Anaya, Meade y AMLO. Foto: Especial |
El asunto es de aspiración a la hegemonía, o bien, a la pretensión de
contar con un congreso y gobernadores afines, bajo el argumento de que
sólo así se puede avanzar en llegar a la Presidencia.
La cuestión radica en quiénes son los que acompañan a los candidatos
presidenciales, ya sea en las postulaciones a diputados y senadores, o
en los cargos legislativos o de gobiernos locales. Y, naturalmente,
ninguno sale bien librado.
El golpeteo a López Obrador ha colocado en el centro del mensaje de
José Antonio Meade, a Nestora Salgado que, como todo candidato o
candidata, debe ser sujeta al escrutinio público. Sin embargo, las
mentiras y el sesgo clasista de esa impugnación discursiva y legal, no
parecen ser el mejor ejemplo para cuestionar al tabasqueño, pues hay
otros perfiles que sí hacen vulnerable su oferta.
Por ejemplo, es más fácil cuestionar la designación de Julián
Leyzaola como candidato a diputado. Con denuncias por violaciones graves
a derechos humanos, no puede sin embargo convertirse en acicate de los
opositores, pues en el contraste, las otras alianzas tienen de todo: Por
México al Frente, postula a Miguel Ángel Mancera, que como jefe de
gobierno convirtió a la Ciudad de México en la entidad con más
agresiones a periodistas y defensores de derechos humanos, notorio su
talante represivo en contra de la protesta social.
O bien ¿qué podría decir el candidato del PRI al respecto cuando los
gobiernos de los que ha formado parte, más allá de personalizar, se han
caracterizado por ser los períodos más oscuros en la violación de
derechos fundamentales y ataque a quienes se les opusieron?
Los señalamientos de Meade y de Ricardo Anaya, han considerado
también cuestionar a López Obrador por incluir a sus hijos en la
estructura partidista. Y ese es otro tema en el que todos quedan mal. La
coalición que encabeza López Obrador no postula a sus hijos, como si lo
hace Por México al Frente entre muchos casos, en Veracruz, donde el
gobernador Miguel Ángel Yunes, intenta heredar el cargo a uno de sus
hijos, o en Puebla, donde es candidata la esposa de Rafael Moreno Valle
–por cierto, otro con altos índices de violación a derechos humanos y
represión durante su período–, al gobierno del estado.
En el PRI, están Sylvana Beltrones, hija del poderoso Manlio Fabio,
esposa del actual senador Pablo Escudero, como candidata al Senado, lo
mismo que un hijo de Emilio Gamboa Patrón, por mencionar dos ejemplos
inmediatos de quienes han convertido las fracciones legislativas del PRI
en un feudo personal desde hace años.
Sin embargo, poco se apunta al hecho de que dos hermanos políticos,
Rutilio Escandón y Adán Augusto López Hernández, de manera inminente
podrían gobernar, respectivamente, Chiapas y Tabasco, un amplio
territorio para cuñados con cercanía a López Obrador.
Y así podemos seguir: más parientes; sindicalistas polémicos;
exgobernadores y exalcaldes con pasivos morales y legales; actores,
deportistas y comunicadores o gente poco preparada para el servicio
público; políticos acusados de corrupción o con procesos penales
pendientes; empresarios con fortunas construidas al amparo del poder… En
todas las coaliciones hay a quienes se debe someter al escrutinio y,
apelando a la razón, definir si el “voto parejo”, el “voto útil” o el “3
de 3”, es viable o colocará en el poder a los peores más allá de
campañas negras o contracampañas.
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