Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP)
Veíamos a nuestras compañeras latinoamericanas movilizarse contra el NAFTA, contra el ALCA, generar nuevos frentes contra el libre comercio, salir a la calle bajo el lema “somos mujeres, no mercancías”
Estefanía Rodero (*)
Madrid,
07 ene. 15. AmecoPress.- Hace unos meses Lourdes Benería manifestaba
que el feminismo en Europa no había cuestionado con la suficiente
fuerza lo que nos traía el modelo neoliberal, que no había introducido
como algo central este tema en su agenda. No estábamos haciendo el
suficiente hincapié en que cada vez es más profundo el conflicto entre
capital y vida. Veíamos a nuestras compañeras latinoamericanas
movilizarse contra el NAFTA, contra el ALCA, generar nuevos frentes
contra el libre comercio, salir a la calle bajo el lema “somos mujeres,
no mercancías”, pero aunque desde las redes internacionales se seguían
y conocían estos procesos, la “maquilización”, se consideraba más un
tema de apoyo a las redes feministas que como un tema propio de nuestra
agenda.
Pues bien, ya
tenemos en casa el caballo de Troya, se requiere información, acción y
respuesta porque, como ya se ha dicho, no se trata de un enfrentamiento
entre EEUU y Europa, sino un abuso del poder corporativo y
multinacional frente a la soberanía democrática.
¿Qué nos estamos jugando las mujeres con la aprobación del TTIP?
Laboral
Sabemos que el
proceso de negociación no está centrado en el tema arancelario, sino en
la “cooperación reguladora”, es decir, normativas a la baja. Pues bien,
¿cuál es la “normativa más baja”?
EEUU es la
única democracia que no ha ratificado la convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer, no
reconoce (al igual que Irán, Somalia o Sudán del Sur) al CEDAW, ni ha
firmado el protocolo del mismo que, con sus fallos y lentitudes,
permite las denuncias individuales por discriminación y la
investigación internacional. Precisamente han sido los grupos que ahora
se están sentando a negociar con la UE los que frenaron el proceso de
ratificación, es decir: grupo conservador, el fundamentalismo religioso
estadounidense y el sector empresarial, en base a tres argumentos,
revestidos de ética, con efectos comerciales:
- “Obligar a
los EEUU a pagar a hombres y mujeres lo mismo por igual trabajo atenta
contra las bases del sistema de libre comercio y es un ataque a nuestra
soberanía” (Senadora Wendy McElroy)
- La garantía
de los derechos sexuales y reproductivos –públicos y gratuitos- y la
libertad sexual son contrarios a los derechos religiosos, que
prevalecen. “Son incompatibles con la tradición y la política de los
EEUU que defienden la maternidad y ven a la maternidad con el mayor
honor y respeto” (Y benefician a la sanidad privada)
- La
coeducación y la corresponsabilidad atentan contra los valores
tradicionales de la familia “Son incompatibles con la tradición y la
política de los EEUU que defienden la maternidad (Y sustentan los
cuidados que permiten que el capitalismo funcione)
Entre los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo que EEUU no ha firmado se encuentran:
• Igualdad de remuneración entre hombres y mujeres.
• Apoyo a trabajadores/as con responsabilidades familiares.
• Trabajadores/as domésticos.
• Año 2000, Convenio sobre la protección de la maternidad(regulan los permisos, prestaciones, derecho a la lactancia)
El riesgo en
el proceso de negociación comercial, que contempla todas las
protecciones laborales que buscan la corresponsabilidad como COSTES a
eliminar, es que las empresas europeas que los aceptaron obligadas y a
regañadientes (como nos recordó el Círculo de Empresarios la semana
pasada) por las legislaciones nacionales, aprovechen la coyuntura para
presionar a los gobiernos, en aras del beneficio económico y el éxito
comercial, para desregular y retroceder en este campo.
Nos preocupa
también que, a través de la puesta en marcha de los tribunales ISDS,
que equiparan multinacionales y estados soberanos a través de un burdo
sistema de arbitraje, puedan sancionar en aras de los daños
comerciales, políticas públicas de fomento de la corresponsabilidad que
para nosotras son muy importantes, como la ampliación de los servicios
públicos de guardería en el periodo de 0 a 3 años o la ampliación de
los permisos de maternidad y paternidad iguales, intransferibles,
ampliados y pagados.
De igual
manera, en los procesos de privatización de servicios públicos y
recortes en el Estado del Bienestar que están en juego, por la
feminización del empleo público (precisamente por el mayor cumplimiento
de las leyes de protección en lo público que en lo privado) lo que se
destruye es empleo de calidad de las mujeres, transformándolo en empleo
precario. Mientras nuestro secretario de estado de comercio, Jaime
García Legaz afirma que el TTIP creará 144.000 empleos, el Centro de
investigación de política económica de los agentes de banca de Londres
estiman en dos millones los empleos en riesgo entre EEUU y la UE. Las
multinacionales no generan puestos de trabajo, aumentan sus beneficios,
pero la creación de empleo nunca ha sido una prioridad, está siempre
vinculada a la PyME.
Igualmente,
cuando se recortan servicios públicos, aguantan el “shock social” las
mujeres, haciéndose cargo de la sostenibilidad del bienestar y la vida,
y minimizando los efectos de los recortes en servicios para la
infancia, la salud o la dependencia. Sabemos también que en el caso de
rentas altas, estos recortes se solventan traspasando las labores de
cuidados a las mujeres del Sur, emigrantes, con el efecto devastador
que tiene sobre sus propias sociedades de origen.
Siguiendo en
la línea del avance de la precariedad, hay un área también muy
feminizada, los servicios a las empresas y las comunicaciones y el
sector cultural (la ICC) que también se van a ver afectados -el sector
audiovisual, por la fuerte denuncia que ha tenido en Francia en su
defensa de la excepción cultural parece que de momento se va a quedar
fuera-. Reflexionando sobre los riesgos de la “maquilización de
Europa”, pienso que nuestra maquila no va a ser tan industrial, como
una maquila de la creatividad y el conocimiento. Contratos a tiempo
parcial, trabajos desde casa que ahorran costes, negociación en
solitario, jornadas eternas, efectos desocializadores que vuelven a
invisibilizar el trabajo de las mujeres y que tienen una correlación
sobre la salud y el bienestar (el aumento del consumo de
psicofármacos).
Como decía
Benería sobre el hecho de haber sido poco tajantes, hemos hablado mucho
de techos de cristal, que son muy importantes, que beneficiaban
privilegios de clase, y no tanto de “suelos pegajosos” del riesgo de
institucionalizar la precariedad, convertirla en norma y recortar la
autonomía económica (con los efectos que tiene sobre la superación de
la violencia de género o el día a día de familias monoparentales).
Confluencia con el ecologismo
En el proceso
de confluencia del feminismo con la denuncia ecologista del TTIP
ponemos el foco especialmente sobre la gran industria de la
mercantilización y medicalización del cuerpo de las mujeres (no en vano
L´Oreal es la segunda gran fortuna europea por detrás de Inditex, dos
ejemplos de multinacionales con un patrón de consumo muy generizado y a
la vez con una responsabilidad evidente sobre la explotación laboral de
las mujeres del Sur). Pues bien, mientras que la UE prohíbe la
utilización de 1200 sustancias químicas en este sector, EEUU prohíbe
sólo 12, por lo que si en los procesos de negociación se va a la baja,
la exposición a sustancias nocivas estará también generizada, a la vez
que a través de la desregulación de la protección de datos para fines
comerciales, estaremos bombardeadas por la llamada al consumo. La
resistencia y la información que despleguemos aquí será clave.
También en el
ámbito agrícola y ganadero (dejando a un lado el hecho de dar más
espacio a multinacionales que están especulando con productos
alimentarios básicos para la creación de agrocombustibles que impactan
sobre la propiedad de la tierra de las mujeres y su soberanía
alimentaria), en España corremos el riesgo de acelerar el proceso de
despoblación rural.
Las mujeres
están trabajando principalmente en las explotaciones familiares y en
productos regulados y protegidos (denominaciones de origen) que están
en riesgo frente a la entrada de las multinacionales agrarias y
ganaderas estadounidenses. La emigración de las mujeres en el medio
rural supone la muerte del mismo: se “solterizan” los pueblos
envejecen, no hay niñ@s ni jóvenes, se pierden servicios básicos y se
convierte en la pescadilla que muerde la cola, porque no atrae a nuevos
pobladores.
Por todo esto
Como nos han
dicho nuestras compañeras latinoamericanas, la clave ahora está en no
aceptar este modelo como un hecho y luchar porque los valores de la
economía feminista pasen al centro. Se trata de decir NO a los
acuerdos, ya no basta con introducir cláusulas de género o denunciar,
por ejemplo, el sesgo androcéntrico de quienes lo están negociando
(como dicen María José Capellín y Amaia Pérez Orozco, los BBVA :
Blancos, burgueses, varones, adultos y heterosexuales).
Se trata de
hacer ver que la macroeconomía no es neutra y que el patriarcado y el
neoliberalismo van de la mano y se refuerzan mutuamente. Se trata de
entender que la denuncia del feminismo al neoliberalismo y al
capitalismo más feroz apunta a la línea de flotación. Se está
mercantilizando la vida, los cuerpos y nos toca ya llevar a la opinión
pública el hecho de que el centro son las personas, no los mercados y
empezar a socavar la lógica de la ACUMULACIÓN. Una vida dedicada al
más, más, más lejos, más cantidad, ¿para qué?
Nos toca el
diálogo de confluencia con todas las economías críticas para generar
una respuesta firme y crear alternativas y llevar al centro nuestra
ecodependencia y nuestra vulnerabilidad. la imagen de la competición
individualizada y feroz, del sálvese quién pueda, es irreal e
insostenible, porque la vida no es así, la vida es en relación. por eso
a pesar de la urgencia, no podemos renunciar a seguir pensando sobre el
sentido de nuestro trabajo, ni renunciar a la terquedad de que no todo
es monetizable.
Hay que huir
también de los discursos que individualizan el “fracaso” y nos aíslan,
sin tener en cuenta que estamos sufriendo las consecuencias de la
avaricia y la extracción (de los cajeros) hecha política.
Podemos
pararlo, ya se ha hecho antes, se han conseguido 500.000 firmas contra
el TTIP en 5 días, con movilización en 27 países, ha habido protestas
en más de 300 ciudades, están pendientes de sus costes electorales y
creo que, con el feminismo también en pie, con la estrategia del
vampiro que propone Susan Sontag, pararemos el TTIP exponiéndolo a la
luz.
(*) Estefanía Rodero, Círculo de Salamanca de Podemos- Comisión de Economía - Candidata a la Secretaría General.
Fotos: Archivo AmecoPress. Salamanca Decide.
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