El partido Nueva Alianza de la coalición "Todos por México" (PRI, PVEM y NA), creó la "miniserie" La decisión de Bety
en la que por analogía, en sus dos primeros capítulos nos sugiere por
quien no votar. La desafortunada analogía es la siguiente: Bety, una
joven mexicana de la clase media acomodada tiene tres "enamorados".
Hasta este momento sólo nos han mostrado sus sentimientos hacia dos de
ellos. En resumen: uno no le interesa, el otro tampoco, pero ella cede
porque él es muy insistente. Insisten:
Nos falta el tercer
candidato a la manita de Bety. Ya el suspenso se vuelve insoportable:
¿cuáles son las características del aspirante? ¿será el adecuado? ¿qué
le propone a Bety? ¿se llama José Antonio? ¿se querrán para siempre?
¿encontrarán sus padres a José Antonio lleno de virtudes y aprobarán la
elección de su hija? ¿el matrimonio será en la Profesa? ¿y el brindis?
¿Club de Reforma cubrirá el magno evento? ¿y la revista Quién?
Nos
dicen en el anuncio de la miniserie: "Bety tiene una cita con el
destino y su tiempo se agota". Más allá del juego de dos pistas:
elecciones a la presidencia, elección de una pareja, me concentro en el
tan misterioso personaje femenino: ¿Quién es Bety y qué quiere? A las
alturas del segundo capítulo pareciera que Bety está obligada a elegir
una pareja. No se entiende por qué la urgencia. Pero es inminente. Nos
da la impresión de una buena muchacha dócil y reposada (¿estudia?
¿trabaja? ¿ambas posibilidades? ¿lee? ¿va al cine? ¿tiene amigas/os?),
pero no se confíen, sin la guía amorosa y firme de sus padres sería
capaz de provocar cantidad de estropicios. Actuar así nada más, como una
boba desmecatada.
"Pero no sólo es tu vida mi amor, es la de
todos", le dice el padre escandalizado (pero dulcísimo, eso sí), ante el
novio que les presenta. "Su tiempo se agota". Pobre Bety, no sólo tiene
que elegir con urgencia (¿temerá "quedarse"? ¿estarán en peligro su
honra y su buen nombre? Así, como personaje femenino del siglo XIX),
sino que su decisión afectará la vida de "todos". Generaciones de
"todos" la contemplan. ¿Qué será del clan si ella da un mal paso?
Bety
desayuna tranquilamente en la cocina de su casa, conversa con su mamá,
suena el teléfono: la llama "un tal Ricardo". "¿Cómo supo tu teléfono?",
pregunta la madre. "Se lo sacó a Margarita con engaños, sólo quiere
hacer su voluntad". Y ¿qué creen? Ese Ricardo no sólo trató pésimo a
Margarita (y ahora quiere seducir a su amiga), sino que además, es
adúltero: "tiene una familia en Estados Unidos". Tremendo. Lo despachan
rapidito. La madre de alguna manera deduce que es un hombre muy joven
(aunque ya tuvo el tiempo de adulterios repetidos): "A ver chamaquito,
dice mi hija que no está, que por favor la deje de estar molestando".
Escena de complicidad madre-hija, sonrisas encantadas. Chocan manos.
Una se queda pensando en la familia en Estados Unidos, tristísima por la
esposa. ¿No sabe nada? ¿sospecha? ¿sabe pero así lo acepta? ¿la
educaron para la sumisión? ¿sufre? ¿es estoica? ¿por qué esta madre y
esta hija no muestran ni la más mínima solidaridad con ella? Qué poca
sororidad la de hoy en día, la mera verdad.
Segundo capítulo: el pedófilo
La
sala de la casa muy acomodadita. Bety junto a un hombre al que sólo
vemos de espaldas. Sus cabellos son blancos. "Papá, mamá, les presentó a
Andrés", dice ella con su párvula boca. Y toma su mano. "Y quiero
decirles que, que quiero vivir con él seis años". Qué bárbara Bety. ¿Y
como por qué seis años? ¿cómo hizo el cálculo? Los padres la miran
espeluznados. La Profesa, el brindis, la página de sociales vuelan por
la ventana. ¿Qué habrán hecho para merecerlo? Bety no ha entendido que
"no es lo mismo la libertad que el libertinaje", pensará su pobre madre.
Algo así bien estereotipado. "Desde que yo soy muy chiquita está
obsesionado por mí" (y se toma de los cabellos con carita de menor de
edad). ¿Desde que es "muy chiquita"? ¿qué edad es "muy chiquita"? Ahora
los atentos espectadores estamos tan aterrados como los padres. ¡Un
pedófilo! ¡No, por favor! Mejor que le responda la llamada al adúltero.
"Entonces,
quiero probar". "¿Probar qué?" Dice el padre. Muy buena pregunta, la
verdad. "Algo nuevo". "¿Nuevo?" Exclama el padre. Pues que tome clases
de mandarín, Bety. ¿No se le ocurre nada más que un novio que ni
siquiera la emociona para intentar "algo nuevo?" A nosotras -atentas
espectadoras- su ñoñez comienza a desesperarnos. "¿Neta?" Interviene el
hermanito que no estaba en la escena porque admiraba a los animalitos en
su pecera. ¿Esa pecera es una remembranza del PES? Onda, mensaje
subliminal.
¿O es una fina sugerencia del encierro clánico en
el que vive la pobre Bety? Sólo así se entiende su urgencia. Quiere
escapar de papá y mamá. "Siempre me habla muy bonito y, me dice lo que
quiero escuchar. Mejor diles tú Andrés". "No, no, no, con ese señor no
quero hablar. ¿Pues qué tanto le prometió a mi hija?" Bety y su sonrisa
prístina. Sus cabellos como ala de cuervo. Su infinita bobería.
El
momento cumbre de la miniserie es cuando Bety pronuncia la frase:
"Después de tanto insistir, ya le toca". Caray, es hasta obsceno. Bety
no elige, es elegida. Bety no desea, es deseada. Bety es capaz de
cederse a sí misma (como si estuviera en subasta), sólo porque el otro
insiste. Bety es objeto de deseo, pero ni se le ocurre -tan ingenua y
flor silvestre- que ser sujeto que desea existe. "Bety necesita buscar
el sentido de su vida", se dice una como espectadora. Muy compungida.
"Hay elecciones en la vida que no tienen marcha atrás", dice la madre,
con tonos de oráculo. Bety en segundos entra en razón. "Discúlpame
Andrés, lo voy a pensar más". Aplaudimos ante esa Bety reflexiva.
La
pregunta sigue siendo la misma: ¿qué quiere Bety? ¿se concede el
derecho a querer algo? ¿qué nos depara el tercer capítulo? ¿Bety
despierta, renta un departamento con sus amigas y se independiza de sus
padres? ¿Bety continúa con sus prisas, pero ya es libre de amar y desear
a José Antonio? ¿se lo van a imponer su papá y su mamá? O, podemos
soñar con un desenlace inesperado que explique sus marchas forzadas
hacia hombres que no le interesaban en lo más mínimo y que explique
también las siguientes frases incluidas en el anuncio de la miniserie:
"¿Renunciará Bety a la persona correcta por lo que diga la gente?". ¡Ya
entendimos! La espectadora se entusiasma: "No, Bety, por favor no
renuncies, no lo hagas. Es tu decisión sólo tuya".
Tercer capítulo
En
esa misma sala rodeada de fotos de familia (frente al hermanito y a los
peces), Bety -por fin- hace saber a sus padres que ama a Margarita.
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