Orlando Delgado Selley
La Jornada
En días recientes hubo
un escándalo en un diario de circulación nacional porque censuraron una
nota que evaluaba la Campaña contra el Hambre conducida por el gobierno
federal a través de la Secretaría de Desarrollo Social. La censura
provocó la salida de la responsable de la información publicada, así
como del editor. Además se corrigieron las conclusiones de la nota, de
modo que resultó que ese programa gubernamental había sido exitoso en el
cumplimiento de su cometido. La publicación de Cepal, Panorama social de América Latina 2015, divulgada el martes 22 de este mes, ha puesto las cosas en su lugar, reivindicando a los periodistas censurados.
El dato fuerte es que mientras en la mayoría de los países de América
Latina la pobreza y la indigencia han disminuido, en México y en Costa
Rica han aumentado. En Latinoamérica en 2014 la población en condición
de pobreza fue en promedio de 28.2 por ciento, mientras en nuestro país
fue de 41.2. El dato es más dramático aún si tomamos una perspectiva un
poco mayor en el tiempo, esto es, de 2008 a 2014. De 15 países
latinoamericanos considerados, la tasa de pobreza disminuyó en 11,
mientras en cuatro aumentó. De estos cuatro, el avance fue de 0.1 por
ciento en Costa Rica, 2.3 por ciento en Honduras, 2.9 en México y 4.9
por ciento en Venezuela. El desempeño mexicano resulta el segundo peor
de América Latina.
Detallando la información de los países en los que ha disminuido la
pobreza, tenemos que en Uruguay entre 2010 y 2014 hubo una reducción de
este importante indicador de 14.9 por ciento; le sigue Perú, que en los
mismos años pudo rebajar su tasa en 9.8 por ciento; ligeramente menor
fue la mengua en Chile, con 9.1 por ciento; en Brasil, entre 2009 y 2014
el decrecimiento fue de 7.9 por ciento; en Bolivia, Paraguay y Colombia
las reducciones fueron de 6.3, 6.4 y 6.3 por ciento, respectivamente;
en El Salvador y República Dominicana la rebaja de la pobreza fue menor,
pero significativa: 2.8 y 2.6 por ciento.
Reducir la pobreza se asocia a mejoras en el ingreso de las personas,
así como a cambios en la distribución del ingreso. En todos los países
en los que se redujo la pobreza hubo incrementos en los ingresos que
explican la mayor parte de la caída de la pobreza. Por supuesto en los
países en los que la pobreza aumentó el factor explicativo esencial fue
la reducción de los ingresos. Es el caso de Venezuela, Honduras y
México. En nuestro país la
erosión salarial, como la llama la Cepal, es un proceso de larga duración que constituye un factor estructural, es decir, relacionado con las fuerzas básicas que ordenan el funcionamiento del capitalismo mexicano.
Si alargamos el dato a 2015, que fue un año con datos
negativos en muchos países de América Latina, lo que se observa es que
la pobreza crecerá en promedio en la región un punto porcentual, lo que
indicaría que 175 millones de personas se encontrarían en esta
situación, de las cuales 75 estarían en indigencia. Para México todo
indica que, al igual que para Latinoamérica en conjunto, la población en
situación de pobreza también aumentó este año. Pero 2016 será un año
más difícil, por lo que la Cepal prevé que la reducción del gasto
público provoque que los gobiernos afecten los programas sociales,
complicando la situación de pobreza en la región.
Un país que se pretende moderno no puede tener un gobierno incapaz de
aprovechar los análisis que dan cuenta de que algunos programas
oficiales no cumplen con sus propósitos. En lugar de modificar
artificialmente las conclusiones, tendría que ocuparse de presentar a la
consideración del Legislativo y de la opinión pública las acciones que
se instrumentarán para amortiguar el impacto negativo de las reducciones
del gasto público en las condiciones de vida de la población más
desfavorecida.
Una de ellas tendría que ser mejorar los ingresos de quienes perciben
el salario mínimo, lo cual contribuiría inmediatamente a proteger a la
población más vulnerable. En lugar de corregir informaciones
periodísticas, el gobierno tendría que corregir su política salarial.
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