Por: Emma Martínez
(22 de marzo, 2016. RevoluciónTRESPUNTOCERO).- “Nosotros para el
sistema somos un pueblo más y como dicen ellos: otros indios más”,
afirma la defensora de los pueblos indígenas, Nestora Salgado, en exclusiva para Revolución TRESPUNTOCERO.
Ella, hoy libre después de más de 30 meses en prisión, esboza su
vida, donde se entrelazan distintas circunstancias (económicas,
políticas y sociales), que la llevaron a ser hoy una protagonista de la
historia contemporánea, reconocida, por organismos nacionales e
internacionales, como una víctima más “de un gobierno represor”.
Nestora salió de su natal Olinalá, Guerrero, en busca de una mejor
situación de vida, y obligada por la violencia doméstica que padecía en
aquel lejano 1991. Años más tarde, habiendo conseguido la nacionalidad
norteamericana, decidió volver esporádicamente al pueblo donde vivió
durante años con sus seres queridos, ahí mismo fue donde se convirtió en
una de las principales combatientes de la injusticia social.
Luego de aquellos regresos intermitentes, decidió establecerse de
manera permanente en Olinalá y abrió una carnicería. La inseguridad y la
violencia para 2004 ya eran latentes en la zona, y año con año se
intensificaron, lo que ha llevado a que hoy Guerrero cuente con el nivel
de criminalidad más alto de México, sobre las bases de una historia de
participación gubernamental en masacres de campesinos indígenas.
Nestora afirma contundente: “vivimos una situación horrible, en un
estado donde no hay ley, donde no hay quien se encargue de cuidar al
pueblo, en ese momento me preocupó mucho y me sigue preocupando ahora.
Aunque nunca pasó por mi mente ser parte del sistema comunitario de
vigilancia, cuando yo entré fue porque una ola me arrolló. Yo
llevaba en mi pueblo una vida tranquila, ayudaba en la medida de mis
posibilidades a los pobladores por convicción, pero nunca imaginé que
iba a ser una policía comunitaria, no porque no se necesitara, sino en
el momento no creí que la gente del pueblo quisiera organizarse”.
Partiendo de la idea, estipulada en reglamentos comunitarios, su
policía “se utiliza para defender a los ciudadanos de los criminales que
roban, secuestran, extorsionan, obligan a las menores a prostituirse,
vender drogas, y utilizar la violación sexual como una forma de control
social. La fuerza policial comunitaria también se ocupa de cuestiones de
género, como la violencia doméstica y otras actividades cotidianas en
las comunidades”, siendo a partir de 2012, urgente la organización de
dicha estructura, puesto que “las autoridades se habían convertido en
opresoras de su pueblo y de los combatientes de la justicia social”.
El aumento de la violencia, fue producto, a decir por Nestora, de las
autoridades que obtuvieron el poder, en el mandato de Eusebio González
Rodríguez, “el pueblo se cansó de éstas, porque justamente cuando
llegaron ellos se desató la ola de violencia, fueron tan obvios que en
su equipo trajeron a gente dañina, sin embargo, lo importante se produjo
cuando el pueblo se decidió a defenderse. Por eso yo siempre diré que
para mí, ha sido un orgullo saber y formar parte de la organización de
nuestra comunidad que optó por protegerse asimisma.
Lo que logramos en su momento, no solamente fue por Nestora la
Comandante, o la policía comunitaria, en su momento fue gracias al
pueblo, por el que hemos venido trabajando, para hacerle saber a nuestra
gente y a nuestros grupos indígenas que tenemos el derecho de
organizarnos y defendernos, de impartir justicia basada en nuestros usos
y costumbres, que eso es lo que tenemos que conservar y preservar,
porque es lo más importante que tenemos en la vida y es uno de los
derechos que más debemos defender y usar”, afirma Nestora.
Quien comenta que a ella le tocó padecer la extorsión de las bandas
delincuenciales, bajo el pago de un ‘derecho de piso’ o ‘derecho a la
seguridad’, por 500 pesos semanales, a cambio que la carnicería que
había abierto no sufriera ningún ‘daño’. Asegura, que su negocio no era
el único afectado, puesto que se extendía a todas las familias que
tuvieran algún local abierto, u obtuvieran algún tipo de ingreso por
medio de la prestación de un servicio. A esto se le sumó el robo a los
ancianos: todos los adultos mayores, que eran beneficiarios de una
pensión que les entregaba el gobierno, eran esperados el día de pago
para asaltarlos, “ya no era nada más la extorsión, incluía distintas
acciones delincuenciales, era y es terrible vivir con eso”, comenta
Nestora.
Los inicios en la defensa comunitaria
Aún con esa situación y otros hechos con mayor intensidad de
violencia, Nestora decidió seguir viviendo en Olinalá, y es que afirma
que, “lo más importante que hizo que siguiera en mi pueblo, pese a toda
la ola de inseguridad, fue el miedo que tenía el pueblo a denunciar
cualquier cosa, siempre habían preferido quedarse callados antes de
denunciar, en su momento a mucha gente le hicieron cosas atroces y no
demandaron por miedo a las represalias por parte de los grupos
delincuenciales.
Esa fue la parte que yo asumí. Yo comencé a hacer las denuncias,
porque no cualquiera da la cara, no cualquiera puede por el mismo miedo a
que le pueda pasar algo. Yo tengo temor, temo por mi familia en su
totalidad, no es fácil, pero lo asumí”. Nestora afirma que siempre hubo
ansiedad, por la tensión de algún enfrentamiento, a que raptaran a uno
de sus familiares o padeciera una muerte violenta de algún ser querido,
“miedo a que entraran en mi casa, aunque ésta tiene varios impactos de
bala, por parte de los delincuentes, pero siempre he dicho que más vale
seguir en la lucha, porque solamente así podemos lograr batallas
ganadas, es la única oportunidad que tienen los pueblos de sobrevivir un
poco más”, sentencia Salgado.
La policía comunitaria, de la cual fue fundadora Nestora, en Olinalá,
nació a partir de un movimiento de lucha, donde los integrantes (gente
de la población), vio en ella una líder, por lo que comenzaron a
involucrarla en sus reuniones y planes, así fue como obtuvo el cargo de
Presidenta del Consejo, siendo los votantes los mismos pobladores, para
ella fue una responsabilidad “muy grande”, ya que habían depositado su
confianza y seguridad en sus manos.
“Fue en ese momento, cuando acepté el cargo que ya no me quedó de
otra más que seguir adelante, poco a poco fuimos pensando en la
organización de una policía comunitaria, porque ésta tiene una
estructura y además un reglamento que cumplir para poder pertenecer a la
Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), nuestra meta
era lograr cumplir con los requisitos y pasar a ser parte de esta
organización, porque nos da una protección, al ser una institución
reconocida y avalada por la ley 701 de Guerrero”, comenta Salgado.
Cuando llegó el momento en que se dio paso a la policía comunitaria y
Nestora fue nombrada Comandante, ella comenta que, “me dio mucho gusto
formar parte de esta organización, porque su estructura es algo
totalmente diferente, que mucha gente no comprende fácilmente porque
para ser policía comunitaria, el pueblo debe nombrarte y aprobarte,
aunque mucha gente se anota, si el pueblo no lo acepta, se les rechaza. Y
es que este grupo tiene que estar conformado por personas conocidas y
además con una reputación intachable, esa es la diferencia con la
policía del gobierno, somos gente conocida, somos padres de familia,
gente de respeto”, comenta.
En Olinalá, el grupo en el que estuvo activa Nestora, está conformado
por jóvenes, adultos y otros miembros de la tercera edad. “Tener
personas de distintas edades provoca que exista variedad de ideas y
pensamientos, para todo aquel que está dentro, es algo grandioso, es un
privilegio y una responsabilidad porque tenemos en nuestras manos la
vida de la población, es motivo de orgullo portar la insignia: tu seguridad está en mis manos, pero
tampoco es una situación fácil, pero la asumimos, aunque no es una
obligación nuestra, sino del Estado a quien corresponde dar protección a
su pueblo, nosotros no teníamos la necesidad de exponer nuestras vidas
porque la responsabilidad era del gobierno, entonces en esta falla del
Estado, entramos nosotros”.
Nestora sigue alzando la voz, exigiendo respeto y justicia para un
pueblo originario, “una comunidad indígena, pero también mestiza, porque
no nada más el sistema es para los primeros, es para toda la región,
nosotros tenemos que seguir exigiendo al gobierno y al Estado que
respete nuestros derechos, porque nosotros estamos defendiendo la
seguridad, nuestros recursos, el agua, el aire, la tierra, la flora, la
fauna, todo lo que nos corresponde preservar. Le pedimos al gobierno que
nos respete y respete la constitución y la ley, porque nosotros no
somos paramilitares, somos gente que nos organizamos para el pueblo y
existe una gran diferencia con las otras instituciones como los
militares, la Marina y la policía estatal, porque ellos están ahí por un
sueldo, la policía comunitaria no se mueve por dinero, sino porque
quiere a su gente, nosotros entregamos el corazón y ponemos la vida,
nosotros no nos vamos a vender, seguiremos luchando, porque nosotros
para el sistema somos un pueblo más y como dicen ellos, otros indios
más”.
Ella asegura que ni al gobierno federal, estatal ni mucho menos al
local, le interesa lo que les suceda, “por eso es que en Guerrero si no
hay 10 muertos diario, es posible que no estamos hablando de esa misma
entidad, donde eso sí sucede. Es una situación muy grave y fuerte a la
cual no tendríamos por qué acostumbrarnos, no es posible que la gente
vea esa violencia como algo normal, que ya sea común ver diariamente
muertos y noticias de inseguridad en los periódicos, no es justo para
ningún estado, ni para ningún país este tipo de vida”.
Nestora asegura que es difícil organizar a un pueblo, y lo es más,
lograr la unificación de una población. Afirma que “cuesta mucho”,
porque los grupos delincuenciales han “echado raíces”, por lo que es
complicada su erradicación, ya que la misma gente de la comunidad
comienza a hacer cosas ilícitas, “esa gente que está haciendo cosas
ilícitas siempre va a estar en contra de los que estamos resguardando la
seguridad y combatiendo lo ilegal, por lo mismo desprestigian a la
policía comunitaria. Cuando comenzamos a organizarnos, nos dimos cuenta
de cuánta gente está involucrada en vender partes de autos robados,
abarrotes robados, cigarros y alcohol adulterados, por mencionar parte
de un sinfín de situaciones, donde la misma población se va
involucrando.
Pero al comenzar a trabajar, hicimos una limpia, y como esa gente con
negocios ilícitos iba salir afectada, nunca aceptó la presencia de los
elementos comunitarios, no les conviene porque para ellos somos
incómodos, por eso desprestigian a la policía comunitaria, inventándoles
abuso de autoridad, violencia y agresiones, que no se pegaban a la
realidad, pero lo decían y lo siguen diciendo para que las policías
comunitarias no sean bien vistas. Pero nosotros como consejo funcionamos
y queremos hacer algo diferente a lo que hacen las otras instituciones,
nosotros jamás golpeamos a la gente, nosotros nos comportamos de la
mejor manera con la población, porque nosotros no estamos en un lugar
desconocido, es nuestro pueblo son nuestros vecinos. En ese pueblo casi
todos somos parientes entonces nosotros siempre cuidamos esa parte”,
asegura.
La incomprensible vida en prisión
Su vida en prisión, Nestora la describe como una de sus mayores
tragedias. Una “represión intensa”, como castigo por atreverse a
defender a su pueblo y denunciar a las autoridades que “estaban
lacerando a mi gente”. Afirma que la estancia en prisión es terrible,
pero lo es aún más, cuando “se tiene consigna del gobierno de darte un
seguimiento especial, lo cual es más pesado. Yo no conocí exactamente la
vida de una prisión de alguna manera normal, porque yo estuve muchísimo
tiempo aislada, nunca conviví con población, a mi me aislaron,
aproximadamente 20 meses.
No conviví con las prisioneras, yo solamente las veía cuando
salíamos al locutorio o cuando teníamos notificaciones, es el momento
que tenía para platicar con las muchachas. Lo mío fue algo espantoso,
desde la detención, hasta el maltrato dentro de prisión, el cual siempre
fue de manera discriminatoria. Las autoridades de la prisión siempre me
veían con desprecio. La mía fue una estancia en extremo pesada. Hay
muchas cosas que sigo sin entender, por ejemplo, ni siquiera tuve un
peine para peinarme, hubieron muchos ultrajes, y la situación estricta
cruzó los límites conmigo.
Hicieron mi vida muy complicada, siempre me sentí mal, principalmente
porque cuando estaba en locutorio, habían muchachas que se sentían
orgullosas de pertenecer a un cártel, de haber matado, robado y
secuestrado. No soy nadie para juzgarlas, pero me preguntaba cómo era
posible que el trato hacia ellas fuera distinto al que a mí me daban.
Cómo es posible que esta gente que ha delinquido, que ha quitado vidas,
tenga más privilegios que yo que siendo inocente estuve aquí encerrada.
Esta parte de mi vida en prisión se me hizo incomprensible”, narra
Nestora Salgado.
Quien afirma que cuando su historia se dio a conocer en distintos
medios de comunicación, la mayoría creó “en un instante” una historia
falsa acerca de Nestora, donde la convirtieron en una delincuente,
secuestradora, asesina y la calificaron como “lo peor”. Sin embargo, hoy
libre, asegura que ha logrado uno de los más grandes triunfos de su
vida, pero también lo es, comenta, para la policía comunitaria, ya que
asegura no solamente se trata de una persona, sino que al mismo tiempo
implica la dignificación y respeto de la policía, a su vez es una
victoria para el pueblo, porque “vemos como un pueblo que se organiza
para darse protección y seguridad, al final tiene éxitos, éste también
es un triunfo para México, y para todos aquellos que exigen el respeto y
reconocimiento a la Constitución, al convenio 169 y a la ley 701”,
asegura Nestora.
Su salida proclamó su inocencia
Nestora afirma que su salida de prisión proclamó su inocencia,
“es un enorme logro demostrar mi inocencia, aunque a muchos les pese
que sí, soy inocente”, afirma y agrega que hubo una gran parte de la
sociedad que creyó que era una delincuente, por lo que muchos creyeron
la historia falsa de Nestora, pero hoy se han dado cuenta que está libre
de cualquier culpa y cuestionamiento, “tengo el rostro levantado y
siempre voy a decir soy inocente, porque yo nunca he cometido un delito,
como los que me pusieron encima”, comenta.
Nestora afirma que nunca imaginó que podría salir de la prisión y
tampoco recibir el apoyo de “tantísima gente, de muchísimas
organizaciones de diferentes luchas, y tener el respaldo de toda esa
gente, de las policías comunitarias de la región, de la misma policía de
Olinalá, porque yo me considero todavía parte de este sistema, es muy
bonito sentirse protegida por grupos con los que me he sentado para
hacer acuerdos y seguir trabajando en la lucha.
Me siento satisfecha al poder decirles de frente que no soy nadie sin
ellos. Por ello, ahora, siendo nuevamente una mujer libre, iré por el
mundo denunciando lo que ha pasado en México, lo que está pasando en
Guerrero, en mi pueblo y dándole rostro y nombre a sus presos políticos,
porque tenemos muchos en México, más de 500, hoy mi vida ha tenido un
gran cambio, porque me he dado cuenta que miles están conmigo y con mi
causa, que al mismo tiempo es suya. Tengo que cuidar de todos aquellos
que aún temen y están siendo ultrajados. Es complicado este tipo de
vida, pero también maravilloso”, asegura contundente Salgado.
Los planes para retomar su lucha
“Por el momento mis planes inmediatos, es retomar mi lucha. Es por
ello que ahora tengo la firme idea de ir por el mundo luchando,
principalmente, por todos los presos políticos que tenemos en México.
Les vamos a dar un nombre y un rostro a cada uno. Ahora que me siento
contenta y respaldada por muchísimas organizaciones luchadoras, nos
uniremos porque tenemos ya un punto a donde queremos y tenemos que
llegar. Iré a todos los países que pueda a denunciar todas estas
atrocidades que están pasando en México en diferentes ámbitos, en
diferentes luchas”, explica Nestora.
Sobre la posible ratificación en su cargo de Comandante, ella comenta
que en las siguientes semanas se reunirá con su grupo de policías
comunitarias para hablar el tema, puesto que en este momento se
encuentra fuera, al perder su derecho luego de entrar a prisión, “yo sé
que ellos todavía me quieren como su Comandante, habrá una asamblea
regional, donde se me volverá a dar el reconocimiento. En estos días no
podré ir a Guerrero, por cuestiones de salud, necesito recuperarme del
tipo de vida que padecí en prisión, pero ya he informado de una agenda
que estamos construyendo, sobre un recorrido por algunos países, y les
he dicho que como tengo la oportunidad de tener la ciudadanía americana y
me puedo ir a cualquier punto del mundo, llevaré la voz y la
representación de la policía comunitaria a cualquier lado que yo vaya”,
explica, es por ello que suena lejano, en este momento, que Nestora
retome su cargo y su vida en forma permanente en Olinalá.
Asegura que fuera del país denunciará “al mal gobierno que impera en
el país y que de alguna manera ha provocado la violencia que existe en
Guerrero. Yo quiero ir a la ONU, que la Corte Interamericana y otros
organismos internacionales pongan atención en lo que está pasando en
México, por eso es que vamos a hacer esta denuncia, queremos que nos
volteen a ver, y nuestra situación cambie, pediré apoyo también a otras
organizaciones en Estados Unidos”.
A su vez Nestora habla de unificar las luchas de México con las
internacionales, por lo que teme por su vida y por la de su familia,
pero asegura, tiene mayor miedo de lo que está pasando en su comunidad.
Afirma que se perdería más si le pasa algo al pueblo, que a ella,“tengo
más miedo de lo que le puede pasar mi gente que lo que realmente puedan
hacerme, finalmente soy Nestora, si yo puedo evitar la violencia a mi
pueblo y a otros pueblos no me detendré, nuestra gente no puede seguir
estando sometida y con el pie del gobierno encima, a eso le tengo mucho
más miedo”.
Nestora Salgado se dice confiada en la lucha de su pueblo y
su gente, porque jamás va a confiar en el gobierno, “si habrá un cambio
para nuestra sociedad va a ser por medio de ella misma, levantando la
cabeza, protestando en contra de lo que estamos padeciendo, de no
hacerlo no lo vamos a lograr nunca, porque vamos de mal en peor, la
situación está cada día peor en Guerrero, la realidad es que es en todo
México, pero yo hablo de esa entidad porque ahí es donde yo vivo, es un
estado definitivamente con muchísima violencia y si nuestra gente lo
sigue permitiendo nunca va a detenerse.
Nosotros, a diferencia de la policía gubernamental, sí impartimos la
justicia, no lo digo yo, lo demuestran los índices de inseguridad bajos
que tuvimos cuando comenzamos actuar como policía comunitaria, fueron
evidentes. Aunque mucha gente no conoce el sistema, lo toma a mal, este
método de seguridad es diferente, porque incluye a toda la gente de la
población. Cuando la gente se da cuenta que nosotros sí estamos
trabajando nos respeta, es la misma gente del pueblo que está
participando; si somos más de 300 policías comunitarias, todos nos
conocemos porque somos vecinos y saben quiénes somos, a qué nos
dedicamos y cómo nos comportamos. Cuando nosotros pusimos el uniforme
dijimos ‘caiga quien caiga’, así sea mi hermano, quien sea, vamos a ser
parejos”, explica.
Hoy a Nestora se le nota feliz, sonríe constantemente y su tono de
voz es el de alguien emocionado, más que por su libertad, por las
posibilidades que su historia -conocida a nivel internacional y que,
basado en fundamentos, se ha calificado como ‘injusta y represiva’- le
ha valido el apoyo de millones que, aún sin conocerla, se posicionaron
de su lado y repudiaron las acciones en su contra por parte del Estado
Mexicano.
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