El movimiento #Metoo ha dado acompañamiento y apoyo para que las mujeres se sientan fortalecidas para denunciar
Reciben tratos
diferenciados, entre otros, Kevin Spacey, Bill Cosby, Harvey Weinstein y
Roy Moore, que pueden pagar abogados de prestigio, arreglar pagos o
revocar las sentencias, como hizo Cosby
Nueva York, 31 may. 18. AmecoPress.- Aunque
para las víctimas de delitos sexuales es terriblemente difícil probar
la agresión que sufrieron, no sólo en términos personales, emocionales,
sino también jurídicos, existen en este país más de 800 mil criminales
sexuales registrados ante la justicia.
En fechas recientes, sin duda el movimiento #Metoo ha dado
acompañamiento y apoyo para que las mujeres se sientan fortalecidas para
denunciar los casos.
Sin embargo, aplicar la ley a estos criminales no es fácil, porque no
todos son tratados como indican las normas, ya que el dinero y el poder
tienen una indiscutible influencia, como revelan varios casos expuestos
recientemente en los medios de comunicación.
De esto habla Eliana Dockterman en un reportaje de la revista Time
del 21 de mayo, en donde señala que hay en Estados Unidos 1.550
terapistas que a quienes las cortes del país pueden solicitar que den
tratamiento a estos delincuentes sexuales.
Cuenta Dockterman que entre las figuras públicas señaladas por
delitos sexuales y quienes reciben tratos diferenciados están Kevin
Spacey, Bill Cosby, Harvey Weinstein y Roy Moore. Ellos, a diferencia de
los demás delincuentes, pueden pagar abogados de prestigio, arreglar
pagos o revocar las sentencias, como hizo Cosby. O gozar de libertad con
pagos de cuantiosas multas, como hizo Weinstein al pagar un millón de
dólares para seguir su proceso en libertad con sólo un brazelete en el
tobillo, gracias a los alegatos de inocencia de su abogado.
Esos casos indignan porque, aunque sus nombres se difundieron en los
medios de comunicación, no es suficiente. Dice la abogada Lisa Anderson
que los violadores sexuales “deberían traer en la cabeza brazaletes con
la información de quiénes son y qué hicieron, porque no quiero que
vuelvan a lastimar a ninguna mujer”.
Eliana Dockterman retoma en su reportaje el debate que genera la
publicidad sobre los criminales sexuales, si deben o no estar
registrados en una lista, para que sus vecinos sepan quién vive en su
alrededor. En el estado de Colorado, por ejemplo, se considera que
incluir a los abusadores sexuales en una lista pública violenta los
derechos humanos del criminal.
Los tratamientos terapéuticos para esos criminales están ya
reglamentados, pero hasta el momento no existe un método estándar para
tratarlos, señala Dockterman, quien presenció las terapias, habló con
los terapeutas y narra en su reportaje cómo esos sujetos se tienen que
confrontar con su crimen.
Es evidente, dice la periodista, que las víctimas de estos hechos de
crueldad extrema quedan marcadas para el resto de sus vidas y es claro
que el movimiento #Metoo abrió el camino a miles de mujeres que de
inmediato hicieron de esos crímenes un caso público.
Uno de los delincuentes sexuales relata en su terapia que se ve
obligado a manejar largos tramos o pedalear su bicicleta hacia áreas
lejanas a su casa sólo para comprar víveres, porque en su zona lo
conocen como agresor sexual. Su terapista Cheryl le responde: ¿se
imagina lo que las víctimas sienten?
Las terapias pueden ser una pequeña esperanza, tras el doloroso
trauma que genera la agresión sexual, un crimen que desgraciadamente se
ha vuelto común.
Castigo a los “famosos”, incluido Trump
En la misma edición de Time, el abogado Jill Filipovic publica su
artículo “Ahora castiguemos a los hombres famosos”, en donde señala a
más figuras públicas acusadas de delitos sexuales e incluye al
‘presidente Donald Trump, acusado públicamente por más de una docena de
mujeres’.
También señala a Harvey Weinstein, por supuesto, a Charlie Rose, Matt
Lauer; al abogado de Nueva York, Eric Schneiderman; y a Mike Tyson,
aunque ellos, a diferencia de Trump, no tienen tanto poder como el
presidente.
Vivimos, dice Filipovic, en un sistema imperfecto, donde se
acostumbra el abuso del poder y en donde las víctimas no tienen siempre
de su lado la ley para acceder a la justicia.
Por eso, el llamado, mi llamado también, es acabar con la violencia
sexual, mediante la ley, el respeto y el amor al prójimo, porque sólo
así se combatirán los abusos de estos criminales sexuales, poderosos
económica y políticamente, influyentes… impunes.
Foto: Archivo AmecoPress.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario