Buchahin, quien tenía pendientes aún varias auditorías por completar,
dio a conocer una carta donde el actual titular de la ASF, David
Colmenares Páramo, le pidió la renuncia. En la parte medular de su
misiva, la auditora informa que “están en curso ocho auditorías forenses
y existen cinco propuestas más para investigar el Programa Anual de
Auditorías para la Fiscalización Superior (PAAF) de 2017. Dos de ellas
se refieren a denuncias documentadas y vinculadas nuevamente con Sedatu y
sus convenios con instituciones públicas de educación superior en 2016,
con desvíos graves de 275.2 millones de pesos descubiertos durante la
ejecución de nuestras auditorías en diciembre de 2017”.
En otras palabras, Muna Dora traía más irregularidades en contra de
Rosario Robles y de su equipo, el mismo que durante su paso por la
Sedesol hizo de la Cruzada Nacional contra el Hambre y de varios
programas sociales “consentidos” del peñismo, un pretexto para
triangular millonarios fondos públicos. Aún no se sabe si se trató de
robo o de desvío para campañas políticas o ambas cosas.
Rosario Robles ha insistido una y otra vez que su “nombre” no aparece
en esas transferencias e irregularidades, como si necesitara aparecer
la firma de la principal responsable de ambas dependencias para
acreditar su responsabilidad política y administrativa por omisión o
complicidad.
Tampoco aparece la firma de su Oficial Mayor, Emilio Zebadúa,
principal arquitecto y responsable de estas irregularidades, según se ha
documentado en varios reportajes de Proceso y de los portales digitales
que dieron a conocer #LaEstafaMaestra.
La clave de la misiva de Muna Dora está en el punto 3:
“Llama la atención el dictamen emitido por la Unidad de Asuntos
Jurídicos (UAJ) de la ASF en sentido negativo, sin haberse acercado a
esta dirección general -área técnica responsable de los hallazgos y de
la ejecución de las auditorías- a pesar de los graves antecedentes que
son de conocimiento público, revelados en los informes de auditorías de
2012, detallándose el modus operandi, los probables responsables, los
montos desviados y el grave daño social ocasionado bajo esquemas de
corrupción y simulación.
“Los montos alcanzan los 7,700 millones de pesos e involucran a
funcionarios de Sedesol, Sedatu, las universidades y terceros presuntos
proveedores implicados en la articulación de estas redes de empresas
fachada. Por su trascendencia e importancia, las denuncias se hicieron
del conocimiento superior y fueron enviadas a la UAJ desde el 14 de
marzo pasado para su inmediato trámite y atención, a fin de evitar
dilaciones”.
Buchahin no lo dice, pero es claro que está alertando sobre un
intento de darle “carpetazo” a una de las investigaciones más profundas y
que más han indignado a la sociedad mexicana en relación con la Sedesol
y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).
Tampoco menciona el nombre del principal responsable de la Unidad de
Asuntos Jurídicos de la ASF, pero basta una revisión en el organigrama
para darse cuenta que es Víctor Manuel Andrade Martínez, hermano de
Virgilio Andrade, el extitular de la Secretaría de la Función Pública,
responsable de exonerar al presidente Enrique Peña Nieto del presunto
conflicto de interés en el caso de la Casa Blanca. Andrade fue
“premiado” por su principal respaldo y amigo en el gabinete, Luis
Videgaray, dirigiendo el Banco del Ahorro Nacional y Servicios
Financieros (Bansefi), que también ha servido para el reparto de
tarjetas para damnificados de los sismos en Chiapas.
Víctor Manuel Andrade Martínez pertenece a la ASF desde 2009, y es
titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos durante este sexenio. Apenas
en julio de 2016 recibió la presea al “Mérito Jurídico en
Fiscalización”. Si la exauditora general Muna Dora Buchahin está en lo
correcto, estamos ante una operación política del más alto nivel para
encubrir no sólo a Rosario Robles y sus principales funcionarios, sino a
toda la red que conoció y apoyó esta estrategia de la “estafa maestra”.
En la misma entrevista con Milenio TV, Rosario Robles afirmó que su
principal adversario es quien “no quería que llegara al Senado de la
República para defender el legado del presidente Peña Nieto”. No aclara
si se refirió al exdirigente nacional priista Enrique Ochoa Reza, al
candidato presidencial priista José Antonio Meade o al jefe político de
ambos, el actual canciller Luis Videgaray. No es ningún secreto que
Robles era una aliada del secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio
Chong, en la disputa por la sucesión presidencial de Peña Nieto.
La respuesta de la ASF a los señalamientos de Muna Dora Buchahin han
sido vulgares y ridículos. Tienen la clara intención de desviar la
atención al fondo del problema. La exauditora general ahora es acusada
de presunto “conflicto de interés” por pertenecer al capítulo en México
de la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados (ACFE, por sus
siglas en inglés). Trece años al frente de su área en la ASF y sólo
hasta ahora se “dieron cuenta” que ella impulsaba cursos a través de
esta agrupación.
Algo similar sucedió con el despido del extitular de la Fiscalía
Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), Santiago
Nieto Castillo. Justo cuando había avanzado en la investigación del
presunto desvío y triangulación de 16 millones de dólares de la empresa
Odebrechet en la campaña de 2012, Nieto Castillo fue relevado. No lo
acusaron de mal investigador (igual que a Muna Dora), sino de “filtrar” a
medios de comunicación partes del expediente.
Estamos en la zona más oscura del fin del sexenio de Peña Nieto. Son
las vendettas internas dentro de un gabinete plagado de irregularidades,
triangulaciones y cleptocracia. La sombra de Luis Videgaray, como un
oscuro Darth Vader, arrastra la guadaña antes que se cierre el último
telón del sexenio.
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