(apro).- El forjador de las “grandes reformas”
estructurales, el hombre que según medios extranjeros en su edición
mexicana pasaría a la historia por “salvar a México”, el priista Enrique
Peña Nieto, ha dado una de sus últimas estocadas a una de las empresa
mundiales mejor calificadas, Pemex.
Primero el Congreso de la Unión, con mayoría priista, arrasó en votos
para privatizar los recursos energéticos, y como segundo paso inició
una carrera de endeudamiento sin control pero con un pequeño detalle:
Mientras más se endeuda, más le recorta el gobierno federal en su
presupuesto.
Todo indica que el hombre que pasaría a la historia por “salvar a
México”, en su gobierno está cavando rápidamente la tumba de la
exparaestatal.
A 78 años de que el gobierno mexicano arrebató a los extranjeros la
explotación que hacían del petróleo, y nacionalizó ese preciador
recurso, la empresa que surgió como consecuencia de ello ahora se está
derrumbando.
Con un total cinismo, Peña Nieto advirtió hoy a los miembros del
Consejo de Administración de Pemex que deben prepararse para asumir
decisiones “que entendemos son difíciles pero necesarias” para la
empresa.
Será difícil para los mexicanos asumir y pagar las dolorosas
decisiones del desmantelamiento de Pemex, pero para Peña, su gobierno y
los consejeros profesionales del Consejo de Administración ha sido una
ruta de lo más fácil.
Y aquí unos datos.
A partir de 2013, año en que verdaderamente empezó a ejercer el
gobierno Peña Nieto, la ahora “empresa productiva del Estado” se endeudó
con 24 mil millones de pesos. En 2014 lo rebasó con poco más del cien
por ciento y así el endeudamiento subió a 56 mil millones de pesos. En
2015 llegó a 76 mil millones y para este 2016 se tiene proyectado
alcanzar los 147 mil millones de pesos.
En el 2009, con Felipe Calderón al frente, su deuda con proveedores
era de apelas 6 mil millones de pesos, dejándola en 16 mil millones.
Ahora, los priistas pasan en cuatro años de 24 mil millones de pesos a la estratosférica cantidad de 147 mil millones.
Estas cifras, tan inconcebibles para el mexicano común y corriente, y
tan fáciles de autorizar para los miembros del gobierno, se fueron
sumando, fueron aumentando sin que nadie nos diera una explicación, sin
que nadie nos explicara por qué el gobierno federal, luego de aprobada
la reforma energética, inició una imparable carrera de compras “sin
control”.
Y digo sin control porque Emilio Lozoya Austin, el exintegrante del
Consejo de Administración de Pemex, autorizó las compras sin que los
“consejeros” independientes y profesionales nos rindan cuentas.
De los 147 mil millones de pesos que se deben a proveedores, hay 39
mil millones en compras que no están documentadas y, aunque esta última
cantidad resulta preocupante, más lo es que los consejeros
independientes no nos expliquen por qué autorizaron esas adquisiciones,
qué ha comprado Pemex que nos ha salido tan caro, quiénes son los
proveedores y para qué se endeudó de esa manera a la exparaestatal o,
peor aún, si se justifica o no tal inversión.
Lozoya se fue. ¿Y los consejeros? ¿No debieron ellos preguntar qué
pasaba con la enorme duda, por qué se removía a Lozoya de la dirección,
por qué no cuestionaron a José Antonio González Anaya sobre el recorte
de cien mil millones de pesos?
Senadores y diputados no debieron llamar a comparecer al nuevo
director de Pemex sino a los consejeros independientes, con el fin de
que explicarán por qué aceptaron los cambios y el recorte sin chistar.
Ellos también tienen una responsabilidad pública.
Y mientras Peña Nieto da un zarpazo a Pemex recortándole cien mil
millones de pesos y haciendo compras sin control por 147 mil millones,
todavía tiene que pagar poco más de 5.3 billones de pesos.
De acuerdo con los proyectos especiales que ha autorizado Hacienda a
Pemex, y que suman 484 (de ellos 198 se firmaron en la administración de
Felipe Calderón, y 286 en estos cuatro años de Peña Nieto), la mayoría
tiene que ver con compras en Pemex corporativo y sus subsidiarias.
La pregunta es, cómo lo va a pagar Pemex si con la reforma energética
le quitaron decenas de millones de pesos. Y hora le recortan cien mil
millones más.
Luis Videgaray, que está endiosado con las calificadoras y con
obtener como gobierno una buena certificación, decide que la
administración federal no se endeude y así obtener una buena
calificación y por ende venderse mejor como país.
En cambio, al recortarle los cien mil millones a Pemex y autorizar
tantos proyectos de inversión, no le quedará a la empresa más que
endeudarse. Con ello quien bajará en las calificadoras internacionales
será Pemex y no el gobierno.
Así, la empresa que gozó del mejor puntaje a nivel internacional por
parte de las calificadoras internacionales, al ser ahora chatarra y un
amasijo de deudas, tendrá la peor calificación.
Y como consecuencia recibirá menos apoyo, pasará a convertirse en el
patito feo, y de ello los consejeros independientes no han dicho nada.
Seguramente este negro panorama de Pemex y cómo afrontar sus
consecuencias, son las “difíciles medidas” que Peña Nieto adelantó a los
miembros del Consejo de Administración, quienes deberán asumir a la
brevedad decisiones “duras pero necesarias”.
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