7/15/2011

Para salir del hoyo


Leonardo García Tsao
Foto
Nicole Kidman y Aaron Eckhart en una escena de Al otro lado del corazón

Tal vez no exista para el ser humano adulto peor tragedia que la muerte de un hijo. Ciertamente la connotación de dolor incalculable y sensación de pérdida lo ha vuelto tema común en el cine reciente. Desde La habitación del hijo (Nanni Moretti, 2001), hasta Anticristo, de Lars Von Trier (2009), pasando por 21 gramos (González Iñárritu, 2003), diferentes cineastas han abordado esa situación con diferentes intereses expresivos.

Dirigida por John Cameron Mitchell, Al otro lado del corazón es otra variante de una trama que se ha vuelto demasiado familiar. Becca (Nicole Kidman) y Howie (Aaron Eckhart) parece una de tantas parejas que llevan una vida acomodada en un suburbio neoyorquino. Sin embargo, los síntomas de tensión son obvios. Ambos acuden a un grupo de apoyo para padres que han perdido a sus hijos y Becca no tolera que una mujer explique su tragedia en términos de plan divino.

A partir de esa secuencia, se establece que Becca y Howie intentan sobrellevar la muerte accidental de su hijo Danny, ocurrida hace ocho meses, de formas muy distintas. Mientras el hombre trata de aferrarse a los objetos significativos del niño, ella intenta deshacerse de ellos. Pero al mismo tiempo, Becca es quien mantiene más expuesta su herida existencial, por lo que su relación con su hermana Izzy (Tammy Blanchard) y su madre (Dianne Wiest, siempre bienvenida) detona con frecuencia en arranques de rencor y reproche. Las emociones de la mujer se encuentran tan sobre el filo de la navaja que hasta se pelea en un súper con una desconocida, que no quiere comprarle un dulce a su hijo.

Al otro lado del corazón está basada en la premiada obra The Rabbit Hole y ha sido el propio dramaturgo David Lindsay-Abaire quien se ha encargado del guión cinematográfico. Por mucho que se ha intentado ventilar la trama, el origen teatral expone sus raíces en los cargados intercambios de la pareja, la médula del asunto. Resulta claro por qué Kidman fue quien escogió el proyecto para sí misma (ella funge también como productora). La actriz reconoció el tipo de material con el que podría desempeñar un matizado dramatismo. Aún con los labios hinchados por el colágeno, Kidman ha recuperado sus líneas de expresión, por lo cual su encarnación de Becca es prueba de cómo había desperdiciado sus talentos en años recientes, paralizada por el bótox. Aunque el papel de Eckhart es menos complejo, el actor le aporta un aire de solidez a punto de cuartearse.

Sin embargo, el giro más sorprendente lo ha hecho el director. Sus dos películas previas, Hedwig and the Angry Inch (2001) y Tu última parada (2006) eran trabajos imperfectos, toscos, pero desparpajados; ambos testimonios de la militancia gay de su autor. En el caso de Al otro lado del corazón ha hecho a un lado todo el tono subversivo de esos antecedentes, al remplazarlo con una resolución formal genérica, no muy diferente a la empleada en los dramas televisivos. Si su intención fue demostrar que podía hacer una película bien pensante pero anodina, lo ha conseguido.

En efecto, a pesar de una honestidad emocional que evita el melodrama, no estamos ante una realización que sacuda y conmueva al espectador. Un tema así de fuerte se merece una resolución menos superficial.

Al otro lado del corazón

(The Rabbit Hole)

D: John Cameron Mitchell/ G: David Lindsay-Abaire, basado en su propia obra de teatro/ F. en C: Frank G. De Marco/ M: Anton Sankon/ Ed: Joe Klotz/ Con: Nicole Kidman, Aaron Eckhart, Dianne Wiest, Miles Teller, Tammy Blanchard/ P: Olympus Pictures, Blossom Films, Odd Lot Entertainment. EU, 2010.

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