6/20/2014

La inminente crisis electoral y el INE al 'paredón'



Por Merilyn Gómez Pozos



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De ninguna forma es una exageración afirmar que México podría sufrir el próximo año una crisis electoral de dimensiones incalculables.
En el cercano 30 de junio se termina el plazo para que las 17 entidades que tendrán comicios locales en 2015 armonicen las leyes estatales con la reforma constitucional aprobada por el Congreso a mediados de mayo, pero hasta el momento los estados registran pocos avances en el ajuste a sus disposiciones electorales con la legislación federal.
Esta situación abre varias lagunas legales que podrían provocar incertidumbre política tras los comicios, generando un clima de presión y apresuramiento para el recientemente creado Instituto Nacional Electoral (INE), que sustituyó al Instituto Federal Electoral (IFE) con nuevas atribuciones y mayor incidencia en los comicios estatales. 
La reforma electoral aprobada por el Senado y la Cámara de Diputados en el pasado periodo de sesiones tuvo como objetivo principal la creación del INE, con lo cual los legisladores aceptaron de forma implícita que el anterior IFE había errado el camino, principalmente con su actuación en los comicios presidenciales de 2006 y 2012, donde se generó la percepción de que habían sido procesos desaseados y con alto grado de favoritismo.
El surgimiento del INE reveló otra carencia del anterior sistema electoral, ya que los legisladores le dieron facultades a éste para intervenir de diversas maneras en los comicios estatales, con lo cual admitieron también que los gobernadores se habían convertido en actores determinantes en los resultados de las elecciones, al ubicar a funcionarios afines a ellos en los órganos de control de los institutos locales electorales.
En esta vorágine, el primer tema que debe resolverse es precisamente la armonización de las leyes electorales estatales con las federales, ya que de no lograrse a tiempo no se sabrá qué norma debe acatarse, si la federal o la estatal, en la organización de los comicios, lo que ocasionará que la resolución de las elecciones se determine en los tribunales.
Otro punto que denota el atraso en la transformación del sistema electoral es la designación por parte del INE de los consejeros de los organismos públicos locales electorales (otra de sus nuevas facultades).
El miércoles pasado, el Consejo General del INE informó que trabajaba con el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) y El Colegio de México (Colmex) en la elaboración del examen que se aplicará a los aspirantes a integrar dichos organismos estatales.
Si consideramos que la reforma adelantó las fechas de los comicios de julio a junio de 2015, esto quiere decir que hay muy poco tiempo para designar a todos los funcionarios que organizarán 17 jornadas electorales, con el riesgo de que no se concluya exitosamente este proceso de selección.
Otro punto crucial es la fiscalización de los gastos de campaña de los partidos en los comicios locales, que también es una nueva función del INE, pero si los congresos estatales no armonizan las leyes, ¿quién realizará esta revisión?
Esto abrirá la puerta a acusaciones entre los partidos competidores y la exigencia de nuevas elecciones.
La atropellada reforma electoral coloca al INE en el paredón de ajusticiamiento, ya que en tan poco tiempo debe resolver también la capacitación electoral, la geografía electoral, la redistritación, la ubicación de casillas, la elaboración de encuestas y resultados preliminares.
Todos estos cuestionamientos tienen su origen en la premura de los legisladores de PRI, PAN y PRD, unidos en el Pacto por México, de complacer al Ejecutivo Federal en sacar una reforma electoral, que en lugar de convertirse en un instrumento para afianzar nuestra democracia, se transformó en un complejo sistema que genera más dudas que certidumbre.
Aún persiste la idea de un IFE cooptado por los gobiernos en turno, y ahora en lugar de mejorar nuestro sistema electoral, se forzó el nacimiento de un INE sumido en la urgencia de apagar los incendios electorales que sus creadores generaron.
La crisis son tiempos propicios para los cambios, hacemos votos porque el INE supere esta dura etapa de transición con el fin de que los mexicanos contemos, ahora sí, con un instituto imparcial, legítimo y que dé certeza en los resultados de las elecciones.

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