Por
Carlos Acosta Córdova Y Juan Carlos Cruz Vargas
, (apro).- El detalle, en el que pocos repararon, da cuenta de la importancia que Donald Trump le da a México:
El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, estando en París en
una cumbre ministrial de la OCDE, se enteró una hora antes de la
decisión del gobierno estadunidense de imponer aranceles, a partir del 1
de junio, a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio a Estados
Unidos, de 25% y 10% respectivamente.
Guajardo operó rápidamente con su equipo en México, y minutos después
de que el secretario de Comercio estadunidense, Wilbur Ross, hiciera el
anuncio oficial, la Secretaría de Economía hizo pública la respuesta
–que ya tenían preparada con antelación, según reveló el propio
secretario mexicano– , en son de represalia, a la decisión de Trump, que
también aplicó para Canadá y la Unión Europea.
Y la respuesta fue imponer aranceles también a productos provenientes
de Estados Unidos como aceros planos (lamina caliente y fría, incluidos
recubiertos y tubos diversos), lámparas, piernas y paletas de puerco,
embutidos y preparaciones alimenticias, manzanas, uvas, arándanos,
diversos quesos, entre otros, hasta por un monto equiparable al nivel de
la afectación, que es de cerca de cuatro mil 200 millones de dólares.
Canadá y Europa se tardaron más horas en responder. La noche del
jueves, en conferencia de prensa, el primer ministro, Justin Trudeau
consideró que las medidas adoptadas por el gobierno de Trump eran
“totalmente inaceptables” y una afrenta a las relaciones entre ambas
naciones, especialmente “a los miles de canadienses que han luchado y
muerto junto con sus hermanos estadounidenses en armas”.
Y amenazó con responder en la misma proporción y litigar el asunto en
la Organización Mundial del Comercio, en las instancias jurídicas
propias del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) e,
inclusive, a nivel bilateral. Lo mismo hicieron los países europeos,
particularmente Alemania, que manifestó con mayor contundencia su
repudio a los aranceles de Trump.
El caso es que, y ahí viene el detalle, que ni Donald Trump ni nadie
de su gobierno hizo caso de las críticas de México y su respuesta
inmediata.
A Trump sólo le mereció la pena contestarle a Trudeau. Por su
tradicional vía, su cuenta de Twitter, dijo que Canadá ha tratado muy
mal, restrictivamente y por muy largo tiempo, a los agricultores y al
mismo mercado agrícola norteamericano Y exigió: “Deben abrir sus
mercados y derribar sus barreras comerciales! Reportan un superávit
realmente alto en el comercio con nosotros”.
Para México ni un comentario…hasta el viernes.
Los aranceles para el acero y el aluminio, así como para los demás
productos decididos por México, no significan ni el 2% del total del
comercio entre México y Estados Unidos, según el Secretario de Economía,
quien sugirió que si bien los dos países pierden en la misma
proporción, para Estados Unidos fue un auténtico balazo en el pie, pues
ellos son superavitarios en acero y aluminio con México y afectarán a
las muchas y muy diferentes empresas que usan esos insumos.
Más allá de las cifras y de que Trump haya ignorado la respuesta de
México, para los industriales nacionales, si el conflicto comercial
escala a niveles cada vez más altos, se podría poner en jaque al sector,
por la ausencia de una política industrial que permita blindarse ante
decisiones como la del republicano.
La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), lo resumió de esta manera al fijar su postura:
“Esta determinación de Estados Unidos muestra la necesidad de contar
con un proyecto de desarrollo industrial que favorezca el contenido
nacional y la integración productiva de cadenas de valor para no estar
sujetos a cambios unilaterales que puedan suscitarse de cualquier país”,
señaló el organismo empresarial presidido por Francisco Cervantes Díaz.
Y quien de plano encendió las luces de alarma fue la Cámara Nacional
de la Industrial del Hierro y del Acero (Canacero) que advirtió en un
comunicado, “dado el rompimiento de las reglas de mercado y las
distorsiones que se generarán a partir de ello, el gobierno de México
debe estar preparado para adoptar las medidas adecuadas e inmediatas
ante sus efectos, a fin de evitar que esta problemática se traduzca en
cierre de empresas y la pérdida de decenas de miles de empleos”.
Se trata de declaraciones del organismo que tiene como socios a
empresas prominentes como Altos Hornos de México, de Alonso Ancira;
DeAcero, de Raúl Gutiérrez Muguerza; Tenaris Tamsa, en la que Guillermo
Vogel es vicepresidente; Tubacero, de Jaime Woldenberg Marcovich entre
otras.
El jueves 31 de mayo el anuncio de la imposición de los aranceles
para estos productos claves en la industria como la construcción y la
automotriz, también noqueó al peso mexicano, que tuvo su segundo peor
nivel en lo que va del 2018: El dólar se cotizó hasta en 20.35 pesos en
ventanillas bancarias, lo que significó un desplome del 6.51% respecto
la sesión anterior.
Para el presidente de la Confederación Patronal de la República
Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos Walther, quien participa
activamente en la renegociación del acuerdo comercial, el anuncio de
Trump, tiene miras de “guerra comercial” global, pero también “es un
ingrediente negativo” en los cuartos de negociación del TLCAN.
“Desde luego, no se puede negar que esto es un obstáculo, es un
tropezón importante, pero hay que preservar la negociación para lograr,
tan pronto como se pueda, concluirla y mantener el tratado en vigor.
Ciertamente es un ingrediente negativo y genera pesimismo en el proceso
de negociación, pero hay que seguir encontrando acuerdos en otras
áreas”, señala en entrevista telefónica.
–¿Existe presión para acelerar las negociaciones en ciertos temas atorados en la renegociación?
–Es muy difícil precisarlo. Hace tres meses se pusieron esas medidas
para otros países –como China–, mientras que México y Canadá quedaron
exentos, argumentando que se estaba en proceso de negociación.
Precisamente cuando Wilbur Ross habló esta semana, sobre el tema, señaló
que el hecho de que se hayan aplazado reflejaban el poco avance de las
negociaciones. Si hay una relación causa-efecto, imposible negarla, más
sin embargo, me parece que esta medida ilógica va mucho más allá de la
zona de renegociación del Tratado. Estaba en el escenario y se dio.
Nueva realidad
En efecto, para el director del Instituto para el Desarrollo
Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), José Luis de la Cruz
Gallegos hay una nueva realidad en el tablero de ajedrez comercial,
además de una nueva tendencia en la globalización que también deja ver
el abandono de la política industrial de México en las últimas décadas.
Entrevistado en su oficina, enclavada en la zona industrial de la
colonia Granada, en la Ciudad de México, el también presidente de la
Comisión de Estudios Económicos de la Concamin apuntó:
“Trump no nos ha mentido. No nos gusta lo que está diciendo, mucho
menos lo que está haciendo, pero al final del día desde que era
candidato del Partido Republicano mencionó que no le parecía cómo se
había configurado el libre comercio al que Estados Unidos había entrado,
que lo iba a revisar, que se iba a salir del Tratado de Asociación
Transpacífico (TTP) y que iba a revisar el TLCAN, así como la relación
con China.
“El problema fue que no le creímos. Aun cuando asumió la presidencia
se subestimaron los cambios que él quería hacer. Entonces, el primer
problema que enfrentamos es que al no creerle nos llevó a perder tiempo y
no generamos una estrategia contingente para enfrentar este desafío”.
De acuerdo con el especialista “Estados Unidos ya venía buscando
proteger a los productores de la competencia desleal de China. Lo que me
parece es que Trump utiliza esto para presionar a Canadá y México y
negociar rápidamente, favoreciendo los términos de los propios
norteamericanos el TLCAN. Al final del día Trump sabe que nuestro país,
no es peligro en términos de acero para la seguridad nacional, nosotros
somos deficitarios en acero, aluminio y en sus productos
manufacturados”.
Según información del Census Bureau de Estados Unidos, durante 2017
México exportó a Estados Unidos mil 972 millones de dólares clasificados
como fundición de hierro y acero. Ello representó solo el 6.21% del
total de importaciones norteamericanas en dicho sector. Mientras que el
saldo comercial con México fue favorable para los estadunidenses por dos
mil 766 millones de dólares.
En el mismo periodo, México exportó cuatro mil 532 millones de
dólares de manufacturas de hierro y acero a Estados Unidos, lo que
representa 11.6% del total de lo que ellos compran.
En suma, la balanza comercial fue positiva para la primera potencia
del orbe por 665 millones de dólares con la economía mexicana, mientras
tuvo un déficit con China por 11 mil 600 millones de dólares.
En el caso del aluminio y sus manufacturas Estados Unidos registró un
superávit con México de dos mil 810 millones de dólares y con China un
déficit de dos mil 50 millones de dólares.
Según el reporte elaborado por el IDIC, publicado esta semana y
titulado Guerra Comercial en América del Norte: ¿Acero y Aluminio
anuncian fin del TLCAN? para México el mensaje es claro:
“La apertura comercial se modificará, hay una nueva tendencia en la
globalización, incierta por su naturaleza. El combate a la competencia
desleal y al incumplimiento de los acuerdos comerciales que no se quiso
dar hace unos años hoy es inevitable. El gobierno mexicano y los propios
candidatos a la primera magistratura deberán tener un plan contingente
para enfrentar la nueva realidad”.
El especialista considera que el problema es estructural.
Explica: “México se conformó con que la mitad de sus exportaciones
estén dominadas por la maquila, es decir, ensamblar. No tiene mayor
participación en la innovación, en la transformación de muchos de sus
insumos, hoy los insumos que compramos a otros países superan los 300
mil millones de dólares, que para darnos una idea esto es el equivalente
al 30% del PIB del país. ¡Nada más en insumos intermedios!”, dice el
también doctor en Administración en el Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
El costo de delegar el crecimiento en EU
De acuerdo con el texto titulado Hacia un Plan Nacional de Desarrollo
Industrial para México, elaborado por De la Cruz Gallegos, junto con la
profesora e investigadora de la Universidad Anáhuac, Derna Vanessa
Veintimilla Brando, enmarcado en la obra México 2018. La Responsabilidad
del Porvenir, editado de manera conjunta por el IDIC, el Colegio de
México y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), las consecuencias son graves.
“Al no incorporarse una nueva visión productiva, que vaya más allá
del comercio internacional, el resultado de la renegociación –del TLCAN–
será limitado y para México representará el costo de ‘dormirse en sus
laureles’, una factura que incidirá sobre la economía y sociedad
mexicana”.
Constituye, acota, el costo de haber delegado la responsabilidad del crecimiento al comercio con Estados Unidos.
En otras palabras, la consecuencia natural de la “monoglobalización”
mexicana fue el hecho de tener muchos tratados comerciales firmados en
donde solo uno genera un intercambio económico vigoroso, que es el
TLCAN.
El profesor de cátedra en el Doctorado de Ciencias Financieras de la
EGADE Business School explica a Apro que “esto nos habla de la ausencia
de una política industrial que fuera, sí, de reconocer que la
globalización era un hecho, pero que tenía que aprovecharse la
globalización con un punto de vista de interés nacional, es decir, de
fomento a nuestras empresas, de generar encadenamientos entre las
mismas, fundamentados en productividad, en un entorno de mayor
competitividad”.
En este entorno, los mayores desequilibrios del déficit comercial de
México se encuentran en los sectores manufactureros de Plástico;
Máquinas, aparatos y artefactos mecánicos, reactores nucleares,
calderas; partes de estas máquinas, equipo de cómputo; Fundición, hierro
y acero, Productos químicos orgánicos, Aluminio y sus manufacturas;
Máquinas, aparatos y material eléctrico, y sus partes; aparatos de
grabación o reproducción; entre otros.
“La mayor parte del déficit se da en productos estratégicos para la
producción industrial y es el resultado de la importación de insumos
intermedios y bienes de capital que representan la ruptura de cadenas
productivas y explican el bajo contenido nacional de las exportaciones.
En estos sectores en donde se debe trabajar para reducir los
desequilibrios comerciales que tiene el país con el mundo”, plantea De
la Cruz Gallegos.
No obstante, la concentración es mayor con respecto a los países
destino: cinco naciones adquieren el 87.3% de las exportaciones
mexicanas: Estados Unidos, Canadá, China, Brasil y Colombia, sin
embargo, solo uno concentra el 81% de las mismas: Estados Unidos.
Y eso que somos uno de los países más abiertos y con un mayor número de acuerdos y tratados comerciales en el mundo.
Finalmente, sobre el impacto de los aranceles en la renegociación del
TLCN, el presidente nacional de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, confía
en que Estados Unidos continúe en la mesa de renegociación del Tratado.
“En primer lugar. Lo que se puede destacar es que mientras duran las
negociaciones, el tratado está en vigor y eso es bueno para México; lo
que se ha avanzado hasta la fecha hacen poco probable, no imposible, que
Estados Unidos se retire del acuerdo. En segundo lugar, han sido muchos
los legisladores, líderes empresariales, especialistas norteamericanos
que dicen que sería impensable abandonar el acuerdo”, señala.
Luego, concluye en entrevista:
“Lo que se ha logrado de manera contundente en los últimos meses es
que los grupos de poder, los sectores económicos de ese país están
alineados en su inmensa mayoría en mantenerse en el tratado. Yo veo
remoto que a estas alturas, se pueda retirar Estados Unidos”.
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