En 2015 sólo 2 mil 359 mujeres guatemaltecas de las más de 80 mil que
emigran a diario para trabajar en la frontera sur de México –es decir,
apenas 2.8 por ciento del total– accedieron a una Tarjeta de Trabajo
Fronterizo, visa con la que pueden evitar abusos laborales y venir a
nuestro país todos los días de manera documentada.
En contraste 13 mil 500 varones, provenientes de los vecinos Belice y
Guatemala, fueron beneficiados con esa visa, de acuerdo con las bases de
datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de
Gobernación (Segob).
Las mujeres que obtuvieron la Tarjeta de Trabajo Fronterizo en 2015
representan 17 por ciento del total de varones beneficiados con esta
visa.
De los datos de Segob destaca también que el número de mujeres
beneficiadas no se acerca ni poco a las 82 mil 98 guatemaltecas que,
según las cifras más recientes de la Encuesta sobre Migración en la
Frontera Sur (Emif), cruzaron a México en 2011 por hasta 24 horas; miles
para trabajar en hogares y como vendedoras ambulantes.
La Tarjeta de Trabajo Fronterizo es una visa otorgada por el Instituto
Nacional de Migración (INM), que desde 2007 permite –con un costo de 331
pesos mexicanos– a migrantes de Belice y Guatemala hacer entradas y
salidas múltiples en Campeche, Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, estados
de la frontera sur de México.
De esa manera pueden trabajar en esas entidades, con lo que también se
beneficia a la economía y el desarrollo en el sur del país.
En el caso de las mujeres que accedieron en 2015 a la tarjeta, ninguna
es originaria de Belice, todas son de Guatemala, principalmente del
departamento (estado) de San Marcos, integrado por 14 de los 125
municipios con mayor pobreza extrema del país centroamericano.
De acuerdo con el informe “Trabajadoras migrantes centroamericanas en
Chiapas. Recomendaciones de política pública para garantizar el
ejercicio de sus derechos”, del civil Instituto para las Mujeres en la
Migración (Imumi), en Guatemala existen las “trabajadoras fronterizas o
commuters”, quienes cruzan la frontera por menos de 24 horas para
trabajar en México.
Según esa investigación, en 2009 la Emif cuantificó 81 mil 337 cruces de
mujeres a lo largo de distintos puntos de internación en la frontera
sur, de los que seis de cada 10 casos correspondían a vendedoras
ambulantes procedentes de Guatemala, y tres de cada 10 a trabajadoras
del hogar remuneradas.
No obstante, en ese mismo año sólo 1.7 por ciento de los cruces de
mujeres registraron entradas con la llamada Forma Migratoria de
Visitante Agrícola o la Tarjeta de Trabajo Fronterizo.
De acuerdo con Imumi, entre las múltiples barreras que impiden la
documentación regular para las trabajadoras migrantes están la
normatividad y la política, que no consideran la realidad del mercado
laboral y los procesos migratorios que conllevan, con sus diferencias de
género.
Por ejemplo, dice el Instituto, la normatividad no toma en cuenta que el
empleador no está interesado o interesada en documentar al personal
extranjero, especialmente en el trabajo del hogar, lo que deriva en
migración irregular y trabajo informal.
“Para entrar a México y trabajar de forma documentada, una trabajadora
del hogar guatemalteca, que vive en condiciones de marginación en el
vecino departamento de San Marcos, requiere que un ‘dueño o dueña de
casa’ en Chiapas, inscrita ante el INM como empleadora (lo que implica
que esté al día en el pago de impuestos), acuda a ese instituto a
presentar una oferta de trabajo para solicitar la autorización de
visas”, documenta el Imumi.
Sin embargo, muchas de las y los patrones desconocen los requisitos para
documentar o regularizar a las empleadas del hogar, otras no ven la
necesidad de que ellas tengan permiso de estancia y de trabajo, o se
aprovechan del temor de la trabajadora a ser deportada para
“manipularla”.
Además, el otorgamiento de visas está sujeto al cumplimiento de
múltiples trámites, y en la medida en que el trabajo del hogar no esté
reconocido en las leyes, políticas y cultura, como hasta ahora,
difícilmente habrá una inclusión de estas trabajadoras.
Se añade que las trabajadoras del hogar migrantes que optan por la
regularización migratoria enfrenten procesos administrativos lentos,
burocratizados y con requisitos estrictos, además de que el costo de la
documentación migratoria es muy alto (en el caso de la Tarjeta de
Trabajo supera los dos salarios mínimos que ganan en promedio las
mujeres migrantes en México).
Imumi explica que tal dinámica migratoria, que dura menos de 24 horas,
inició desde la conformación de los límites fronterizos en el siglo XIX,
y que desde entonces las mujeres guatemaltecas han emigrado a la par
que los hombres en los flujos de trabajadores agrícolas temporales
porque viajaban en grupo familiar. Más tarde, vino la incorporación de
las guatemaltecas al trabajo del hogar.
Pese a ese contexto histórico, las cifras oficiales actuales muestran
una exclusión de las migrantes en los trámites para laborar en México de
manera regular.
“Entre las mujeres migrantes en Chiapas, son las guatemaltecas indígenas
las que mayoritariamente se ocupan como trabajadoras del hogar. Reciben
el mismo salario que las mexicanas, con excepciones se les paga menos y
se les explota más”, advierte Imumi.
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario