Urge cambio cultural e impulsar políticas públicas: especialistas
Pese
a la carencia de políticas públicas integrales en la materia, muchos
varones en México deciden ejercer paternidades no tradicionales.
Manuel se convirtió en padre de un niño a los 27 años de edad. Trabajaba como empleado en una tienda de electrónica, y su esposa, de 26 años, estaba por concluir una especialidad en medicina. Con ayuda de sus familias, ambos acomodaron sus horarios para hacer frente a las necesidades del recién nacido.
Su hija llegó dos años después; con ella los gastos se incrementaron y el tiempo que ambos debían asignar al cuidado de su descendencia también aumentó.
Tras hacer cuentas, Manuel decidió dejar su empleo y asumir el cuidado de ambos menores de edad y realizar las labores domésticas. La profesión de su pareja le permitía a ella ganar más y asegurar un sistema de salud para toda la familia.
Han pasado cinco años de esa decisión, y aunque ambos se han acostumbrado a sus jornadas, aún enfrentan severos cuestionamientos sociales por la forma en que decidieron organizar su familia. A ella le “reclaman ser mala madre por abandonar a sus hijos”, y a Manuel lo llaman “mantenido” y “mandilón”.
“Ya no me importa cómo me quieran llamar; yo disfruto estar con mi familia. Debo reconocer que me costó mucho esfuerzo asimilar mi decisión, y al principio me afectaba lo que decían de mí, pero al final estoy contento; he aprendido que estar en la casa también es un trabajo y que no me disminuye en nada que yo esté al frente del hogar”, dice a Cimacnoticias el hombre de ahora 34 años de edad.
ROMPER ESTEREOTIPOS DE GÉNERO
Manuel es uno de los 19 millones de padres en México, y es también uno de los pocos que decidieron ejercer una paternidad no tradicional y cambiar la forma en la que se relaciona con su familia.
René López Pérez, maestro en Psicología Gestalt e integrante de la organización Género y Desarrollo (Gendes), explica que enfrentar una nueva paternidad es complicado para los varones, pues históricamente los mexicanos nacieron, se criaron y vivieron en familias tradicionales, donde la responsabilidad total del cuidado estaba en manos de las mujeres.
Aunque existían padres que tenían un papel un poco más activo, en la mayoría de los casos ellos sólo eran proveedores, lo que impide que haya más casos como el de Manuel, con una dinámica familiar distinta.
“Los hombres tenemos historias diferentes que nos llevan a cuestionarnos qué tipo de padres queremos ser, pero debido a que no hay información sobre cómo podemos serlo, lejos de lo que impone el patriarcado y la masculinidad hegemónica lo único que tenemos al alcance es nuestra propia experiencia”, abunda.
Para él, este tipo de preocupaciones iniciales de algunos deberían complementarse con intervenciones del Estado y de la sociedad civil, para ofrecer mayores elementos que inviten a los varones a ejercer paternidades distintas y promover un cambio cultural.
Hay una escasa comprensión –dice López Pérez– de la importancia de que el hombre se involucre en las actividades de crianza y es mal visto que un hombre pida permiso para ausentarse de su empleo y hacer frente a sus responsabilidades, pero “el hecho de que sea difícil no quiere decir que sea imposible”.
Explica que pasar tiempo con su descendencia y construir relaciones más igualitarias “no es tan complicado si los hombres deciden lograrlo”, y mientras se transita a una política más integral, una de las soluciones podría ser tener disposición para negociar espacios de tiempo de trabajo.
IR A CONTRACORRIENTE
Existen padres como Fredy, quien es empleado en un negocio informal cerca del Metro Universidad y donde trabaja de lunes a lunes, por lo que sólo ha podido estar con su familia de tiempo completo los cinco días anuales que tiene de vacaciones.
Cuando nació su hija, de ahora tres años, negoció con su empleador que le otorgara una licencia de dos días para estar presente en el hospital. Comenta que aunque es complicado, procura involucrarse en el cuidado de la niña durante el poco tiempo que tiene.
También hay hombres que tienen un empleo formal que no les permite estar con su familia pero buscan acuerdos en sus empleos, como Pedro, quien es policía privado y tiene una jornada laboral de tres días por 24 horas de descanso, lo que implica que sólo puede ver cada tercer día a su esposa, sus dos hijas menores de ocho años, y una más que viene en camino.
No obstante, cuenta que está dispuesto a defender su derecho para acceder a la licencia por paternidad durante el nacimiento de su hija, y destaca que ha estado trabajando horas extras a fin de garantizar la prestación y su ausencia no sea motivo de molestia entre sus jefes.
Cimacnoticias conversó con Alfredo, padre de cinco hijas e hijos mayores de edad. Él reconoció que durante la infancia de sus hijos sólo pensó en trabajar para darles lo que necesitaban, pero cuando crecieron y formaron sus propias familias se alejaron de él.
A sus casi 60 años, y luego de tomar terapia psicológica, pudo darse cuenta de la importancia de generar lazos afectivos con ellos y con sus nietos, por lo que recomienda que los padres puedan acceder a programas o terapias psicológicas, ya sean familiares o individuales, para hacer conciencia sobre los beneficios de ejercer una paternidad afectiva.
René López Pérez concluye que ejercer una paternidad integral no sólo genera satisfacciones emocionales a los varones, sino que se conjunta con un deseo de construir otro tipo de relaciones que ayuden a combatir los patrones y mandatos culturales “que nos limitan tanto a hombres como mujeres”.
Este 15 de junio, Día del Padre, es una oportunidad para que los varones se replanteen la posibilidad de ejercer una paternidad equitativa y más afectiva al interior de la familia.
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CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anaiz Zamora Márquez y Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.-
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