1/24/2015

Anarcha ¿menos que humana?



En la esquina de la Quinta Avenida y la calle 103 del East Harlem en Nueva York se erige la estatua del considerado padre de la ginecología moderna, James Marion Sims (1813-1884) quien enfundado en una bata de cirujano -según lo dispuesto por el escultor Ferdinand Freiherr von Miller-, continúa generando polémica a más de 130 años de su deceso.

Sims oriundo de Carolina del Sur, Estados Unidos ha sido venerado por muchos por sus contribuciones a la ciencia por el primer tratamiento exitoso para la fístula vesicovaginal, la primera cirugía de vesícula biliar, y la introducción de principios antisépticos en todas las áreas de tratamiento quirúrgico, mientras que por muchos más ha sido vilipendiado por usar a esclavas negras para sus experimentaciones sin suministrarles anestesia.

“No hay duda de que él llevó a cabo experimentos en mujeres, y que le era posible hacerlos porque eran esclavas” señaló en 2010 Deborah McGregor, profesora de historia en la Universidad de Illinois y autora de From Midwives to Medicine: The Birth of American Gynecology (De las parteras a la medicina: nacimiento de la ginecología Americana).

Entre 1845 y 1849 Sims, operó una y otra vez a diferentes esclavas de Alabama, siendo las más conocidas Anarcha, Betsey y Lucy. En un intento de resolver el problema de las fístulas persistentes, producidas en ocasiones durante y/o después del parto, implementó una cirugía para tratar la grave afección llamada fístula vesicovaginal, y desarrolló una herramienta para ayudar en la cirugía, conocido actualmente como espéculo de Sims.

La falta de anestesia a las mujeres negras esclavas de campos de algodón por parte de Sims es claramente una cuestión ligada a temas de raza y clase. Al considerar que sus cirugías vaginales eran procedimientos menores no utilizaba anestesia en sus pacientes afroamericanas o irlandesas-americanas. Sin embargo a las mujeres blancas de clase alta les aplicaba anestesia pues consideraba que ellas no tolerarían la cirugía sin éter. Como señala McGregor, a lo largo de su carrera médica Sims hace un uso racista y discriminador de la anestesia con una premisa tácita de que las mujeres de clase alta eran más vulnerables al dolor.

Tal abuso ha quedado grabado en el imaginario del pasado, para los habitantes del East Harlem que son en su mayoría negros y latinos, lo cual ha generado que desde 2010 se pidiera la remoción de la famosa estatua de Sims. En 2011 la entonces concejal de la zona Melissa Mark-Viverito pidió, sin éxito, a la Comisión de Parques la eliminación del monumento. Mark-Viverito argumentó que la estatua continúa siendo un recordatorio constante de que los esclavos "eran considerados menos que humano".

Sin embargo el tirar la estatua encubriría el hecho de que ha sido contada sólo la mitad de la historia de la ginecología moderna a través de los ojos y fama de Sims. Tres estatuas más de las más conocidas pacientes, -Anarcha, Betsey y Lucy-, les daría reconocimiento y se evitaría borrar el pasado que necesita ser confrontado. Ellas como muchas otras miles de mujeres sufrieron todo tipo de vejaciones en el nombre de la “ciencia”, en suma fueron invisibilizadas y todo el crédito se lo llevó Sims, pese a que fueron sus cuerpos donde se escribió la historia de la ginecología al ser sometidas a docenas de operaciones sin anestesia.

Víctimas de continuas e interminables operaciones estas mujeres esclavas y otras irlandesas fueron consideradas menos que humanas, bajo preceptos racistas en que eran vistas como inferiores, ganado, desprovistas de razón y emociones y por lo tanto invisibilizadas.

Si son las representaciones en los monumentos, estatuas los que producen identidad y presencia materializada simbólicamente de quienes son incluidos, la presencia de Anarcha, Betsey y Lucy en el East Harlem es más que fundamental para preservar la memoria de las atrocidades que vivieron y entenderlas como sujetas clave de la historia de la ginecología moderna. 

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