiero acá al crimen (que corre tan impune) de trata, ni a la esclavitud sexual. Ni al lenocinio. Tras un largo proceso, las/los trabajadoras/es sexuales ganaron el derecho a ser consideradas/os “trabajadores no asalariados”, con derecho a una credencial que los acredite como tales. Las credenciales se expiden – para quien así lo solicite- en la Secretaría del Trabajo, como informó en su momento la entonces secretaria Patricia Mercado.
La credencial es un intento de disminuir la ferocidad de la extorsión policiaca. Un intento de protegerlas y deconstruir –poco a poco- el estigma que ahonda sus vulnerabilidades. El Trabajo sexual es considerado una falta administrativa. “Una infracción contra la tranquilidad de las personas… Invitar a la prostitución, ejercerla, así como solicitarla”, siempre y cuando haya queja de vecinos.
La solución no será nunca acosarlas, exhibirlas, humillarlas y contribuir –alegremente- a sostener el estigma y la violencia que se ejerce contra ellas. Las Trabajadoras Sexuales Independientes, Brigada Callejera y feministas como Marta Lamas, proponen cambios en la ley que les permita ejercer su oficio en condiciones más seguras y de tranquilidad para todos.
En una de las expediciones de Arne contra las trabajadoras sexuales (camina acompañado por un vecino y policías) sostuvo este diálogo con el vecino en cuestión:
Arne: Vamos pues a la esquina donde está la señorita que ejerce o incita a la prostitución.
Arne: Aquí está la señorita, lleva muchos años, ¿verdad?
Vecino: Algo.
Arne: ¿Cuántos años?
Vecino: Muchos, unos quince. (Risitas) Ya es conocida.
Arne: Unos quince en la zona… tú si puedes decir muchas cosas, yo soy el que no puedo.
¿Qué esperaba Arne que le dijera el vecino? ¿Cantidad de esas palabras que no “generan empatía”, sino todo lo contrario. Lo desilusionó el vecino.
Vecino: (algo que no se escucha y luego)… Derechos Humanos, también.
Arne: Derechos Humanos sólo aplica para las autoridades, no para los vecinos. (Risita).
¡Enorme! Los Derechos Humanos – en boca del Administrador General de la Miguel Hidalgo son una oficina. Una instancia que redacta recomendaciones. Nada que ver con él si no tuviera un puesto público. Nada que ver con el vecino. Nada que ver con la única trabajadora sexual a la que llegó a aterrar en un callejón oscuro. Ella estaba solitita. Ellos eran varios. No tenía a ningún niño secuestrado. La vemos avanzar rapidito hacia la patrulla. El tono de Arne es jocoso, tanto en este “operativo”, como en el que realizó contra las personas transexuales. Me llama la atención en ambos casos, que dado que “solicitar” es también una falta administrativa, Arne no haya esperado (disfrazados todos ellos de arbustos) la llegada de los “solicitantes”.
Tendría carro completo.
Podría decir a los solicitantes, algo así (siguiendo sus tonos): ¿A ver? Solicitar es una falta administrativa. Está en la Ley de Cultura Cívica. Es cívico, es cívico. ¿Díganme ustedes por qué solicitan? Grabar a la clientela masculina. Pero él, tan impúdico, allí sí que ha sido púdico.
¿Me parecería menos grave si los solicitantes estuvieran incluidos en la exhibición? No. Pero por lo menos no corroboraría esa frase tan ruda: El hilo se corta por lo más delgado. Y seguramente las respuestas de muchos de sus seguidores en Periscope serían muy distintas: Ya ni la amuelas, Arne, no andes balconeando a los cuates. Te pasas Arne, hoy va a dormir en el sofá. Y frases bastante peores. Allí sí que “generaría empatía” con los agraviados. Estoy segura. Quizá lo sabe y por eso se lo ahorra. No saber diferenciar entre pelearse con guaruras y acosar a una trabajadora sexual que está sola en un callejón, habla mucho de un cierto daltonismo emocional del señor Arne.
La grabación del “operativo” contra las trabajadoras sexuales en una esquina de la Anzures es indignante. Vemos sus rostros. Son dos, luego cinco. “Señoritas, señoritas”. Les lee el apartado que corresponde. Una de ellas le pregunta ¿cómo va a probar que está ejerciendo la prostitución? Como les digo, no hay cliente alguno. Los suecos no penalizan la oferta, sino la demanda. Es muy interesante.
Una de ellas no se dejó intimidar: “Yo soy una persona transexual soltera, no le rindo cuentas a nadie y estoy esperando a un hombre para pasar la noche y hacer el amor”. No se tragó el micrófono Arne, le repitió lo del artículo 24. Esperaron a sus compañeras. Llegaron. Arne nos señala: “Este es el oficial del sector, él tiene que impedir que se suban al automóvil”. Él no se les atraviesa para impedir “la fuga”, como con la señora que abandonó su basura en la calle. No las detiene por el hombro. “(Risitas) estaban muy fuertes, el oficial no pudo con los cinco”. “Ya se fueron pero hay que perseguirlas (risitas)".
En El Universal: “La organización ciudadana defensora de este gremio, Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, consideró que el funcionario violentó la propia Ley de Cultura Cívica que establece que para proceder en su contra se requiere de la denuncia de por lo menos 10 vecinos ante un juez cívico y notificar a la policía para hacer el operativo, situación que no realizó”.
La Comisión de Derechos Humanos levantó una queja de oficio contra el Administrador General de la Miguel Hidalgo. En una escena grabada, Arne se identifica con un policía (seguro que bilingüe, si no políglota) de la Miguel Hidalgo, le da su nombre y luego se presenta como el City Manager. Así, como si oficiara en Nueva York y no en la Ciudad de México. Y como si de alguna manera simbólica, ese City Manager extendiera sus poderes a todo lo largo y ancho de la ciudad. Me sorprende que tantos medios lo nombren así, en inglés. ¿Por qué?
SUPER EGO “PONE ORDEN”
Arne dice que lo contrataron para “poner orden”. Nos queda claro que las maneras de hacerlo pueden ser vastísimas. ¿Cómo se “pone orden”? ¿Según quién? ¿Con qué discursos, actos, herramientas? A través de la aplicación Periscope, el Administrador General de la Delegación Miguel Hidalgo, decidió que una de sus maneras era infligir humillaciones públicas a los infractores. Dar la dirección de sus casas, el número de sus placas. Arriesgarse a provocar un linchamiento mediático. ¿Se da cuenta de que tal vez esté incitando a los vecinos a elegir formas más agresivas que negociadoras en sus diferencias cotidianas? Todos espiándose a todos para atrapar “la falta”. Como si te defendieras del crimen organizado. La consigna pareciera: “Conviértete en el policía de tu vecino”.
Refiriéndose a el “operativo” contra las trabajadoras sexuales, Andrés Lajous –en twiter- después de exponer que las trabajadoras sexuales son un grupo muy vulnerable, le escribe a Arne: @arnemx “No sólo no coincidimos. Creo que activamente estás haciendo daño, y ojalá el riesgo de hacer ese daño te hiciera pensarlo dos veces”.
En uno de los videos en los que Arne detiene al chófer de una camionetota que porta equipo ilegal, aparece de golpe otra camionetota, de la primera extraen una maleta que colocan en la segunda. Unos señores salen del hotel y caminan hacia esa segunda camioneta. Arne los increpa, no le hacen caso. No insiste. Se suben y se van. Arne se limita a pronunciar una frase en tono desolado: “Ahí van los patrones de quienes violan las leyes en la Ciudad de México”. ¿Cómo? ¿Los patrones no las violan nunca ellos mismos? Lo menos que puede decirse es que es una frase rarísima. Arne regresa a continuar interrogando al “subalterno”.
Otra escena: un vecino interviene en la disputa entre Arne y un señor que obstaculiza la vía pública. “¿Es usted su pariente?”. “No, soy un vecino”. Le pregunta a Arne por qué no retiran los camiones que llegaron con ellos y también obstaculizan la vía pública. Arne responde: “Todos los camiones que están allí son de investigaciones de la Procuraduría”, después le dice algo inaudible que termina en “cívico”. Descalificado el distractor, Arne sigue su pleito contra el señor que obstaculiza la vía pública, y no forma parte del equipo de investigaciones de la Procuraduría.
TEJER REDES EMPÁTICAS Y SOLIDARIAS
No minimizo lo indispensable y urgente que es transformar los modos de convivencia en la Ciudad de México. Es ya un muy triste clásico: “El tejido social está desgarrado”. La falta de civilidad disminuye de manera considerable nuestra calidad de vida. Es cotidiana. Faltas de respeto, basura en las calles y los parques, música a todo volumen, empujones, carros aventándose hojalata. La suma de miles y miles de faltas –es cierto- van convirtiendo los espacios en difíciles de habitar o inhabitables. Es necesario que se apliquen las sanciones estipuladas por la ley. Sin humillación y sin acoso. En el caso de las trabajadoras sexuales, hay propuestas importantes para hacer cambios en la ley. Protegerlas y respetarles espacios de trabajo. Son “trabajadores no asalariados”. Personas, pues.
Necesitamos tejer redes de solidaridad y de apoyo. Es un hecho. Pero el llamado al espionaje, a la humillación y a la riña no crean redes, bien al contrario, las tensan hasta destruirlas. El “no generar empatía”, es uno de los datos duros de la indiferencia y el egoísmo en el que vivimos. Un de las causas principales de la desgarradura de las redes.
Declaró Arne: “Acostúmbrese, vamos a Periscopear todo. Transparencia hasta las orejas”. ¿Y quién le dijo a Arne que queremos “transparencia”, o lo que sea, “hasta las orejas”. ¿No ve la diferencia entre interpelar a un guardaespaldas a la luz del día en un espacio lleno de personas, y acosar a una trabajadora sexual (eran varios) sola y en una calle oscura? ¿Cuál es el costo en términos humanos de los “hasta las orejas? “Se expone a las personas a quienes se exhibe a una violencia innecesaria…”. La forma es fondo. Recordé una frase que me dijo un señor mayor en una parada de autobuses en Roma: “En la época de Mussolini, los autobuses sí llegaban a tiempo”.
@Marteresapriego
@OpinionLSR
“El uso de Periscope por parte de servidores públicos puede representar actos violatorios de los Derechos Humanos a la seguridad jurídica, a la honra y a la protección de la imagen… con la utilización de la aplicación Periscope se expone a las personas a quienes se exhibe a una violencia innecesaria”: Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
“Me contrataron para poner orden, no para generar empatía emocional con los infractores de normas de convivencia”: Arne aus den Ruthen.
“La forma es fondo” o “La estructura es el mensaje”. Claude Lévi-Strauss.
La frase de Arne es una joya, sobre todo pronunciada por un funcionario público. A él no lo contrataron para “generar empatía emocional con los infractores de normas de convivencia”. ¿Qué es lo que él trata de “generar” entonces, entre sus seguidores en Periscope? ¿Lo contrario a la “empatía”? Qué peligroso. ¿El llamado a acosar y humillar exhibiendo a las personas como una forma de castigo previa al castigo estipulado por la ley? En las escenas de su acoso a una señora que se niega a recoger la basura, la conducta de Arne es de una prepotencia y un autoritarismo tal, que una corre el riesgo de perder de vista que se trata de recoger la basura, y así perderse en un juicio despiadado y deshumanizante hacia la señora que camina con su hijo, y –efectivamente- cometió una falta administrativa: Dejó su basura en un rincón.
SUPER EGO CONTRA LOS VECINOS “COCHINOS”
En la puesta en escena de Arne y su “muleta narcisisante”, en este caso, la señora, la gravedad de la falta administrativa crece y crece y deja de ser el punto en litigio. La señora dice que no la recoge, que él fue “muy violento”. No la deja pasar. Le atraviesa el cuerpo. Unos segundos vemos la mano de Arne en el hombro de la señora, deteniéndola. “Recoja su basura”. “La recojo después”. Se repiten y se repiten. Mientras todo sucede en tiempo real y los seguidores ven el rostro de la señora y pueden hacer todo tipo de comentarios contra ella. Generar lo contrario de la “empatía”, los colocó en un impasse, en una absurda lucha de fuerzas: ella no quiere humillarse obedeciendo –frente a su hijo y a sus vecinos y al público de Periscope- a un desconocido con tonos tiránicos, una cámara y policías, él no puede permitir que no le obedezca. Su poder está en juego.
A Arne le gusta mucho, pero mucho, ese ejercicio de poder sobre los otros. Publicitado. Transmitido en redes. Avalado por el cumplimiento de su “deber”. Con “mano dura”. He is the City Manager in Mexicou City. You Know? “La puedo procesar por penal, pero le voy a dar la oportunidad por esta ocasión”, le dice a la señora bien magnánimo. La señora responde que no tiene por qué hacerle un procedimiento penal. Insiste en no recoger su basura en ese momento. Tiene que llevar a su hijo a la escuela. Tampoco acepta subirse a la patrulla.
Ningún vecino o vecina se precipitó a recoger la bolsa de basura que dejó la señora, para desaparecer “el cuerpo del delito” y que la dejaran en paz. Lo que no deja de ser muy triste. Después podían hablar con ella, pedirle que cambie. ¿Una vez más? Sí. La humillaron frente a su hijo. Humillaron a un menor de edad. “¿Quiere usted que le inicie el procedimiento penal? (insiste Arne) ¿Sale? Lamento mucho la situación. ¿Sale?”. Eso sí que es ser “poderoso”. Al final la señora se sube a la patrulla. ¿Quizá –en ese in crescendo- temió terminar en Santa Martha Acatitla compartiendo celda con una asesina serial?
No hago la defensa de una señora que deja su bolsa de basura en la calle. Ni de lejos. Pero hay límites. El “operativo” llamado “Ciudadanos cochinos”, durante el cual el Administrador General de la Miguel Hidalgo le comenta a sus seguidores: “Cazando a los vecinos que tiran la basura”, en este caso, fue un exceso. Antes de las denuncias contra Arne –que ya recibió la Comisión de Derechos Humanos- ¿quién marcaba los límites en los tonos y las “técnicas educativas” de Arne? ¿”Cazando”? Cierto que “La forma es fondo”.
Arne constata después que funcionó: ya no hay basura. Muy probablemente no porque los vecinos se hayan decidido a ser empáticos y civilizados entre ellos, lo que significaría un cambio de fondo y a largo plazo en los hábitos de las personas, sino porque es un hecho: exhibir y humillar “funciona”. La historia ofrece abundantes e indeseables pruebas.
El Diccionario de la Real Academia define “empatía”: Sentimiento de identificación con algo o alguien. 2. f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. La empatía (que hasta dónde sé, no puede ser sino emocional) no significa que una coincida con las palabras o los actos de otra persona, tampoco que esté dispuesta a permitir conductas inadmisibles, sólo significa que los modos de relacionarnos con los otros no pueden dejar de lado el respeto a su dignidad, a sus circunstancias, a su seguridad y a su privacía. La empatía es la base de toda convivencia respetuosa y un principio básico de la salud emocional.
¿Quién puede abogar por una cultura de respeto avasallando los derechos de las personas con el poder que le otorgan las instancias de gobierno? Arne no es empático, lo suyo es “castigar”, en el mejor estilo de la célebre “Pedagogía negra”, con la que los niños aprendían a ser violentados y humillados por cualquier falta, y a sentir –además- que debían agradecer la humillaciones infligidas “por su bien”. Hay otras maneras de llamar a la civilidad ¿No es cierto? La civilidad misma, por ejemplo. El mundo desde ese Periscope se polariza: “los buenos” y “los malos”. Los “malos” tiran su basura en la calle (y son “esencialmente malos”), los “buenos” los denuncian para que sean exhibidos, (y son “esencialmente buenos”). La cantidad de fantasmas discriminatorios que se desatan. Sobre todo si hablamos de trabajo sexual.
SUPER EGO CONTRA LAS TRABAJADORAS SEXUALES.
Las trabajadoras sexuales pertenecen a uno de los grupos humanos más vulnerables y estigmatizados. Sobre todo las que trabajan en las calles. En la Ciudad de México el trabajo sexual no es un delito. No me refiero acá al crimen (que corre tan impune) de trata, ni a la esclavitud sexual. Ni al lenocinio. Tras un largo proceso, las/los trabajadoras/es sexuales ganaron el derecho a ser consideradas/os “trabajadores no asalariados”, con derecho a una credencial que los acredite como tales. Las credenciales se expiden – para quien así lo solicite- en la Secretaría del Trabajo, como informó en su momento la entonces secretaria Patricia Mercado.
La credencial es un intento de disminuir la ferocidad de la extorsión policiaca. Un intento de protegerlas y deconstruir –poco a poco- el estigma que ahonda sus vulnerabilidades. El Trabajo sexual es considerado una falta administrativa. “Una infracción contra la tranquilidad de las personas… Invitar a la prostitución, ejercerla, así como solicitarla”, siempre y cuando haya queja de vecinos.
La solución no será nunca acosarlas, exhibirlas, humillarlas y contribuir –alegremente- a sostener el estigma y la violencia que se ejerce contra ellas. Las Trabajadoras Sexuales Independientes, Brigada Callejera y feministas como Marta Lamas, proponen cambios en la ley que les permita ejercer su oficio en condiciones más seguras y de tranquilidad para todos.
En una de las expediciones de Arne contra las trabajadoras sexuales (camina acompañado por un vecino y policías) sostuvo este diálogo con el vecino en cuestión:
Arne: Vamos pues a la esquina donde está la señorita que ejerce o incita a la prostitución.
Arne: Aquí está la señorita, lleva muchos años, ¿verdad?
Vecino: Algo.
Arne: ¿Cuántos años?
Vecino: Muchos, unos quince. (Risitas) Ya es conocida.
Arne: Unos quince en la zona… tú si puedes decir muchas cosas, yo soy el que no puedo.
¿Qué esperaba Arne que le dijera el vecino? ¿Cantidad de esas palabras que no “generan empatía”, sino todo lo contrario. Lo desilusionó el vecino.
Vecino: (algo que no se escucha y luego)… Derechos Humanos, también.
Arne: Derechos Humanos sólo aplica para las autoridades, no para los vecinos. (Risita).
¡Enorme! Los Derechos Humanos – en boca del Administrador General de la Miguel Hidalgo son una oficina. Una instancia que redacta recomendaciones. Nada que ver con él si no tuviera un puesto público. Nada que ver con el vecino. Nada que ver con la única trabajadora sexual a la que llegó a aterrar en un callejón oscuro. Ella estaba solitita. Ellos eran varios. No tenía a ningún niño secuestrado. La vemos avanzar rapidito hacia la patrulla. El tono de Arne es jocoso, tanto en este “operativo”, como en el que realizó contra las personas transexuales. Me llama la atención en ambos casos, que dado que “solicitar” es también una falta administrativa, Arne no haya esperado (disfrazados todos ellos de arbustos) la llegada de los “solicitantes”.
Tendría carro completo.
Podría decir a los solicitantes, algo así (siguiendo sus tonos): ¿A ver? Solicitar es una falta administrativa. Está en la Ley de Cultura Cívica. Es cívico, es cívico. ¿Díganme ustedes por qué solicitan? Grabar a la clientela masculina. Pero él, tan impúdico, allí sí que ha sido púdico.
¿Me parecería menos grave si los solicitantes estuvieran incluidos en la exhibición? No. Pero por lo menos no corroboraría esa frase tan ruda: El hilo se corta por lo más delgado. Y seguramente las respuestas de muchos de sus seguidores en Periscope serían muy distintas: Ya ni la amuelas, Arne, no andes balconeando a los cuates. Te pasas Arne, hoy va a dormir en el sofá. Y frases bastante peores. Allí sí que “generaría empatía” con los agraviados. Estoy segura. Quizá lo sabe y por eso se lo ahorra. No saber diferenciar entre pelearse con guaruras y acosar a una trabajadora sexual que está sola en un callejón, habla mucho de un cierto daltonismo emocional del señor Arne.
La grabación del “operativo” contra las trabajadoras sexuales en una esquina de la Anzures es indignante. Vemos sus rostros. Son dos, luego cinco. “Señoritas, señoritas”. Les lee el apartado que corresponde. Una de ellas le pregunta ¿cómo va a probar que está ejerciendo la prostitución? Como les digo, no hay cliente alguno. Los suecos no penalizan la oferta, sino la demanda. Es muy interesante.
Una de ellas no se dejó intimidar: “Yo soy una persona transexual soltera, no le rindo cuentas a nadie y estoy esperando a un hombre para pasar la noche y hacer el amor”. No se tragó el micrófono Arne, le repitió lo del artículo 24. Esperaron a sus compañeras. Llegaron. Arne nos señala: “Este es el oficial del sector, él tiene que impedir que se suban al automóvil”. Él no se les atraviesa para impedir “la fuga”, como con la señora que abandonó su basura en la calle. No las detiene por el hombro. “(Risitas) estaban muy fuertes, el oficial no pudo con los cinco”. “Ya se fueron pero hay que perseguirlas (risitas)".
En El Universal: “La organización ciudadana defensora de este gremio, Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, consideró que el funcionario violentó la propia Ley de Cultura Cívica que establece que para proceder en su contra se requiere de la denuncia de por lo menos 10 vecinos ante un juez cívico y notificar a la policía para hacer el operativo, situación que no realizó”.
La Comisión de Derechos Humanos levantó una queja de oficio contra el Administrador General de la Miguel Hidalgo. En una escena grabada, Arne se identifica con un policía (seguro que bilingüe, si no políglota) de la Miguel Hidalgo, le da su nombre y luego se presenta como el City Manager. Así, como si oficiara en Nueva York y no en la Ciudad de México. Y como si de alguna manera simbólica, ese City Manager extendiera sus poderes a todo lo largo y ancho de la ciudad. Me sorprende que tantos medios lo nombren así, en inglés. ¿Por qué?
SUPER EGO “PONE ORDEN”
Arne dice que lo contrataron para “poner orden”. Nos queda claro que las maneras de hacerlo pueden ser vastísimas. ¿Cómo se “pone orden”? ¿Según quién? ¿Con qué discursos, actos, herramientas? A través de la aplicación Periscope, el Administrador General de la Delegación Miguel Hidalgo, decidió que una de sus maneras era infligir humillaciones públicas a los infractores. Dar la dirección de sus casas, el número de sus placas. Arriesgarse a provocar un linchamiento mediático. ¿Se da cuenta de que tal vez esté incitando a los vecinos a elegir formas más agresivas que negociadoras en sus diferencias cotidianas? Todos espiándose a todos para atrapar “la falta”. Como si te defendieras del crimen organizado. La consigna pareciera: “Conviértete en el policía de tu vecino”.
Refiriéndose a el “operativo” contra las trabajadoras sexuales, Andrés Lajous –en twiter- después de exponer que las trabajadoras sexuales son un grupo muy vulnerable, le escribe a Arne: @arnemx “No sólo no coincidimos. Creo que activamente estás haciendo daño, y ojalá el riesgo de hacer ese daño te hiciera pensarlo dos veces”.
En uno de los videos en los que Arne detiene al chófer de una camionetota que porta equipo ilegal, aparece de golpe otra camionetota, de la primera extraen una maleta que colocan en la segunda. Unos señores salen del hotel y caminan hacia esa segunda camioneta. Arne los increpa, no le hacen caso. No insiste. Se suben y se van. Arne se limita a pronunciar una frase en tono desolado: “Ahí van los patrones de quienes violan las leyes en la Ciudad de México”. ¿Cómo? ¿Los patrones no las violan nunca ellos mismos? Lo menos que puede decirse es que es una frase rarísima. Arne regresa a continuar interrogando al “subalterno”.
Otra escena: un vecino interviene en la disputa entre Arne y un señor que obstaculiza la vía pública. “¿Es usted su pariente?”. “No, soy un vecino”. Le pregunta a Arne por qué no retiran los camiones que llegaron con ellos y también obstaculizan la vía pública. Arne responde: “Todos los camiones que están allí son de investigaciones de la Procuraduría”, después le dice algo inaudible que termina en “cívico”. Descalificado el distractor, Arne sigue su pleito contra el señor que obstaculiza la vía pública, y no forma parte del equipo de investigaciones de la Procuraduría.
TEJER REDES EMPÁTICAS Y SOLIDARIAS
No minimizo lo indispensable y urgente que es transformar los modos de convivencia en la Ciudad de México. Es ya un muy triste clásico: “El tejido social está desgarrado”. La falta de civilidad disminuye de manera considerable nuestra calidad de vida. Es cotidiana. Faltas de respeto, basura en las calles y los parques, música a todo volumen, empujones, carros aventándose hojalata. La suma de miles y miles de faltas –es cierto- van convirtiendo los espacios en difíciles de habitar o inhabitables. Es necesario que se apliquen las sanciones estipuladas por la ley. Sin humillación y sin acoso. En el caso de las trabajadoras sexuales, hay propuestas importantes para hacer cambios en la ley. Protegerlas y respetarles espacios de trabajo. Son “trabajadores no asalariados”. Personas, pues.
Necesitamos tejer redes de solidaridad y de apoyo. Es un hecho. Pero el llamado al espionaje, a la humillación y a la riña no crean redes, bien al contrario, las tensan hasta destruirlas. El “no generar empatía”, es uno de los datos duros de la indiferencia y el egoísmo en el que vivimos. Un de las causas principales de la desgarradura de las redes.
Declaró Arne: “Acostúmbrese, vamos a Periscopear todo. Transparencia hasta las orejas”. ¿Y quién le dijo a Arne que queremos “transparencia”, o lo que sea, “hasta las orejas”. ¿No ve la diferencia entre interpelar a un guardaespaldas a la luz del día en un espacio lleno de personas, y acosar a una trabajadora sexual (eran varios) sola y en una calle oscura? ¿Cuál es el costo en términos humanos de los “hasta las orejas? “Se expone a las personas a quienes se exhibe a una violencia innecesaria…”. La forma es fondo. Recordé una frase que me dijo un señor mayor en una parada de autobuses en Roma: “En la época de Mussolini, los autobuses sí llegaban a tiempo”.
@Marteresapriego
@OpinionLSR
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