7/11/2011

Grete Stern, el Feminismo en fotomontajes

julio 10, 2011

Expresó lo que permanecía latente en el inconciente social de la época

Por: Teresa Sosa

Grete Stern comunica su clara postura frente a la “función” femenina en la sociedad, sus fotomontajes muestran un cierto desapego e ironía hacia el hombre e inclusive, hacia la misma mujer. Muestra en sus imágenes, con un cierto dejo de burla, la “utilidad” de la mujer en su época, sus quehaceres y roles. Como también en otras, la posición idealista que ésta pretende comunicar.

Grete Stern (1904-1999) nace en Wuppertal-Elberfeld, Renania, una zona industrial del noroeste de Alemania y comienza sus estudios de artes gráficas en la Kusnstgewerbeschule de Stuttgart.

En la década de 1920 mientras exprimentaba el dibujo, trabajó en diseño publicitario. Fue entonces -comenta Luis Priamo, amigo y biógrafo de la artista-, que una muestra de fotos le reveló las posibilidades del medio fotográfico.

Posteriormente se forma en la Bauhaus, donde conoce al que será su mayor influencia en esta época, Walter Peterhans. Es en el estudio de éste donde conocerá a Ellen Auerbach. Juntas iniciarán una andadura en el mundo de la publicidad y el diseño gráfico.

Allí conocerá a su marido, el fotógrafo argentino Horacio Coppola. Tendrán una niña llamada Silvia. Los problemas burocráticos les obligarán a trasladarse primero a los Estados Unidos y posteriormente a Argentina.

Arribo a Argentina

Embarazada de su hija Silvia, viajan en agosto de 1935 a la Argentina. Buenos Aires se convierte en esta época en una ciudad de destino para los artistas exiliados de Europa. Allí intentarán Grete y Horacio difundir las teorías importadas sobre la fotografía y la expresión artística en general.

Dos meses después exhiben sus trabajos en los salones de la Editorial Sur (centro prestigioso de la vanguardia literaria argentina), invitados por Victoria Ocampo, directora y dueña de la revista y la editorial homónima. La crítica de la época fue ciega al material que componía tal muestra. “Cuando empecé a trabajar en Buenos Aires, esta manera mía de retratar dio origen a muchas críticas. Opinaron que mis retratos eran grises, neutros, sin expresión. Para el público era una novedad que no se viera la sombra negra de la nariz en el retrato. Pero poco a poco entendieron mis retratos y tuve éxito

Después su casa familiar en Buenos Aires llegó a ser un punto de encuentro de intelectuales. Entre las amistades que la frecuentaban estuvieron figuras como Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Renate Schottelius, Clement Moreau, etc. Entre las personalidades internacionales a las que retrató con sus fotos hechas a, entre otros, Bertolt Brecht o Jorge Luis Borges

Revista ‘Idilio’

Llegamos a la época en la que Grete realiza el trabajo de la colección Sueños. Esta serie de fotomontajes se publicaron en la revista Idilio, fundada en octubre de 1948 y principalmente dirigida a mujeres de clase humilde.

A los ojos de los intelectuales de la época será una revista de escaso interés. Desde el primer número, el semanario incluye un consultorio donde las lectoras pueden enviar relatos de sus sueños para que sean interpretados por un psicoanalista, en una sección denominada ‘El psicoanálisis te ayudará’.

El texto irá a cargo de Richard Rest, un pseudónimo tras el cual se escondían varias personas: Gino Germani (creador de la editorial argentina Paidós) y Enrique Butelman. A Grete se le encomienda la singular tarea de ilustrar estos sueños enviados por las lectoras de Idilio y lo llevará a cabo eligiendo para ello la técnica del fotomontaje. Gino Germani, que era sociólogo, le propuso una idea genial: él interpretaría un sueño descrito por una de las lectoras de la revista Idilio, y Grete lo ilustraría fotográficamente

Bajo el rótulo de “El psicoanálisis le ayudará”, Germani (tras el disfraz de Richard Rest) acometía la libre interpretación. La nota salió semanalmente, durante tres años, con los montajes fotográficos de Grete. Se publicaron cerca de ciento cincuenta trabajos: la serie de montajes más importante y numerosa que se realizó en el país.

Los textos de los sueños, entregados por Germani, eran casi siempre copias de las cartas enviadas por las lectoras. Luego de conversar sobre el sueño que trabajarían, Grete realizaba la combinación creativa y desarrollaba libremente su punto de vista personal sobre el o los temas que focalizaría. Los fotomontajes se publicaban con diversos títulos como, “Niño flor”, “Artículos eléctricos para el hogar”, “Fracturas”, “El ojo eterno”. Tanto los nombres como los fotomontajes tenían cierto halo inquietante y perturbador.

Luis Priamo deduce que: “Para Grete, cuyo sentido de la independencia de la mujer era muy fuerte, su actitud crítica respecto de los valores dominantes que la constreñían y limitaban formaba parte de su idiosincrasia, la posibilidad de expresar sus puntos de vista sobre estos problemas a través de los fotomontajes, se le ofreció de un modo natural. (…) La mujer de los sueños de Grete es un ser angustiado y oprimido. sus placeres son patéticos, igual que sus frustraciones; y cuando se la ve activa y dominante, es tan cruel como el mundo que la agobia.(…) encerrada en una botella al borde del mar, su destino es incierto y azaroso, tanto si ha llegado de un largo viaje, llevada y traída por las corrientes marinas, como si aún no lo inició. Una mano ajena la arroja o la arrojará al mar, para que otra -acaso- la recoja. Mensaje desesperado; grito o gemido de soledad para que alguien lo escuche. Sin embargo, ella mira el cielo y sonríe. (…) orgullosa de su figura, se muestra en pose de estatuilla para servir como pie de velador en la mesa de luz de su hombre”.

Desde esta perspectiva: mujer cosificada, convertida en útil trivial, Grete respondió mordazmente y echó su ácida crítica sobre el machismo preponderante; tanto el del hombre como el de la mujer. Y tal vez lo que más la sublevó, fue que ese sometimiento estuviera asimilado socialmente, interiorizado por sus víctimas.

Resulta irónico que este trabajo fuese realizado en una revista dirigida a las masas, repleta de contenidos fútiles, dirigida a un arquetipo de mujer que es el que ella cuestiona con su arte. Es un juego agudo e inteligentísimo: la contraposición de la convencionalidad del medio de difusión utilizado y la firme rebeldía feminista que emana de sus contenidos.

La obra llama la atención por diversos elementos. La primera, por la composición surrealista que llega a crear con fragmentos de fotos, algunas de las cuales son realizadas expresamente para estos trabajos y otras extraídas del archivo personal de la autora.

Segundo, porque, excediéndose de las interpretaciones escritas realizadas por el psicoanalista que comenta el sueño, los mensajes de Grete son ingeniosamente revolucionarios.

Confrontación y transgresión

Gran parte de los fotomontajes están repletos de símbolos de opresión y de liberación y para ello Grete Stern utiliza la simbología universal, aplicada magistralmente a la técnica del fotomontaje: jaulas, mujeres representadas como aparatos eléctricos, maridos que se convierten en extraños animales, mujeres que sueñan con la luna, etc.


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