El Despertar
La propuesta central de Andrés Manuel López Obrador es acabar con la corrupción. Muchos críticos dicen que es una pretensión romántica creer que acabará con ella actuando él de modo intachable. Según ellos, esto sería insuficiente y utópico. Los analistas deberían ver los antecedentes: Andrés Manuel erradicó las prácticas de corrupción más graves durante su gobierno en la Ciudad de México, no sólo predicando con el ejemplo, sino que tomó muchas medidas decisivas.
Acotó la persecución a lo que sucediera en el espacio de su mandato. De haber hecho lo contrario no hubiera tenido recursos ni tiempo para limpiar el Distrito Federal: vean ustedes lo que ha sucedido en Chihuahua. Le bastaron 72 horas en sus primeros días de mandato para actuar contra el aparato que se había anidado en la Tesorería para emitir documentos apócrifos y cobrar enormes cantidades de dinero a los contribuyentes. Eligió bien a sus colaboradores; prefirió siempre la honradez por encima de los currículos brillantes.
Eliminó la atmósfera suntuosa en que vivían los altos funcionarios, bajando a la mitad sus sueldos y eliminando prestaciones (tarjetas, coches nuevos, viajes, edecanes, gasolina, regalos, etcétera). Respetó e hizo respetar el estado de derecho. Durante su mandato no hubo impunidad. Los raros casos de irregularidades que se presentaron fueron castigados: Ponce pasó 10 años en prisión (se ensañaron con él) y Bejarano ocho meses, a pesar de que nunca se probó que hubiese cometido un delito.
Estableció la rendición de cuentas accesible a cualquiera, por medios electrónicos y solicitudes de información. Integró una red de contralores ciudadanos para obras y adquisiciones. Se prohibió la negociación de contratos fuera de las oficinas. Designó negociadores aptos e incorruptibles, como Octavio Romero. El mismo López Obrador encabezó las negociaciones más difíciles.
Transparentó los procesos mayores, como la construcción de los segundos pisos y la adquisición del paquete de trenes del Metro, que adquirió casi a la mitad del precio que habían costado en la época de la regencia. Revisó todos los contratos celebrados por los gobiernos anteriores y presionó hasta sustituir los leoninos por acuerdos razonables. La administración ahorró millones y la iniciativa privada también, aunque algunos hubieran preferido que se mantuviera el antiguo estilo.
Muchas otras medidas siguieron estos ejes y en sus primeros tres años de gobierno la corrupción se redujo drásticamente. AMLO demostró que la ética paga: su comportamiento recto fue percibido por la población, convirtiéndose en un candidato natural a la Presidencia. La cero impunidad y el respeto a la ley son buenos signos para su gobierno futuro, de ganar la Presidencia. (Colaboró Meredith González Acevedo.)
Twitter: @ortizpinchetti
No hay comentarios.:
Publicar un comentario