1/21/2015

2015 ¿Por quién votar?


¿Por quién votar si como se dice en mi tierra todos son gusanos de la misma guayaba?

lasillarota.com

Hace no mucho tiempo, cuando era niño y los perros se amarraban con longaniza y no se la comían, en el acceso a la casa, por el portón, se instaló una casilla electoral. En realidad aquello era frágil, de cartón; las mesas para votar casi estaban a la vista y las urnas estaban cerradas por todos lados, los funcionarios de casillas platicaban entre sí y comían tortas de queso de puerco con una Lulú Roja mientras todo ocurría...

...Los ciudadanos acudían a emitir su voto para elegir a quien habría de gobernar al país. En general eran ‘adultos mayores’, o lo que para un niño de seis o siete años significaba eso, porque todos por entonces eran ‘los grandes’. El voto era legal a partir de los 21 años de edad así que la mayoría eran ‘mayores’...

Fue emocionante. Junto con mis amigos de la escuela, buscábamos ver todo aquel jaleo, y nos trepábamos a la barda para ver cómo era eso del voto y por qué la gente hacía filas para ‘tachar’ la hoja –era una-, que les daban...

No sabíamos el significado de aquello ni la responsabilidad grande que conlleva: Votar es decir a todos lo que uno quiere, en secreto. Y es querer que las cosas sean como uno ordena, para que los gobernantes obedezcan y porque la soberanía reside en cada uno de nosotros y porque la democracia es la esencia del gobierno que gobierna porque la mayoría lo quiere y cómo lo quiere... y tal y tal... Todo eso que no es, pero por lo que aspiramos todos...

“Los grandes” acudían a votar y decían: “Esto es lo de siempre”; “esto ya está arreglado”; “serán los mismos de siempre” y sí: Siempre ganaba el PRI y siempre sus ‘candidatos’. Era la época del ‘dedazo’,  y de la democracia dirigida y todo eso. “Los grandes” acudían quizá con la esperanza de que algún día se respetara su voto y pudieran decidir. Era una aspiración o acaso un sueño...

Esto duró hasta 1989 cuando el Partido Acción Nacional (PAN) ganó la gubernatura de Baja California con Ernesto Ruffo Appel. Luego otros casos y, al fin el año 2000, cuando hubo alternancia y al país lo gobernó el PAN con un candidato locuaz, pero que garantizaba que el país estaba listo “para la democracia”, como dijera Porfirio Díaz a principios del siglo XX. Fracasó.

Por entonces se habían creado instituciones electorales que garantizarían que los procesos fueran democráticos. Estaba bien, porque los políticos todos, estaban acostumbrados a los chanchullos, a las marrullerías, a los votos misteriosos, a las urnas cargadas, ‘al tamalito’ ‘al carrusel’ y a toda esa fragua de corruptelas a la que estaban acostumbrados.

Y nacieron estas instituciones electorales para fortalecer nuestra democracia, nuestro sistema de partidos, la cultura democrática, la educación ciudadana... y todo eso por lo que se les ha pagado los oros de Fausto. Y se dijo que una vez que estas instituciones lo consiguieran, habrían de desaparecer porque se la democracia estaría consolidada: No aún.

Hoy la aspiración democrática sigue vigente, aunque lo electoral ha empeorado. Hay que pagar cantidades estratosféricas para garantizar el proceso electoral limpio, para pagarle al INE a los tribunales, a los partidos políticos por ser partidos políticos y a sus candidatos por ser sus candidatos que aspiran a cargos públicos o legislativos en donde recibirán cifras estratosféricas.

En una descomposición o mala interpretación de lo electoral, nuestro voto tiene que ver con decidir lo que los partidos ya decidieron, aunque ni sus militantes ni nosotros hayamos intervenido; por tanto, el pesimismo electoral del mexicano ya está a la vista por todos lados.

Porque por todos lados afloran intereses de partido, intereses de poder, muchos candidatos quemados y achicharrados en su pasado histórico: Nada nuevo bajo el sol. ¿Alguna vez tanto el INE como los partidos políticos y la estructura de gobierno entenderán el daño que hacen a la aspiración democrática de los mexicanos?

“Un político pobre es un pobre político” escrituró Carlos Hank González, un político priísta del Estado de México y maestro. No es el caso. La mayoría de los aspirantes tienen ‘de qué presumir’.

Este 7 de junio se elegirán 2,159 cargos de elección popular: 500 diputados, 9 gobernadores; en 17 estados 641 diputaciones locales, 993 alcaldías y 16 delegaciones del Distrito Federal.

Y para que lo electoral sea y para que subsistan los partidos así como sus candidatos, los mexicanos habremos de pagar 5 mil 356 millones 771 mil 247 pesos y 26 centavos, según aprobó el Instituto Nacional Electoral, que se estrena como tal en este proceso electoral 2015.

El dilema del ciudadano es ¿por quién votar? Y aquí sí, una clave importante de cambio: Los mexicanos con derecho a voto sí tienen que salir a votar. Esto que va en contra de aquellos que estimulan el ‘no votar’ el ‘no hacer el juego’ o la nulidad: La democracia se construye con la participación de todos y todos habremos de cambiar las cosas... ¿cómo? Precisamente, defendiendo el valor y el peso específico de nuestro voto...

¿Por quién votar si como se dice en mi tierra todos son gusanos de la misma guayaba?... pues eso, que se trata de elegir para cambiar; para exigir luego; para no quedarnos sólo en el sufragio y si en la exigencia permanente de cumplimientos: sí, ser una oposición ciudadana si es necesario.

Mientras tanto, ya están ahí los relucientes candidatos, incluyendo a los “chapulines” desvergonzados.  Sí Votemos. Y exijamos. Porque parte de la responsabilidad de que las cosas sigan ‘como entonces’ es que guardamos silencio a la afrenta, al abuso, a la corrupción y al chanchullo. Pero ya se escuchan voces de recriminación y exigencia. Son los muchachos. Dejémoslos hablar y acompañémosles en la exigencia democrática. Nos hará bien.

@joelhsantiago

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