Por Rafael Morales @Rafael_Morales
La
recurrente queja por la intervención de actores no legitimados para
componer al árbitro electoral ha llevado a que la última reforma
instaure nuevos mecanismos para "despartidizar" la elección de
consejeros.
Así, el primer reto del naciente Instituto Nacional
Electoral (INE) no será tanto el de tener que designar centenas de
consejeros electorales a lo largo de todo el país, sino hacerlo bajo
reglas objetivas.
¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de "despartidizar"? A la mexicana, hay tres significados:
a) como crítica al partidismo en el gobierno, digamos, al mítico partido oficial;
b) como exigencia para despolitizar un debate o conflicto de carácter social, y
c)
como límite a la injerencia de partidos y gobierno en la organización
de los comicios y la designación de las autoridades electorales.
Hemos
usado en este último sentido el vocablo "despartidizar", verbo
irreconocible en la lengua española, contra el exceso de partidismo en
la organización de las elecciones y la subordinación a las directrices
de un partido por encima del interés público.
Como el cambio
político supuso el fin del partido hegemónico, el término se asoció
inevitablemente al de democratización, convirtiéndose en algo loable en
sí mismo... ¿Qué ha sucedido entonces?
La historia es simple:
fuera el gobierno de la organización electoral, se pensó que consejeros
ciudadanos honestos concluirían la democratización. Tal figura fue
rebasada pronto por la del funcionario experto, técnicamente calificado.
Pero
no fue suficiente: para muchos analistas los partidos seguían
influyendo en su designación y hasta habían aumentando su presencia en
los órganos colegiados, tal y como fue en la ancestral Comisión Federal
de Electores y el IFE. Vino entonces la nueva ley de 2014.
Con
todo, es un error en el análisis suponer que los órganos electorales
pueden "despartidizarse". Se omite que los partidos diseñan la
legislación en la materia y que tienen una participan activa en las
instancias de deliberación. Además, su presencia es necesaria a través
de todas las fases de una elección, tanto en el trazado de los
distritos, en la vigilancia del padrón o como representantes de
casillas el día de la jornada electoral.
La salida tangencial de
los partidos en la designación de consejeros no elimina el partidismo y
tendríamos que preguntarnos hasta dónde llevar la consigna de la
despartidización, dado que son los propios partidos el sujeto directo
del arbitraje político en la competencia electoral, pero también
quienes se encargan de vigilar que los actos de la autoridad se apeguen
a derecho, pues la ley los faculta para impugnar sus decisiones.
El
camino que se ensaya hoy es muy audaz porque buscará ofrecer mayor
certeza a la organización comicial en todas las entidades federativas,
designando centralmente a consejeros más profesionales.
Y, aunque
no es de una vez y para siempre, puede ser un paso efectivo para
asegurar la homologación de los principios que dan sentido a las
elecciones en México, en cada parte del territorio.
Fuente: andpolitico.com
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