Marta Lamas
Análisis
Para María Elena Chapa, incansable luchadora.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- A lo largo de los últimos
años, el debate mundial en torno al aborto ha esclarecido ciertos
aspectos clave del proceso de desarrollo neurológico del ser humano,
desarmando las definiciones ideológicas de “vida”. La sofisticación
científica de tal discusión no ha logrado penetrar la coraza del
Vaticano, con lo cual los políticos que siguen sus preceptos se
mantienen aferrados a la cantinela de “protección a la vida”. De ahí
que se haya recrudecido el fundamentalismo religioso entre muchos de
nuestros legisladores.
En Nuevo León se debate en
estos días una iniciativa para reformar la Constitución local en los
siguientes términos: “El Estado reconoce, protege y tutela el derecho a
la vida que todo ser humano tiene. Desde el momento de la fecundación
entra bajo la protección de la ley y se le reputa como nacido para
todos los efectos legales correspondientes, hasta su muerte natural,
sin perjuicio de las excluyentes de responsabilidad previstas en el
Código Penal para el Estado de Nuevo León”.
¡Zas! Se “reputa como nacido” al embrión. Como ha
señalado Regina Tamés, de GIRE, la iniciativa contraviene los
estándares internacionales y constitucionales en materia de derechos
humanos: la reforma a nuestra Constitución sobre derechos humanos que
se hizo en 2011, y la sentencia de 2012 de la CIDH donde estableció
jurisprudencia (Caso Artavia Murillo) relativa a que el embrión no es
persona, supuesto básico necesario para hablar de titularidad de
derechos humanos. Es realmente escandaloso que el Congreso de Nuevo
León fundamente una iniciativa de reforma desconociendo tales
resoluciones.
Esta pretendida reforma se sumaría a las de 16 estados de
la República que han hecho otro tanto con el fin de proteger la vida
desde el momento de la concepción o fecundación, lo cual no ha
protegido a ninguna persona, sino que, al contrario, ha criminalizado a
cientos de mujeres. Según GIRE, una protección genuina de la vida
prenatal implicaría legislar en el sentido de proteger la vida en
gestación sin desconocer ni afectar desproporcionadamente los derechos
humanos de las mujeres, adoptando medidas como: “garantizar el acceso y
prestación de servicios de salud durante el embarazo, parto y puerperio
(por ejemplo, ya no más mujeres pariendo en la calle), y proveer a las
mujeres en edad reproductiva y a las embarazadas de los nutrientes y
alimentos necesarios.
“Se sabe que la anemia representa una causa subyacente de
mortalidad materna y perinatal, y en la actualidad la prevalencia de
anemia en mujeres en edad fértil es de 17.0% entre las embarazadas y de
11.5% en las no embarazadas. Con datos de la Encuesta Nacional de Salud
y Nutrición (2012), los grupos de edad más afectados por la anemia
fueron el de 12 a 19 años (19.6%) y el de 30 a 39 (19.0%) en las
embarazadas, y los de 40 a 49 (16.2%) y de 30 a 39 años (13.3%) en las
no embarazadas”. Al asegurar la atención médica prenatal habría que
garantizar la provisión gratuita y suficiente de ácido fólico a las
mujeres.
Subraya GIRE también la importancia de reducir la
mortalidad materna mediante cuidados durante el embarazo, y da los
siguientes datos: En nuestro país, de 1990 a 2011 fallecieron 28 mil 42
mujeres por complicaciones durante el embarazo, aborto, parto o
puerperio. En 2012, 6.9% de las muertes maternas fue de mujeres sin
acceso a educación; 14.7% no tenía seguridad social y 55% contaba con
Seguro Popular. El 11% no recibió control prenatal durante el embarazo.
En concreto, Nuevo León ocupó, en 2012, el número 12
entre los estados de México con el mayor número de muertes maternas, de
las cuales 13.6% eran mujeres menores de 19 años; 13.6% no tenían
seguridad social; 36.4% contaban con Seguro Popular. El 4.5% de ellas
no dispuso de control prenatal durante el embarazo. Las muertes
maternas por aborto en la entidad representan 13.6%, por encima del
8.2% en que se encuentra el promedio nacional.
Una verdadera “protección a la vida” conllevaría la
realización de ese tipo de medidas positivas, con el objetivo de
reducir los índices de mortalidad materna y combatir la violencia
obstétrica.
Una de las tradiciones de nuestro sistema político es el
federalismo. Sin embargo, a partir de las disputas producidas en torno
al aborto parecería que dicho federalismo resulta ser un obstáculo para
el cumplimiento de los derechos humanos. No es un Congreso estatal el
que puede establecer por su cuenta el límite y contenido de los
derechos humanos. Por ello GIRE considera que, de conformidad con las
obligaciones incluidas en el artículo 1º de la Constitución y con la
interpretación del artículo 4.1 de la CADH, establecida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, el pleno del Congreso del estado de
Nuevo León debería rechazar dicha iniciativa.
Hace años, el entonces gobernador priista de Nuevo León,
Natividad González Parás, fiel a la tradición liberal de su partido,
vetó una iniciativa similar. Sin embargo, hoy los priistas, impulsados
por el PAN, parecen decididos a resbalar al precipio de la
incongruencia.
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