3/19/2009

Periodistas pal cafè......





El mismo gobierno que un año atrás urgía a los mexicanos a aprobar reformas petroleras con argumentos de espanto –las reservas se acabarían, la infraestructura podría colapsarse por falta de mantenimiento e inversiones, los tesoritos no podrían ser sacados oportunamente: entre marzo y julio de 2008, sólo Pemex gastó 256 millones de mensajes relacionados con el tesorito– ahora alarga la toma de decisión respecto al lugar donde deberá construirse una refinería y el jefe de sus empleados, Felipe, les endilga a éstos la responsabilidad de anunciar al estado ganador, luego de que organicen unos foros de consulta –las segundas partes suelen ser caricaturales– en que las entidades federativas interesadas en la refinería hagan como que compiten para que al final los antedichos empleados de angora acaben resolviendo lo que a los patrones tras las sombras les conviene.
Confiabilidad a toda prueba de los funcionarios negociantes, como se puede ver en lo publicado ayer, en Excélsior, bajo la firma de Darío Celis, respecto a que, hace una semana, Jesús Reyes Heroles González Garza “aprobó como director de Pemex lo que no pudo concretar hace cuatro años, en su calidad de presidente del consejo de administración del Grupo de Economistas Asociados (GEA), cuando hizo labor de cabildeo en favor de la compañía estadunidense Mexssub para que se le adjudicara el esquema de ‘mantenimiento integral de corredores de ductos de Petróleos Mexicanos’”. La asignación que concedió el funcionario cabildero fue de mil 304 millones de dólares (¿de a cuánto habrá sido la comisión y para quién?). Mexssub significa Mexicana de Servicios Subacuáticos y es una empresa que nació en 1982 para prestar servicios de reparación a estaciones subacuáticas de las industrias del gas y el petróleo. Sus dueños nacieron en México (Leopoldo Silva la fundó y su hijo Jesús la dirige actualmente) pero la empresa está domiciliada en Texas.
El tema había sido revelado en septiembre de 2007 en La Jornada por el reportero Israel Rodríguez. Cuando apenas se iniciaba el proceso de adjudicación que en estos días se resolvió, La Jornada publicaba, bajo el título Director de Pemex gestionó para firma que concursa en licitación que El cabildeo efectuado por el ahora director general de la paraestatal se inició desde finales de 2005, cuando pertenecía al cuerpo directivo de StructurA, grupo de empresas de consultoría dedicadas a proveer servicios del más alto nivel técnico y profesional, integrada por Grupo de Economistas Asociados (GEA), una de las consultoras vinculadas a la campaña para la presidencia de la República, de Felipe Calderón, así como el Grupo de Asesoría Estratégica (GAE) y PROA, compañía dedicada a comunicación y relaciones públicas, entre otras.
GEA-ISA, la vertiente demoscópica del cabildeo marca Reyes Heroles, aportó las presuntas encuestas de opinión que mostraban sorpresivos repuntes de Calderón frente a López Obrador y que fueron utilizadas por comentaristas y periodistas, sobre todo de medios electrónicos, para documentar de manera supuestamente científica los inexplicables vuelcos que según ellos se daban en los ánimos electorales en 2006. El 30 de septiembre de 2005, Jesús Reyes González tramitaba por escrito una cita con Luis Ramírez Corzo, entonces director de Pemex, en términos que mostraban una personalísima capacidad de decisión de quien oficialmente sólo era cabildero: me permito solicitar una reunión de 20-30 minutos con usted, con el propósito de informarle con mayor detalle y recibir sus indicaciones al respecto. A esta reunión podría acudir su servidor solo o acompañado de dos a tres de los principales ejecutivos de Mexssub-Enbidge. Debo subrayar que dicha reunión resulta indispensable para poder precisar aspectos importantes del proyecto, así como para confirmar con usted el calendario correspondiente.
El reportero Rodríguez añadió a su nota que el grupo StructurA, del que Reyes Heroles fue socio fundador, mencionaba como uno de sus logros impedir la modificación de diversas leyes en el país que hubieran significado para nuestros clientes del sector privado severos retrocesos para su esquema de negocio en México.
Respecto a lo señalado por Excélsior, mismo GEA informó ayer que no es una empresa que se dedique al cabildeo, sino que se concentra exclusivamente en el análisis y la consultoría económica y política, que ni sus actuales integrantes, ni anteriores, han establecido nunca contrato o relación de trabajo alguna con la empresa Mexssub, que el propietario de la firma no es JRHGG, y que GEA (o cualquiera de sus colaboradores) no ha participado en proyecto alguno para Pemex o sus filiales, directa o indirectamente, desde hace aproximadamente 10 años, cuando ganó una licitación pública de un trabajo sobre el impacto económico y social de la inversión de dicha empresa en la Región Marina Suroeste.
Astillas
Estudiantes mexicanos en el extranjero, becados por el Conacyt, informan que a sus direcciones electrónicas de Internet les ha llegado una invitación para que se registren en la red social del Centro Fox. Uno de esos involuntarios receptores dice que dos cosas le molestan: “Una: ¿por qué la fundación privada de este señor tiene acceso a información personal de los becarios en el extranjero? Y, otra: ¿por qué este señor se sigue comportando como presidente de la República (dentro del mensaje se le presenta como el ‘presidente Fox’)?” Kumundi (sitio desde el que se envían las invitaciones del Centro Fox) es una empresa de corte cristiano, cuyos directivos residen en Miami y antes se llamó Kupass.com...
Y, mientras se hace público que la quinta sala del Poder Judicial federal ha confirmado la sentencia contra el Colegio Oxford, de los Legionarios de Cristo, en la que se condena a esa institución educativa a resarcir el daño moral ocasionado al menor y a sus padres Lisset Slimna Aldrete Gutiérrez y José Bonilla Sada, lo cual se realizará mediante el pago de una suma de dinero que se determinará en ejecución de sentencia, ¡hasta mañana, con Hillary y Barack preparando sus viajes correccionales!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx
Enrique Galván Ochoa: Dinero

En toda guerra hay víctimas inocentes. Y en la miniguerra comercial con Estados Unidos las víctimas han venido a ser los perros: el almirante Ruiz Mateos, que también cobra como secretario de Economía, incluyó las croquetas en su mapa bélico. También las whiskas de los gatos. Hizo una cuidadosa selección de los productos que –tal vez– deberán pagar un mayor arancel, a fin de causar el menor daño a los exportadores americanos. En su intrépida expedición punitiva, disparó un cañonazo arancelario contra los árboles de navidad a sabiendas de que nadie importaría uno cuando va entrando la primavera. También rafagueó los vinos californianos, algunos son muy buenos, pero no tienen mercado, nuestros consumidores favorecen los españoles, los chilenos y recientemente los argentinos. En cambio, no atendió la sugerencia de los transportistas de bloquear el ingreso de los traileros gringos, mientras el socio norteño no cumpla lo que firmó en el TLC. Ahora falta que corra el trámite burocrático y lleguen las instrucciones a los administradores de las aduanas. Antes de eso, tendrán lugar tres sucesos: 1) será designado el nuevo embajador, 2) el miércoles próximo llegará a México la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y 3) a mediados de abril el presidente Obama estará aterrizando en suelo azteca para una visita de dos días. Es un tiempo más que suficiente para que el almirante Ruiz Mateos saque la banderita blanca y entregue la plaza de lo que será recordada como la guerra de las croquetas.
La tenencia
Por si alguna inquietud seguía viva, la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados decidió liquidar en definitiva la iniciativa de desaparecer la tenencia este año. El priísta Jorge Estefan Chidiac, infatigable enemigo de los consumidores, argumentó que no existe un mecanismo resarcitorio (sic) para compensar el ingreso. Calderón había dicho días antes: ‘Por mí, que se quite, la verdad’; pero en los estados esa es la bronca, porque todo lo que se recauda de la tenencia va para los estados y finalmente el argumento de los gobernadores, sin distingos de partido, es decir: ‘no me descobijen en esto’. Cuando andaba en campaña no mencionó descobijados, se comprometió a desaparecer la tenencia.

Y ahora con ustedes…. la refinería de discurso, la nueva infraestructura petrolera de saliva, la inexistente obra pública que salvará a la patria, la primera en su tipo desde hace tres décadas, aunque sea virtual, la que permitirá al país superar la dependencia, etcétera, etcétera. Así es. Gracias y felicidades (Calderón dixit), y el que tenga dudas, es su problema.
Tres veces anunciada a lo largo de 12 meses, un año de espera para conocer la decisión y más de media hora de discurso ayer en el 71 aniversario de la expropiación petrolera, y nada. Flanqueado por los próceres de la democracia Carlos Romero Deschamps y Mario Marín, el inquilino de Los Pinos consumió poco más de 30 minutos para no decir absolutamente nada, puro caldo y nada de carne, lo cual si bien no es novedad sí logró desesperar a varios de los que, tambores redoblados como música de fondo, ansiosamente esperaban el anuncio formal de la ubicación de la tan cacareada nueva refinería, la primera que se construiría en el país desde 1979.
Justo un año atrás y dada la urgencia, Calderón anexó a su de por sí abultado inventario de promesas –incumplidas la mayoría de ellas– la de construir una nueva refinería con una capacidad de 300 mil barriles por día. El 18 de marzo de 2008, así lo anunció: es urgente tomar acciones para reducir esta creciente dependencia. Es por ello, que en este momento giro instrucciones a la Secretaria de Energía y al director general de Petróleos Mexicanos para que, sin dilación, inicien los estudios y analicen la factibilidad técnica, financiera y logística que nos permita construir una nueva refinería en el territorio nacional. Una nueva refinería en el territorio nacional, con el fin de disminuir nuestra dependencia energética del exterior. Iniciar los trabajos que nos permitan contar en el futuro cercano con esta nueva refinería, es una buena manera de celebrar el 70 Aniversario de la expropiación petrolera. Lograrla requerirá, como muchos otros desafíos de Pemex, que cada quien ponga su parte: el gobierno, la administración, el sindicato, los trabajadores, para lograr las mejores condiciones económicas, técnicas, financieras, laborales y ambientales, que nos permitan aumentar la capacidad de refinación de Pemex con esta nueva instalación. El lograr este conjunto de condiciones, definirá el tamaño y el alcance de este nuevo proyecto.
Nada pasó, pero en octubre de 2008, junto con el supuesto paquete anticíclico, de nueva cuenta anunció, como novedad, la construcción de la citada refinería. En febrero del presente año el director general de Petróleos Mexicanos aseguró que en este mes se conocería la ubicación de la planta, lo que tampoco sucedió, y apenas 24 horas antes del 71 aniversario aseguró que el 18 de marzo habrá bastante información sobre el tema. Y nada.
Lo que sí se ofreció fue un nuevo retraso en la decisión, ahora disfrazada de decisión de todos los mexicanos y vestida de foro democrático en el que todos participen (Calderón dixit), algo que por lo demás no deja de llamar la atención, porque fue el mismo gobierno calderonista quien aseguró que en materia petrolera las decisiones las toman quienes saben del tema, porque es un asunto de especialistas y no se puede dejar a la elección del populacho.
Ahora modifican el discurso, y, entre porras de petroleros acarreados, Calderón anuncia que la nueva refinería se construirá (tambores redoblados)… donde más convenga, porque “se trata de una decisión que implica montos significativos y es del mayor interés nacional. Pemex ha revisado alternativas, propuestas, presupuestos y escenarios… la decisión del lugar obedecerá a criterios estrictamente técnicos y no políticos”, o lo que es lo mismo lo que dijo un año atrás, en el anuncio original.
No sólo eso, sino que “dada la importancia, esta decisión más que llevarla hacia adentro de las propias oficinas de Pemex debe ventilarse pública y transparentemente. Que los legisladores, los gobernadores, los trabajadores, los medios de comunicación y los mexicanos, que somos todos dueños del petróleo, tenemos derecho a saber las razones puntuales que expone cada quien y que públicamente sean despejadas las dudas y que se hagan las aclaraciones necesarias. Es por ello que ante ustedes instruyó a la Secretaría de Energía y a Petróleos Mexicanos a que antes de tomar y anunciar una decisión definitiva sean conocidos de manera pública y abierta las propuestas formuladas por los estados interesados, que se convoque a una sesión pública (un foro, pues, para que) la decisión que se realice no sólo sea informada y sustentada, sino de manera transparente, de forma tal que desahogadas las propuestas de los gobiernos locales, los servidores de Pemex expliquen su punto de vista de los sitios propuestos…. Que se desahogue a más tarde el 15 de abril que se dé a conocer el sitio de la nueva refinería”. Todo lo anterior, dado que este es un proceso inaplazable, hasta que el inquilino de Los Pinos de nueva cuenta lo aplace.
A debate público, pues, la ubicación de la nueva refinería, o lo que es lo mismo el asunto técnico y no político que decidirían los que sí saben, según el inquilino de Los Pinos, quien a todas luces no soportó las presiones políticas de los aguerridos gobernadores que exigen para su tierra el río de dinero que representa la realización de dicha obra petrolera.
Bienvenidos, pues, al gran show de la nueva refinería, en el que se esperan todo tipo de resbalones, pastelazos, puntapiés y, sobre todo, prolongado cuan costoso retraso en la construcción de una planta productiva que no sólo es de urgencia, sino, especialmente, de seguridad nacional.
Las rebanadas del pastel
Atrás, gringos profanadores de tratados comerciales. Tiemblen, que la represalia del gobierno calderonista contra su enclenque economía incluye castigos arancelarios a productos como árboles de navidad, salsa de soya, alimentos para perros o gatos, preparaciones para manicuras y pedicuros, champús, lacas para el cabello, papel higiénico y herrajes para cortinas venecianas (¡qué meyo!)… En un ataque de dislexia, ayer erróneamente tecleamos liebre por gato, cuando la frase correcta es exactamente al revés, o lo que es lo mismo el gato que por liebre ayer quiso vender Calderón en el aniversario de la expropiación petrolera.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx


n sitio cualquiera de Internet se dio a la tarea de catalogar las 25 canciones más exquisitamente tristes del mundo entero, y hay que acordarse que cuando los gringos hablan del mundo entero suelen referirse a lo que hay entre Cape Flattery y Brownsville, si se toma del norponiente al suroriente, o entre Chula Vista y Madawaska, si uno mira el mapa del suroeste al noreste. Encontré decepcionante el resultado: lo peor de lo peor que pudo ocurrírseles fue Chicken wire (malla metálica), una rola grabada en 1998 por los Pernice Brothers que cuenta el final de una mujer que fue hallada con un trago en la mano y el motor del coche todavía encendido adentro de su garaje. En segundo lugar quedó Szomorú Vasárnap, del compositor húngaro Rezso Seress; no, perdón: lo que quedó en segundo lugar fue una versión en inglés titulada Gloomy sunday (domingo sombrío, lúgubre o fúnebre), interpretada por la gran Billie Holiday. Llegó a ser conocida como la canción húngara del suicidio y se afirmaba que cualquiera que cometiera el error de escucharla mientras pasaba por una depresión correría a la ventana más próxima a lanzarse de cabeza al vacío, y no sé si la pulsión funcionaba también si se tomaba la precaución de oír la rola en una planta baja o en un sótano. El tercer sitio fue para Eleanor Rigby, de los Beatles. Sí que es triste que un alma solitaria recoja el arroz que se arroja en una boda y, peor, que sea enterrada sin más compañía que su nombre. Para no hacerles el cuento (demasiado) largo, el lugar 15 correpsondió a una pieza de 1960 de Ray Peterson que cuenta la historia de Tommy, un enamorado que se metió a una carrera de autos con la ilusión de ganar un premio de mil dólares que invertiría en un anillo de bodas para su novia, Laura; pero en la competencia se partió la crisma y en su lecho de muerte gemía: Díganle a Laura que la amo, que la necesito, que no llore, que mi amor por ella nunca morirá. Y lo más triste de la canción, piensa uno, es que hubo alguien que se atrevió a escribirla y a cantarla, y que medio siglo después todavía conmueva a algunos.
Por supuesto, en el tema de qué tan triste es lo triste, nadie se pondrá de acuerdo. El bloguero Esteban Cárdenas, de Saltillo, hizo una selección de canciones para escuchar “cuando alguien no te pela, te traiciona o te deja por un DJ italiano con aretes en los pezones”: SOS, de John Lennon, interpretada por Agnetha Faltskog; TV Movie, de Pulp; Dry your Eyes, de The Streets, y Girl From the North Country, cantada por Johnny Cash y Bob Dylan. En Yahoo Respuestas alguien armó una planilla con I don’t love you, Mr. Brightside, I’m not OK, Who knew y When you’re gone. Alguien más, en ese mismo sitio, pidió títulos de desamor en español, le respondieron con un licuado de Ricardo Arjona, Christian Castro, Ricky Martin, Cristina Aguilera, Thalía, Chayanne, Luis Miguel, Alberto Cortez, Miguel Bosé y no sé quiénes más, y la peticionaria quedó muy satisfecha, o eso dijo.
Como se trata de gustos personales, sin que sea desdoro de los ajenos, hablaré de los míos. Pienso que entre las canciones más tristes del planeta están las que canta Leonard Cohen, con esa su voz como difunta. Cada vez que la oigo sonar en un aparato cualquiera me vienen unas ganas incontenibles de ir a buscarlo para regalarle un Gansito Marinela o cualquier cosa que le quite lo lóbrego. Otro asunto son, a mi juicio, las canciones de desamor y de azote. Ensayemos algo:
Un buen día, las relaciones destructivas y de codependencia cayeron en la cuenta de que necesitaban fortalecer la imagen de su gremio y convocaron a un concurso internacional para dotarse de un himno. Muchos se inscribieron, pero sólo tres llegaron a la eliminatoria final: dos charros cantores, uno guanajuatense y otro defeño, y un flamenco dientón de Bélgica, que cantaba en francés, y la decisión última no fue nada fácil.
Pude ser feliz y estoy en vida muriendo y entre lágrimas viviendo el pasaje más horrendo de este drama sin final –soltó, en la prueba final, uno de los charros.
Aquello era fuerte, pero su rival de Guanajuato le replicó: “Ya no quiso escucharme. Si sus labios se abrieron fue pa’decirme ‘ya no te quiero’. Yo sentí que mi vida se perdía en un abismo profundo y negro como mi suerte...”
Entonces, el defeño salió con algo realmente demoledor: Quisiera abrir lentamente mis venas, mi sangre toda verterla a tus pies, para poderte demostrar que más no puedo amar y entonces morir después.
Cuando parecía que el tal Gabriel Siria Levario se alzaba con el triunfo, el belga, que hasta entonces había permanecido calladito, se agigantó y acabó de un golpe con sus competidores mexicanos: “Ne me quitte pas. Je ne vais plus pleurer. Je ne vais plus parler. Je me cacherai là a te regarder danser et sourire et à t’écouter, chanter et puis rire. Laisse-moi devenir l'ombre de ton ombre, l’ombre de ta main, l'ombre de ton chien. Ne me quitte pas. Ne me quitte pas. Ne me quitte pas. Ne me quitte pas.” (No me dejes. Ya no voy a llorar. Ya no voy a hablar. Me esconderé por ahí a verte bailar y sonreír y a escucharte cantar y luego reír. Déjame volverme la sombra de tu sombra, la sombra de tu mano, la sombra de tu perro. No me dejes. No me dejes. No me dejes. No me dejes.)
Las relaciones destructivas y de codependencia se sintieron muy felices porque habían logrado dar con algo que realmente las representara en el mundo, y así fue: la composición de Brel devino la oración universal del azote y la autodenigración, y se hizo tan célebre que se convirtió en una de las interpretaciones más famosas de la gran Edith Piaf, a pesar de que ella jamás cantó Ne me quitte pas. Hasta donde se sabe, su única valoración de la pieza la formuló tras escucharla en voz de su autor. Y lo que le dijo fue: Un hombre no debería cantar esas cosas.
No queda claro si la gran chaparrita se refería a un individuo del género masculino o a una persona humana sin distingo de sexo. Si es lo segundo, yo estoy un poquito de acuerdo con su comentario, lo que no me quita el disfrute de esa que se ha vuelto la rola del azote por excelencia. Cómo se le pudo ocurrir a alguien.
He visto filmaciones y escuchado grabaciones de la interpretación del propio Jacques Brel y las he encontrado un poquito sobreactuadas. Antes que él la cantó Simone Langlois, y la ha interpetado más o menos todo mundo en diversos idiomas: Charles Aznavour, Nina Simone, Frank Sinatra, Juliette Gréco, Marlene Dietrich, Yves Montand, Marie Laforêt, Nana Mouskouri, Mariane Faithfull, David Bowie, Sting, Gilbert Bécaud, Mireille Mathieu, la brasileña Maysa Matarazzo...
Mi versión favorita es la de Barbara, pues aunque la grabación data de 1961, me parece la más actual, o mejor, la menos ingenua, o peor aun, y sin ofensa a la memoria de la cantante, la más patológica de todas. Búsquenla y juzguen y feliz azote. Links en el blog.
navegaciones@yahoo.comhttp://navegaciones.blogspot.com

Opinión
Soledad Loaeza: Estas ruinas que ves...

Eesde hace meses parece que en México sólo se producen malas noticias. Las dimensiones del crimen organizado, de la crisis financiera internacional y de sus repercusiones sobre la economía nacional son tales que superan con mucho nuestra capacidad de intervención para solucionarlos. Como éstos hay otros problemas que parecen igualmente intratables. No así los que plantea el funcionamiento del Instituto Federal Electoral (IFE), y tal vez precisamente porque está más a nuestro alcance, ha sido más vulnerable a nuestros tímidos ánimos reformistas, y a las componendas entre los partidos. La última reforma al Cofipe así lo prueba. En ella quedó bien establecido que las tres grandes maquinarias electorales que dominan el escenario político, PRI, PAN y PRD, se reparten entre ellas alegremente las instituciones, indiferentes al efecto destructivo de sus arreglos. Como evidencia de la acción perniciosa de los partidos sobre nuestra vida institucional, basta con mirar al IFE, que alguna vez fue motivo de orgullo para todos, y que hoy en día es causa de desazón cotidiana.
Con todo respeto, como diría mi clásico, la competencia profesional de los consejeros elegidos en 2007 estuvo en entredicho desde el principio, aunque las dudas nacían mucho más del método con que fueron elegidos que de una evaluación ponderada de su capacidad profesional. Su elección, o designación, como se quiera, fue el resultado de una negociación entre los partidos y desde entonces se despertaron suspicacias a propósito de para quién trabajan estos funcionarios. ¿Para el partido que los eligió? Peor todavía, ¿para un grupo de presión? O ¿para sí mismos? La verdad es que son muy pocos los que creen que los consejeros trabajan para el Estado mexicano, su verdadero patrón. Desafortunadamente, al igual que las comisiones reguladoras que proliferaron en los años 90, el IFE ha sido capturado por intereses particulares, y así ha quedado comprometida su calidad de árbitro imparcial.
La relevancia política de la autoridad electoral independiente era explicablemente mayúscula en los primeros momentos de la transición, es decir, cuando se fundó el instituto. Era necesario que acreditara su eficacia y el carácter indispensable de sus funciones centrales, que son la organización y administración de las elecciones. Sin embargo, era deseable que una vez establecida su identidad como una pieza definitiva de la estructura democrática del Estado, pasara al trasfondo del andamiaje político. Desafortunadamente, no ocurrió así. Al IFE se le atribuyeron funciones como el registro de electores, la impartición de cursos o la publicación de libros –y, ¿por qué no?, conciertos y tés danzantes–, que poco o nada tienen que ver con la administración de los comicios. Se empezó entonces a alimentar un elefante blanco que crece sin cesar. Este mismo desarrollo lo convirtió en un codiciado objeto para los políticos, que vieron en el IFE la gallina de los huevos de oro; porque no únicamente es un instrumento de influencia, sino que también cuenta con enormes recursos que en principio se justifican por la diversidad de las tareas que desempeña. No obstante, a ojos de la opinión pública ahora el instituto contribuye sobre todo a inflar los costos económicos de la democracia.
Igualmente indeseable es el desarrollo del IFE como actor político beligerante, que es un efecto de la partidización que nos hemos resignado a aceptar. Aunque también esta evolución puede ser consecuencia de la última reforma que atribuyó al instituto funciones de vigilancia y sanción que, como hemos visto recientemente, no tiene capacidad para ejercer. En el contexto actual, de debilidad del Estado y fortaleza de los partidos, el IFE tiene que apoyarse en estos últimos para tratar de cumplir con los objetivos que le dicta la ley. A partir de este recurso se establece una relación de dependencia entre el Consejo General y los partidos, que da al traste con la presunción de independencia de la autoridad electoral.
La movilización de los votantes y los partidos políticos fue el corazón del cambio que puso fin al autoritarismo. En ambos casos el IFE fue decisivo, primeramente porque generó confianza entre los electores y, luego, porque contribuyó a que los partidos se ejercitaran en el arte de la negociación. Sin embargo, este ejercicio ha seguido un rumbo perverso porque los partidos han perdido de vista que uno de sus objetivos más urgentes es la reconstrucción del Estado, que es una instancia irremplazable de la vida democrática. Lo que parecen no haber visto los partidos es que la destrucción del instituto también tendrá consecuencias severas para ellos mismos: sin árbitro confiable, sus relaciones estarán a merced de equilibrios de fuerza que son, por definición, coyunturales.
El IFE es hoy, admitámoslo, una ruina, grandota y compleja, pero ruina al fin; como lo demuestra el fallido aumento de sueldo que se habían autoasignado los consejeros. Esta decisión puso al descubierto el agotamiento de la autoridad moral del instituto que había sido su única fuerza política.
http://soledadloaeza.com.mx
Adolfo Sánchez Rebolledo: ¿Y la política exterior?

tras la histórica victoria electoral del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), Mauricio Funes, presidente electo de El Salvador, anunció que muy pronto se entrevistaría con Lula en Brasil. Si hay un líder a nivel latinoamericano al que he admirado, y sobre todo al que he visto con especial atención sus programas económicos para mantener la estabilidad macroeconómica de Brasil, es Lula, dijo a la prensa. Estas palabras, unidas al llamado a firmar un nuevo acuerdo de paz, de reconciliación del país consigo mismo, parecieron, a los ojos de los observadores, la confirmación de que la victoria de la izquierda no significaba, como pregonaban sus adversarios, el deslizamiento del FMLN hacia la esfera de influencia de Hugo Chávez, convertido por obra de la propaganda negra en el nuevo fantasma de la reacción latinoamericana.
Como sea, más allá de las esperanzas y los desafíos suscitados por el triunfo del frente, a 20 años de los Acuerdos de Chapultepec, el acercamiento de este país centroamericano a Brasil demuestra hasta qué grado, por contraste, la presencia de México ha venido desvaneciéndose como punto de referencia incluso para sus vecinos cercanos. Y no es que México hubiera renunciado a cierto liderazgo (que en rigor ni se buscaba ni se ejercía), pero el abandono de algunos principios rectores, en combinación con la aceptación de una visión del mundo subsidiaria de la estadunidense, lejos de modernizar la política exterior la hundió en la mediocridad. Ni mejoró la relación bilateral con Estados Unidos (veáse el caso de la emigración) ni tampoco se favorecieron los intereses generales de México en Latinoamérica.
En cambio, Brasil, que sí quiere ejercer un liderazgo latinoamericano, sigue avanzando, al punto de que hoy por hoy el único presidente que puede hablar si no por todos, al menos por un importante grupo de países, es Lula. En cierta forma, el brasileño está haciendo una política que retoma (en un nuevo contexto, obviamente) la postura en relación con Cuba que le permitió a México preservar los principios y a la vez negociar con la gran potencia del norte. Al ser recibido por Obama en la Casa Blanca, Lula no desaprovechó la oportunidad para presentarse como una suerte de representante ex oficio de toda Latinoamérica, justo como le gustaría al Departamento de Estado que fuera si la realidad no se obstinara en ser más complicada. Allí, según la magnífica crónica de La Jornada, Lula se declaró convencido de que Estados Unidos puede, definitivamente, tener otra relación con América Latina. No queremos una Alianza para el Progreso, como en la década de los 60; no queremos injerencia en función de la lucha armada, sino un nuevo entendimiento bajo una perspectiva de asociación, de contribución y no de intromisión, dijo Lula.
Y algo más: le pidió a Obama una aproximación a Cuba, Venezuela y Bolivia.
¿Y México? Mientras Obama se reúne con Lula, aquí prosigue la guerra verbal cruzada de un lado al otro de la frontera. México ha respondido con represalias económicas a la medida unilateral que prohíbe la circulación de transportes nacionales en ese país, sin dejar pasar los dichos de algunos funcionarios que vienen a cuestionar la capacidad del gobierno mexicano para ganar la guerra al narcotráfico. Obama, al parecer, no tiene prisa. Aún no designa al nuevo embajador y ha prometido varios planes para reforzar la frontera, atender los problemas planteados por la extensión de la violencia criminal y los reclamos de la parte mexicana en torno al trasiego de armas y el consumo de drogas. Sin embargo, a pesar de la magnitud de los asuntos que están sobre la mesa, no se advierte en la postura mexicana una línea coherente que permita, más allá de los incidentes del día a día, vislumbrar el futuro a través de la crisis actual. Se apuesta a combatir el proteccionismo, pero no hay una perspectiva que permita elaborar una nueva hipótesis sobre el libre comercio y la integración, temas cruciales que ya no se resuelven con la reiteración de los argumentos aprobados hace más de dos décadas.
Tampoco existe una propuesta estratégica hacia América Latina, como si la relación bilateral con Estados Unidos le impidiera a México asumir compromisos y responsabilidades que, en efecto, sirvieran para asegurarle el lugar que le corresponde en el mundo, sin doblarse a las fantasías napoleónicas de aquellos que confunden sus intereses con los de la humanidad entera.

Octavio Rodríguez Araujo: La UNAM hace 10 años

Hace exactamente 10 años el rector Barnés, de la UNAM, me citó en su oficina para conversar sobre los sucesos del 15 de marzo. Yo era consejero universitario entonces. Le di mi opinión, es decir, que lo realizado el 15 había sido un error y que en sus manos estaba evitar la huelga propuesta por los estudiantes para el 20 de abril.
Para ese 15 de marzo el rector Barnés convocó parcialmente al Consejo Universitario (CU) a una reunión que en los hechos era clandestina, aunque luego se supo que tendría lugar en el Instituto Nacional de Cardiología, fuera de las instalaciones universitarias. Curiosamente, no fueron convocados los consejeros que presumiblemente estarían en contra de la propuesta del Reglamento General de Pagos (RGP) que supuestamente actualizaría las antiguas cuotas al precio de la moneda en ese momento. En esa reunión del CU se aprobó la propuesta del rector en menos de media hora, e inmediatamente después de pasar la lista de los consejeros presentes, mientras afuera del recinto de Cardiología otros consejeros pugnaban por ingresar. Fue un fast track que habría de revertírseles a las autoridades, al extremo de que un amplio sector de estudiantes emplazaría a huelga para el 20 de abril con el objeto de echar abajo esa medida de muy dudosa legalidad y, desde luego, ilegítima por la forma en que había sido aprobada. La paradoja de esta reunión del CU, que fue entre otras cosas un insulto a la inteligencia, fue que a partir de ella muchos de los estudiantes y académicos que antes estaban a favor de las cuotas se convirtieron en sus opositores. Fue en ese momento que las posiciones se polarizaron: por un lado quienes estaban en contra de las cuotas y por el otro quienes prefirieron hacer una manifestación silenciosa sin la asistencia del rector Barnés (20/4/99) en Ciudad Universitaria porque era muy poco o nada lo que tenían que decir, aunque su manifestación era precisamente para apoyar la propuesta del rector. Peor aún, con esa reunión se erosionó todavía más a los cuerpos colegiados de la universidad, llevando al Consejo Universitario al desprestigio ante la comunidad y la opinión pública. Con este desprestigio se les daban a los estudiantes argumentos para actuar al margen de las instituciones y de la legislación universitaria al no responder a sus exigencias y demandas. No es casual que más adelante los estudiantes repudiaran toda forma de organización y de jerarquías en lo que habrían de ser el Consejo General de Huelga (CGH) y los Comités de Huelga (CH) en cada dependencia universitaria.
El 11 de febrero de 1999 el rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, anunció su proyecto de actualización de cuotas que tendrían que pagar los estudiantes por inscripción y colegiatura. Fue advertido, por varios que teníamos acceso directo a él, que tal medida habría de provocar un movimiento, principalmente estudiantil, pero el rector desestimó esas opiniones pese a que fueron fundamentadas con experiencias anteriores y con ejemplos de la situación del país en ese momento y para el futuro inmediato.
Se inició una polémica en torno a la gratuidad de las universidades públicas y se estableció una controversia sobre la interpretación del artículo 3° constitucional, particularmente en relación con la fracción IV, que establece que toda la educación que imparta el Estado será gratuita. Rectoría y sus voceros echaron mano de todos los antecedentes que pudieron, incluso de opiniones de miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que no habían creado jurisprudencia, y se intentó, por parte de esos voceros, la subordinación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a un artículo de la Ley Orgánica de la UNAM en donde se prevé el cobro de cuotas por servicios prestados.
La polémica en torno a la gratuidad de la educación superior en universidades públicas no fue resuelta, sino más bien pospuesta, pero era una demanda de sectores de izquierda tanto entre estudiantes como entre académicos, y se convirtió en la demanda principal del que habría de convertirse en el movimiento estudiantil más importante en México en los últimos años (aunque luego fuera tergiversado por los ultras del CGH).
El tema de las cuotas por inscripción y colegiatura no era nuevo. En 1948, cuando el rector Zubirán estableció el reglamento de pagos que luego habría de reformar el rector Garrido en 1950 (y que fue el vigente hasta antes de la sesión del Consejo Universitario del 15 de marzo de 1999), en 1948, repito, se generó un movimiento estudiantil en contra. La universidad distaba mucho de ser una entidad masiva, sin embargo el movimiento llevó a la renuncia de Zubirán. A mediados de los años 60, siendo rector Ignacio Chávez, el tema, junto con la reglamentación de ingreso a la UNAM, provocó también descontento y organización de fuerzas que llevaron al rector a la renuncia. En 1986 y 1987, con Jorge Carpizo al frente de la rectoría, se quiso aumentar también el monto de las cuotas, y el rector prefirió, por otro movimiento estudiantil, retirar su propuesta y el Consejo Universitario suspendió las reformas. A principios de su rectorado, José Sarukhán intentó cambiar el reglamento de pagos y, por supuesto, aumentar el monto de las cuotas. Recibió apoyos de sus colaboradores y de directores afines a la rectoría y rechazo de muchos estudiantes. De repente, Sarukhán echó marcha atrás, y según se especuló entonces, fue por instrucciones del presidente Salinas de Gortari transmitidas por uno de sus colaboradores entonces de confianza: el jefe del Departamento del Distrito Federal.
Las cuotas en la UNAM, como se puede ver de este breve resumen, han sido un asunto difícil que, sin duda, ha provocado movimientos estudiantiles cada vez que se toca. El rector Barnés de Castro, a pesar de la oposición que había entre académicos, estudiantes y trabajadores administrativos, propuso su reforma e hizo lo que pudo (o quiso) para que se aprobara, sin legitimidad y con ominosas sombras de duda sobre las formas en que fue convocado y conducido el CU para el efecto, el 15 de marzo de 1999.
Juan Ramón de la Fuente no tocó el tema, ni José Narro lo tocará. Ambos supieron (saben) que el aumento de cuotas no representaría, ni en el mejor de los casos, el 3 por ciento del presupuesto total de la UNAM, y que por ese porcentaje no vale la pena generar un movimiento.

Javier Jiménez Espriú*: Un dedo en una llaga

Finalmente, el Presidente de la República envió al Senado su propuesta para la designación de los cuatro consejeros profesionales que, de acuerdo con la nueva Ley de Petróleos Mexicanos, se incorporarán a su consejo de administración. La comisión correspondiente de ese cuerpo legislativo entrevistó a los profesionales propuestos, para la aprobación prevista en la propia ley.
De acuerdo con lo consignado en la prensa nacional, uno de los profesionales propuestos, el doctor Rogelio Gasca Neri, “advirtió la necesidad de revisar el programa de Chicontepec, ya que se corre el riesgo de producir petróleo caro y venderlo barato. Pemex –agregó– tiene muchos proyectos más atractivos que Chicontepec, en aguas someras, con pozos maduros, y deben ser evaluados a la luz de los riesgos y la crisis global”.
El doctor Gasca puso un dedo en una llaga. Se trata de un asunto de la mayor relevancia que se ha ventilado públicamente en múltiples ocasiones; que expertos en la materia han criticado con datos duros y conocimientos profundos como un proyecto no rentable, excepto para los contratistas que reciben altas remuneraciones por los servicios de exploración y explotación que contratan con Pemex –mucho más altas de lo que por lo mismo cobran en otras partes del mundo–, pero frente a cuya crítica los funcionarios de la paraestatal han prestado oídos sordos.
Es un buen síntoma el que uno de los futuros consejeros haya expresado esa inquietud ante los senadores, lo que no debe ser sino una muestra, el principio de una acción permanente de todos. Se trata apenas de un dedo en una llaga, acertado y oportuno, pero Pemex, que es en ese sentido un cuerpo gravemente llagado, con una enorme cantidad de pústulas purulentas, requiere no un dedo, sino que los cuatro consejeros, en un concierto a ocho manos, con sus 40 dedos al unísono, lo recorran completo, con vértigo incesante, brincando patrióticamente de llaga en llaga.
Llagas hay incontables: la quema de gas; los contratos de servicios múltiples; la isla Bermeja; las asignaciones directas; la hegemonía de contratistas como Halliburton y Schlumberger; las licitaciones orientadas; los contubernios con el sindicato; los conflictos de interés; los funcionarios contratistas; los contratistas funcionarios; las concesiones amistosas; la restructuración de la paraestatal; la multiplicación de funciones; los salarios, bonos y liquidaciones generosas y discrecionales –de los funcionarios que no son de elección popular– y una larga lista de etcéteras que se antoja interminable.
Y desde luego, antes de que se llague, la definición de los nuevos contratos incentivados que deben servir para estimular la productividad y la rentabilidad de Pemex y no la proclividad a los negocios turbios o al disfraz de los contratos de riesgo que prohíbe la Constitución.
Menuda responsabilidad la de los consejeros profesionales, que tienen la gran oportunidad de hacer un enorme bien a la nación y que estarán bajo la lupa de quienes mantenemos la esperanza de un Pemex a la altura de las necesidades nacionales.
* Premio Nacional de Ingeniería 2008
jimenezespriu@prodigy.net.mx
Orlando Delgado Selley: Respuestas a la crisis

mérica Latina se enfrenta a una crisis económica mundial que afecta su dinámica. Durante cinco años (2003-08) la región aprovechó el auge internacional creciendo a tasas altas: los diez países con economías más grandes crecieron en promedio al 5.1 anual entre 2000 y 2008, pero algunos aprovecharon mejor las circunstancias favorables: Chile, Colombia, Costa Rica, Perú y República Dominicana consiguieron tasas anuales promedio superiores a 5 por ciento. México, en cambio, desaprovechó sus enormes ventajas creciendo en promedio sólo a 2.6 por ciento, el menor crecimiento de esos diez países.
En ese periodo las exportaciones latinoamericanas se incrementaron en volumen y en precio. Los términos de intercambio, es decir, la relación entre el precio de lo que exportamos y el precio de lo que importamos, fueron favorables para la región. El endeudamiento externo de los gobiernos de la región también se redujo, lo que en la mayoría de los países significó una ampliación de la capacidad fiscal de los estados para actuar para mejorar las condiciones de vida de sus poblaciones. En México a la reducción de la deuda pública externa correspondió una ampliación de la deuda interna.
Durante esta década, las remesas de los migrantes latinoamericanos fueron un apoyo importante para muchas familias. En algunos países el monto de estas remesas llegó a representar casi tres puntos porcentuales del PIB, permitiendo que la pobreza disminuyera. En la región los organismos financieros internacionales, que en los años ochenta y noventa habían conducido las reformas neoliberales que privatizaron casi todos los ámbitos de la acción estatal, prácticamente desaparecieron luego que Argentina y Brasil prepagaron sus deudas con el FMI.
El capital extranjero que había ampliado sus áreas clásicas de intervención, para hacerse cargo de la producción de petróleo y gas, así como la extracción de minerales, fue retirado paulatinamente por la decisión de gobiernos democráticos. En general, los fundamentos económicos de los países de la región son mucho mejores que en otras crisis: ha habido crecimiento, los precios en general se han incrementado a tasas ligeramente superiores a las de los países desarrollados, el resultado de las cuentas fiscales ha estado muy cercano al equilibrio, las cuentas externas están en niveles adecuados.
Con la crisis la región está enfrentando una disminución sensible de su crecimiento que sólo podrá acotarse por políticas públicas contra-cíclicas. La determinante fundamental para instrumentar estas acciones está en la disponibilidad de recursos. La hacienda pública puede ser una fuente suficiente de estos recursos cuando se trata de estímulos que se generan a través del gasto o con reducciones tributarias, o bien hará falta acudir a las reservas en el caso de operaciones en dólares. Por supuesto, también tiene que considerarse la situación de los sistemas financieros locales y de la ubicación de las importaciones en la oferta global.
En un documento reciente (La reacción de los gobiernos de América Latina y el Caribe frente a la crisis internacional), Cepal ha presentado un cuadro sintético de las medidas de política económica anunciadas por los gobiernos latinoamericanos hasta hace un mes. En él es posible comparar las acciones gubernamentales en cinco ámbitos: política monetaria y financiera, política fiscal, política cambiaria y de comercio exterior, políticas sectoriales y políticas laborales y sociales.
Destacan las medidas brasileñas, entre las que se cuentan un incremento al salario mínimo de 12 por ciento, ampliación del seguro de desempleo, facultades al banco central para intervenir las instituciones financieras, la inversión pública se amplía para acelerar el crecimiento, reducciones impositivas, apoyos extraordinarios al sector agrícola y a la construcción de vivienda, créditos directos otorgados por las instituciones estatales para compras de inmuebles. En contraste, el plan mexicano también sobresale pero por sus limitaciones, lo que acredita la calidad de la gestión gubernamental. El problema no es que nuestro gobierno está reprobado, sino que su incapacidad nos afectará a todos.
o_selley2001@yahoo.com
Ángel Guerra Cabrera: El Salvador: la esperanza venció al miedo
Olga Harmony: Saraband

José Luis Calva
Motores del crecimiento

La ilusión gubernamental de que la economía mexicana estaría “blindada” contra la recesión estadounidense se desvaneció definitivamente con los desplomes del PIB y del empleo observados en el cuarto trimestre de 2008.
Pero hay un nuevo ciclo de ilusión-desilusión en puerta, porque la visión según la cual México será una de las cinco economías más grandes del planeta se verá también desmentida si no introducimos cambios fundamentales en nuestra estrategia económica.
La razón es sencilla: la economía mexicana carece de motores internos para impulsar su propio crecimiento.
Para empezar, recordemos que nuestro país carece de una política monetaria orientada al crecimiento sostenido del producto nacional y del empleo (véase nuestra entrega del 5/III/09). Se trata de una excentricidad en el área del TLCAN, porque los bancos centrales de nuestros socios (Estados Unidos y Canadá) tienen como mandato no sólo cuidar la estabilidad de precios, sino también el crecimiento económico y el empleo, mientras que nuestra autoridad monetaria sólo tiene como mandato el control de la inflación.
En segundo lugar, recordemos también que México carece de una política fiscal orientada al crecimiento económico y el empleo, porque la única responsabilidad que la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria asigna a la SHCP consiste en cumplir las metas de balance fiscal (véase nuestra entrega del 12/III/09). Se trata de otra excentricidad, porque nuestros socios en el área del TLCAN, así como las economías más exitosas de planeta, aplican agresivas políticas fiscales contracíclicas en casos de recesión.
En tercer lugar, México carece de políticas industriales sectorizadas para incentivar el desarrollo de largo plazo, debido a su perseverante fidelidad al fundamentalismo de mercado. Por el contrario, la historia económica muestra que tanto en Europa como en Estados Unidos y más aún en Japón, Taiwán o Corea del Sur la industrialización exitosa derivó de especialidades adquiridas a propósito, e impulsadas con instrumentos sectoriales de política industrial. Las ganancias agregadas de las redes o complejos productivos, así como su incidencia sobre el desarrollo de capacidades tecnológicas, han sido criterios nodales para la selección de las industrias promovidas con políticas específicas. Por eso, con harta frecuencia —y de manera muy señalada entre las economías emergentes de Asia— los instrumentos de política industrial aparecen integrados en “trajes a la medida”: el crédito preferencial, la construcción de infraestructura, los subsidios directos, las compras de gobierno, etcétera, se integran en paquetes de apoyo contra compromisos de desempeño por las industrias seleccionadas.
En cuarto lugar, en la economía globalizada en la que la diferencia tecnológica aporta a la base de la competencia para destruir al rezagado, la innovación, la educación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología desempeñan un papel crucial en el desarrollo económico. Pero México carece también de este motor no sólo por los exiguos recursos canalizados a la ciencia y tecnología, sino también porque el sistema de educación pública básica y media se encuentra capturado por un poder fáctico corporativo que obstruye el desarrollo.
En quinto lugar, las economías más exitosas del planeta disponen de marcos jurídicos e institucionales para poner límites a los abusos de los poderes económicos dominantes (monopolios u oligopolios), a través de una espesa red de instrumentos que protegen y promueven el interés público y el desarrollo económico general. Pero México carece también de este motor del desarrollo: las instituciones reguladoras se encuentran capturadas o son anuladas por el enorme poder de los monopolios u oligopolios.
En sexto lugar, para el desempeño eficaz de las funciones del Estado las economías más exitosas han incrementado considerablemente sus ingresos tributarios. México está empantanado.
Por eso, no hay que hacerse ilusiones: mientras México no disponga de sus propios motores de crecimiento económico, será imposible que escape de la mediocridad.
Investigador del Instituto deInvestigaciones Económicas de la UNAM

Lydia Cacho
Plan B
Patriotas patito
Desde que era pequeña mi abuelo paterno, que era un militar conservador, gustaba de que su hermana, la tía Eloína, nos llevara a pasear en el Castillo de Chapultepec. Confieso que era maravilloso escuchar las anécdotas de la tía abuela sobre los niños héroes. En aquellos tiempos, hace por lo menos tres décadas, imaginaba a los cadetes enrollados en la bandera lanzándose al vacío para defender a una patria llamada México.
Muchos años después resulta mucho más difícil imaginarme a Felipe Calderón embalsamado en el lábaro patrio por las declaraciones del gobierno estadounidense sobre la corrupción mexicana y la infame guerra contra el narcotráfico.
Los que se enroscan en la bandera por las declaraciones sobre corrupción mexicana se equivocan. Nadie ha dicho que el gobierno estadounidense sea moralmente superior al mexicano; basta decir Bush para entenderlo. Lo que sí digo es que México le pidió al vecino yanqui un préstamo multimillonario llamado Plan Mérida, para entrar a una guerra cuyo cuartel son nuestras calles, los barrios en los que caminamos las mujeres, en los que circulan los niños y niñas que van a la escuela. La guerra contra el narco no se da en espacios aislados, sino en el país entero; en el nuestro, donde las mujeres y hombres hemos aprendido a fuerza de sufrimiento y responsabilidad a reclamar nuestra voz y nuestro voto.
En México, que nos quede claro, nada es gratuito. Y el gobierno estadounidense lo sabe. Por eso pide cuentas, por eso pone límites. Y lo que resulta inaceptable es comprarse el teatro de quienes han pedido asistencia económica, armamentista y militar, y luego se niega a la supervisión. Todo tratado político tiene un precio.
Sí, los estadounidenses venden armas porque su ley lo permite por lamentable que ello sea, pero los mexicanos compran armas porque nuestras fronteras, porosas e ineficientes, permiten la entrada de esas armas. Según los especialistas en seguridad nacional, al menos 50% de las armas ilegales entran a México a través del tráfico ilegal orquestado por cuerpos policiacos aztecas. Los estadounidenses tienen sus propias reglas, los mexicanos casi ninguna para entrar por la frontera norte hacia el sur.
Para frenar el tráfico de armas sí es necesario un acuerdo binacional, pero sin duda la primera regla es mirar hacia adentro. Habría que preguntarnos cuántos agentes aduanales en la frontera norte revisan las cajuelas. Cuántos hablan árabe e inglés. Cuántos se venden por 100 dólares. Cuántos policías tienen un arma oficial y una propia.
Mi abuelo, el militar, decía que el buen juez por su casa empieza. Él, como muchos que están muertos, tenía razón. Hoy me rebelo contra el patriotismo patito, caricaturizado. Antes de lanzarnos al vacío de la falsa dignidad, revisemos las deficiencias propias.

Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Iglesia entrometida
Ahora sólo falta que desde el púlpito nos digan por quién votar: como si no hubiera existido jamás una Reforma; como si jamás se hayan separado la Iglesia y el Estado; como si la Revolución resultase inútil y como si la revuelta cristera no nos hubiese manchado de sangre.
Desde luego, no son nuevas ni la sujeción ni la alcahuetería ni las complicidades de la jerarquía católica con el poder. Desde la Conquista, ésta se hizo a sangre, fuego y a cruz. Aunque justo sería deslindar a curas magníficos como Hidalgo y Morelos, como Sergio Méndez Arceo, Samuel Ruiz, Raúl Vera, Miguel Concha y Luis Arriaga en tiempos recientes, que han cumplido su vocación pastoral. Igual hay sacerdotes inolvidables como el queridísimo y controversial Alejandro García Durán o el padre Chinchachoma, que viniendo de España a una escuela pirrurris acabó entregado a los niños de la calle en una obra que tras su muerte continúa. Pero la verdad, son garbanzos de a libra. Luces aisladas en una Iglesia cada vez más oscura. Excepciones que confirman un acercamiento aún más impúdico con hombres y mujeres del poder y una distancia ya infinita con sus feligreses.
En México tan sólo en los tiempos recientes sobran episodios para ilustrar este pecaminoso maridaje: recuérdese en el 68 al cura de San Miguel Canoa, Puebla, que haciéndole juego al gobierno diazordacista incitó al pueblo al linchamiento de unos excursionistas por el pecado de parecer estudiantes; también a los Arellano Félix con Prigione en la bendita nunciatura del DF; la aún extraña muerte del cardenal Posadas y los inacabables testimonios de obispos codeándose con la crema y nata de los capos del narco a lo largo y ancho del país; o metiéndole miedo a la gente en los sermones del 2006.
Ahora llama la atención el descaro con el que la jerarquía mete sus narices en el proceso electoral en flagrante violación constitucional. Salen con una injerencia lambiscona a favor, claro, del patrón federal en turno. Descaradamente piden a sus aún fieles no votar por el PRI debido a su negativa para avalar tal cual la iniciativa calderonista de Ley de Dominio, que no es otra cosa que el decomiso ipso facto de bienes de todo aquel sospechoso de pertenecer o servir al crimen organizado. Aunque, más allá del debate sobre la propuesta, está el intervencionismo injerencista eclesial al que sólo le falta decir que votemos por el PAN para contentar al Señor —de Los Pinos, claro— y ser todos muy felices acá en la tierra.
Donde por cierto se nota la mano de mártires de la buena vida como Norberto Rivera, al que exhibieron testimonios sobre su protección a por lo menos un sicópata cura pederasta, aunque ahora parezca absuelto. O el campeón del campo —de golf, faltaba más— Onésimo Cepeda, que oraba para que al gobierno dejara de temblarle la mano y se cargara a 300 o 400 de los de Atenco con tal de que se construyera el nuevo aeropuerto. Es su modo de practicar la caridad cristiana.
Por cierto, no se necesita ser ateo para renegar de esos curas. Yo, por ejemplo, me considero religioso y católico, pero no podría ser riverista u onesimista. Es como si se confunde el ser de izquierda con ser del PRD. Vámonos respetando, ¿no?

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