Entrevista a Georgina Cisquella
La guionista reflexiona sobre su último documental que gira entorno a la lucha de las kellys
Madrid, 5 may. 18. AmecoPress.-
Es una tarde nublada de finales de mayo y el teléfono suena. Al otro
lado del cable, se pronuncia una voz grave y concisa. Las palabras que
emite el aparato pertenecen a una mujer: Georgina Cisquella (Barcelona,
1954), periodista y guionista de documentales. Cisquella trabajó para
Televisión Española durante más de 30 años y ha participado en numerosos
documentales, entre los que se encuentra ’El efecto Iguazú’ —sobre el
Campamento de la Esperanza que montaron trabajadores y trabajadoras de
Sintel en protesta por el despido de 1.800 personas—, que ganó el Premio
a la mejor película documental en la XVII edición de los Goya.
En esta ocasión, la guionista se dispone a hablar sobre su último
proyecto: ‘Hotel Explotación: Las kellys’, un documental independiente y
autogestionado —actualmente, está abierta una campaña de micromecenazgo
para contribuir a la finalización del proyecto—, que se proyectará a
finales de este año y que busca denunciar la situación de uno de los
colectivos de trabajadoras más precarios de la actualidad: las camareras
de piso.
Dices en una entrevista a El diario que la lucha de
las kellys “representa el empoderamiento de las mujeres al decidir
organizarse para tomar las riendas de su historia y de su
reivindicación”. ¿Cómo te afecta la historia de las kellys?
Yo creo que es un ejemplo descubrir que hay mujeres que viven en
condiciones precarias, con unas jornadas de trabajo agotadoras y unos
sueldos ínfimos, y que tienen la capacidad de compartir —porque muchas
de ellas comenzaron compartiendo su situación por Facebook— y de
asociarse y organizarse e invertir su escaso tiempo libre, porque les
cuesta mucho conciliar su trabajo con la vida familiar.
A mí me afecta porque son un ejemplo. Cuando las veo a ellas pienso
que muchas mujeres deberíamos hacer más cosas. Quiero decir, a veces
estamos un poco paradas y aletargadas y me sirve de impulso para seguir.
Seguir con una cosa tan difícil como es, por ejemplo, hacer un
documental.
La limpieza es una labor altamente feminizada que ha sido
poco valorada a lo largo de la historia. Este hecho afecta a las kellys y
a otros colectivos, como el de las trabajadoras del hogar. ¿Qué
similitudes encuentras entre estos grupos de trabajadoras? ¿Por qué
crees que siguen siendo tareas tan poco valoradas?
Partimos de la base de que, desgraciadamente, el rol de la limpieza
siempre se le ha atribuido a las mujeres en el reparto de tareas
patriarcales. La limpieza queda para la mujer y, cuando las contratan,
como limpian en casa, limpian en todas partes. En cuanto a las
diferencias de los colectivos, yo creo que, evidentemente, las empleadas
del hogar también sufren precariedad y una situación complicada porque,
por ejemplo, entre otras cosas, ellas no tienen derecho al paro, cosa
que las que trabajan para una empresa, supuestamente, sí tienen.
La diferencia, sobre todo, en el caso de las camareras de piso, es la
sobrecarga de trabajo, porque en seis o siete horas, muchas veces,
tienen que hacer hasta 20 habitaciones, algo por lo que una empleada del
hogar puede ir más relajada. ¿Y eso qué supone para ellas? Supone que,
aunque tengan un contrato de trabajo, normalmente, es uno precario, a
causa de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT).
Si tienen una lesión y están de baja, a lo mejor, la ETT no las
vuelva a contratar, con lo que tampoco tienen mucho derecho al paro. Si
uno se levanta y se imagina que tiene que hacer 20 habitaciones y
limpiarlas con sus correspondientes baños… Yo creo que ellas tienen algo
más de estrés, de sobrecarga, y de lesiones. Todas tienen una retahíla
de enfermedades y lesiones bastante larga. Y la retahíla de medicamentos
que se toman para poder resistir estas jornadas de trabajo, también lo
es.
A parte de la sobrecarga laboral que sufren, ¿hay alguna cosa más que te impacte de la situación de las camareras de piso?
Yo creo que es un colectivo muy vulnerable porque hay muchas
inmigrantes. Creo que el sector de la hostelería se está aprovechando de
esa situación. Muchas veces desconocen sus derechos, no saben que hay
unos convenios colectivos. A lo mejor vienen de países en los que no hay
normativa y, entonces, aquí no se enteran de que tienen derechos
sindicales. Porque cuando estás tres meses en una empresa y tres en
otra, no tienes ni derecho a comité. E, incluso, a veces, tienen
problemas de idioma, no entienden. Eso me lo han repetido muchas.
Resulta complicado o casi imposible acompañarlas a los
lugares de trabajo. No pudiste ir con ellas a las habitaciones y algunas
de ellas te enviaron vídeos…
Sí, algunas de ellas. También es un riesgo para ellas grabar
determinadas cosas. Si un hotel es modélico y trata muy bien a las
camareras, entonces… Yo estoy intentando denunciar, precisamente, las
malas prácticas en los hoteles, que son muchos.
¿Piensas que si las hubieses acompañado se hubiese mostrado una realidad que no es la que experimentan?
Si yo, por ejemplo, pido autorización a un hotel, primero, la
realidad es que ya se hacen malas prácticas por lo que, probablemente,
me dirían que no. Segundo, si digo que quiero grabar a una camarera de
piso en una jornada de trabajo, elegirán a la mejor, en la planta mejor,
con todos los amerities —como ellas dicen—. Es como cuando va un inspector de trabajo que ellos saben que va a ir. Ese día está todo perfecto.
Ellas tienen cada día un programa de trabajo que indica, por ejemplo,
el número de habitaciones que hace cada una. Pues, a lo mejor, aquel
día, el programa de trabajo cambia. Es complicado, porque si quieres ver
la verdad y pides a alguien que está cometiendo una irregularidad que
te la enseñe, no te la va a mostrar.
Por eso solo fueron pequeñas grabaciones que hacen ellas, con mucho
riesgo porque tienen miedo de que haya algún tipo de represalia. Como el
despido es muy fácil… También te pueden decir que has grabado en un
sitio de propiedad privada.
No las pudiste acompañar en su jornada laboral pero sí
estuviste con ellas en algunas de las protestas y, también, cuando
fueron al Parlamento europeo, ¿podrías contar cómo fue la experiencia?
Yo he estado, por ejemplo, en Barcelona, en el Hotel Hilton, donde
hubo despidos y protestas. También en Benidorm, que es un sitio donde en
cada metro hay un hotel, digamos que es una ciudad-hotel. Benidorm,
además, tiene más de 60.000 habitantes y unos 11 millones de turistas…
Entonces, ¿las mujeres qué hacen? Pues, prácticamente, solo pueden
trabajar en los hoteles y aceptar las condiciones.
En Benidorm, también, hay un movimiento de kellys bastante importante
y ha habido protestas en las puertas de los hoteles. He estado ahí y,
luego, también, en su recorrido por el Parlamento de Cataluña, por el
Congreso y en el Parlamento europeo, donde fueron a denunciar que no se
cumplían las normativas de riesgos laborales que marca la Unión Europea.
Eso ha quedado ahí. Dicen que lo van a estudiar pero… La realidad es
que, hasta que no se cambien las leyes, todo es una lucha de largo
recorrido.
A parte de este documental, también, has estado en otras
ocasiones formando parte de proyectos relacionados con cuestiones de
género, como es el caso del documental El tren de la libertad. ¿Qué es el feminismo para ti? ¿Cómo te ha afectado a lo largo de tu vida personal y profesional?
Lo de El tren de la libertad fue una experiencia muy interesante,
porque fuimos como 80 mujeres capaces de ponernos de acuerdo.
Realizadoras, sonidistas… de distintos puntos de España, para confluir
en la manifestación en contra de la reforma de la Ley del Aborto que
proponía Gallardón. En realidad, en ese momento, yo me di cuenta, como
otras de mi generación, de que hacía muchos años que estábamos peleando
por lo mismo y que parecía mentira que, 40 años después, siguiéramos en
lo mismo.
Yo, a lo largo de mi vida, he pasado por varias fases. Primero, el
feminismo tuvo una época, a finales de los ochenta, en la que hubo
muchos movimientos potentes. Después, parecía que si eras feminista eras
un ser marginal. Y, ahora, me hace gracia porque ya, casi, mujeres de
muy dudoso estilo feminista dicen que lo son. Sin embargo, yo creo que,
cuanto más mayor me hago, más consciencia tengo de que la perspectiva de
género tiene que estar presente siempre, porque nos equivocamos cuando
bajamos la guardia.
Por ejemplo, en el tema de las cuotas, hace unos años no lo tenía muy
claro, pero cada vez estoy más convencida de que tiene que haberlas,
porque se está demostrando que es la única manera de doblegar posturas
que son muy intransigentes. […]Hay un hecho reciente que me parece muy
interesante: el de los hombres que han decidido que no van a ir a una
conferencia o a un acto donde solo sean hombres, que lo hemos visto
muchas veces. ¿Qué pasa? ¿Qué no hay mujeres catedráticas, científicas,
médicas, periodistas? Siempre hay mujeres para estar en los sitios.
Tiene que haber una paridad.
Con respecto al mundo del Periodismo y a la Comunicación,
desde que empezaste a dedicarte a ello, ¿has notado cambios en cuanto a
las desigualdades de género?
Yo, desde que empecé a trabajar como periodista, hace ya un montón de
años —con 21— y hasta ahora, lo que sí he visto en la profesión es que
ha aumentado muchísimo el número de mujeres. Tú entras en una redacción
—por ejemplo, donde yo he estado muchos años: Radiotelevisión Española —
y en las mesas de redacción ves a muchas mujeres. Ha aumentado, en ese
sentido, la práctica del periodismo. Pero, si analizas los equipos
directivos, sigue habiendo una gran desigualdad. Como ha pasado en
muchas profesiones, las mujeres hemos tomado las bases. Subir y romper
el techo de cristal y llegar a esos sitios donde hay capacidad total de
decisión es más complicado. No se ha revertido.
Hablando de Televisión Española, en los ochenta fuiste procesada por
participar en un reportaje sobre drogas para esa cadena. ¿Cuál es tu
valoración de aquel hecho hoy? ¿Piensas que la sociedad española ha
avanzado en su forma de pensar?
Si a finales de los setenta me mandaron a la cárcel porque en un
plano de un reportaje, en el que se hablaba de las drogas, salía un
chico fumando un porro, pues eso, seguramente, no pasaría hoy. Pero hay
cosas igual de increíbles que están pasando, como que alguien pueda
enfrentarse a cárcel por las letras de un rap o por decir “Me cago en
Dios” en un tuit. Eso, seguramente, hace muchos años no pasaba. O sea,
que, en algunas cosas, creo que, incluso, hemos retrocedido. Estamos en
un momento de libertad de expresión muy complicado y, a veces, no doy
crédito de que puedan pasar esas cosas.
Para finalizar, dices en la misma entrevista de El diario: “el
cine documental no cambia la realidad, la pone en cuestión y abre una
puerta a la reflexión”. ¿Qué reflexión te gustaría que se crease entre
la gente que vea el documental?
Hay dos cosas. La primera y más inmediata es conocer la realidad de
un grupo muy grande de mujeres, porque pensemos que las camareras de
piso son como 200 mil mujeres —aunque la patronal diga que son unas 50
mil, porque hay muchas que no están ni computadas, ni censadas, ni
catalogadas o las tienen de auxiliares y ya no las controlan—.Y la
segunda es que yo creo que ejemplifican, más bien, la precariedad
laboral, la desigualdad y la explotación laboral a la que hemos llegado
en España, sobre todo, después de la reforma laboral del 2012, que ha
permitido que los empresarios hagan y deshagan contratos como quieran.
Y, también, a nivel general, que la economía está funcionando sobre
unos parámetros de desigualdad brutal. ¿Cómo puede ser, por ejemplo, que
mientras en el sector de la hostelería, los hoteleros están alardeando
de que son el motor de la economía, de que han resistido a la crisis, y
que las camareras de piso, en estos años, lo único que hayan hecho sea
aumentar la carga de trabajo y disminuir los sueldos? ¿Cómo se entiende
esa ecuación? O sea, ¿qué pasa? Que unos ganan más a costa de los otros.
Se trata de un debate sobre las kellys pero, sobre todo, de un debate
sobre los colectivos precarios que, desgraciadamente, son muchos y están
desamparados y desasistidos.
Foto: Archivo AmecoPress.
— -
Pies de foto: 1) Georgina Cisquella; 2) Fotograma del documental ’Hotel
Explotación: Las kellys’; 3) Georgina Cisquella y las kellys en una
manifestación en Barcelona; 4) Las kellys manifestándose en Las Ramblas
(Barcelona).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario