Tan
no se les olvida el dos de octubre a los poderes constituidos que ayer
se arremetió policialmente contra manifestantes pacíficos que sentados
alrededor de la sede del Senado pretendían obstruir el proceso de
aprobación de la reforma laboral.
Ese proceso habría avanzado de cualquier forma, pues no era
indispensable que estuviera funcionando el pleno para que las
comisiones senatoriales adecuadas recibieran para estudio y posterior
dictamen el documento proveniente de la Cámara de Diputados. Pero al
comandante en jefe de las frecuencias senatoriales, Emilio Gamboa,
acompañado por el endeble panista Ernesto Cordero, le pareció necesario
solicitar el auxilio de la policía capitalina, dependiente de Marcelo
Ebrard, para montar un operativo elemental de demostración de
que el peñanietismo, con el colaborador calderonismo adjunto, no
tolerará interferencias, dilaciones ni protestas que afecten el curso
de la legalidad secuestrada con que se irán aprobando reformas e
imponiendo decisiones administrativas de alto interés para esa élite
ansiosa de ir aplicando la política del puño cerrado.
Golpes y gases lacrimógenos para abrir paso a vehículos en los que
entraron, entre vallas de granaderos, los senadores del oficialismo
constituido por PRI, PAN, Verde y Panal. Así se conseguiría el quórum e
iniciaría una sesión que no tocaría el tema de la citada reforma
laboral, pues ni siquiera estaban constituidas las correspondientes
comisiones de estudio a la hora en que la sede ubicada en Paseo de la
Reforma e Insurgentes vivía enfrentamientos físicos entre policías
capitalinos y manifestantes sentados. Es decir, en términos
estrictamente procesales nada se hubiera logrado con impedir el paso de
los senadores y el desarrollo de su reunión plenaria. Incluso, más
tarde, el presidente de la mesa directiva del Senado, Ernesto Cordero,
informó que se tendrían disponibles sedes alternas para sesionar en
caso de que hubiera más acciones de resistencia civil.
Pero la oposición pacífica a la validación senatorial de la reforma
laboral forma parte de un conjunto de exploraciones sociales en busca
de caminos que puedan enfrentar al dinosaurismo reconstituido, que
además se ha fortalecido con una alianza calderonista de supervivencia.
Además de los ciudadanos, en su gran mayoría jóvenes, que se fueron a
sentar en torno al Senado, diversas organizaciones sindicales
independientesse acercaron al edificio legislativo y tomaron contacto con interlocutores legislativos para tratar de que sus puntos de vista sean tomados en cuenta a la hora de las modificaciones y la votación final. No deja de ser irónico que dirigentes que llevan décadas en sus puestos, y que con frecuencia son acusados de prácticas antidemocráticas, como Francisco Hernández Juárez, de los telefonistas, y Agustín Rodríguez, de los trabajadores de la UNAM, enarbolen banderas de defensa de los intereses populares.
La misma mañana en que unos se sentaban afuera del Senado, y otros
se preparaban para las marchas vespertinas que terminarían en el Zócalo
capitalino (algunos grupos prefirieron ir al Senado), el ex candidato
presidencial López Obrador llevaba una ofrenda floral a la Plaza de las
Tres Culturas, en Tlatelolco, para recordar los asesinatos de jóvenes
estudiantes durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, cuyo estilo
represivo fue emparentado por el tabasqueño con el de Enrique Peña
Nieto. AMLO ha tomado distancia de las protestas directas contra la
reforma laboral, aunque las apoya discursivamente, concentrado como
está en el tejido de lo que será el nuevo partido sustentado en las
bases del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Con tal propósito,
recorrerá el país durante un mes, para asistir a las asambleas
estatales que aprobarán la creación del citado partido (PegeNal), en un
ciclo que definió como
seis años de lucha.
DUELO NACIONAL. Por ley, cada 2 de octubre la bandera nacional ondeará
a media asta en memoria de los caídos en 1968 en la Plaza de las Tres
Culturas de TlatelolcoFoto Jesús Villaseca
La
izquierda institucional (con Ebrard cumpliendo marcialmente sus
obligaciones de proporcionar fuerza pública para garantizar el
funcionamiento de una cámara del Poder Legislativo), la electoral (con
los chuchos celebrando sus triunfos recientes y con AMLO
dando en estos momentos preferencia a lo partidista sobre la lucha
social), la muy dispuesta a la protesta callejera (con Fernández Noroña
como principal personaje) y la inorgánica (una amplia base social
inconforme con lo que va sucediendo en el país, pero carente de
expectativas aceptables de organización y liderazgo) llegaron así a un
dos de octubre cuyo principal distintivo fue justamente el que, a
diferencia de todas las conmemoraciones anteriores, tuvo un proyecto de
lucha presente y futura y no sólo la lamentación, el recuerdo y el
desahogo, muchas veces violento a causa de infiltrados y provocadores.
Aun cuando de manera explicable no cuenta ya con toda la aceptación
y la participación originales (al ir definiendo sus objetivos ha dejado
de interesar a segmentos de la gran masa amorfa, que al principio se
movía sólo en términos inmediatistas, genéricos), el #YoSoy132 ha
pasado a ser un movimiento estudiantil que, a pesar de la cruda campaña
de comentaristas y conductores de medios electrónicos para tratar de
etiquetarlo como una prolongación de los proyectos de AMLO, mantiene
vigencia, presencia y proyecto. Aun cuando la toma de edificios
escolares suele ser considerada en la élite política como una medida
primaria e intrascendente, los paros estudiantiles realizados ayer en
decenas de instituciones muestran la revitalización de un espíritu de
lucha largamente acallado y advierten una agenda de oposición juvenil
que tendrá que ser atendida cuidadosamente por el peñanietismo, que
cree haber reinstalado un imperio sin disidencia posible. En ese
sentido, el dos de octubre está llamado a no caer en el olvido, pero
tampoco los fraudes electorales, los abusos criminales cometidos desde
el poder y las tragedias sociales impunes.
Y, mientras Calderón advierte que la Policía Federal será parte del
legado fundamentalque deja (gulp), ¡hasta mañana, con la medalla Bellas Artes de México para el gran Gabriel García Márquez!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Tal vez Enrique Peña Nieto
debió expresar algún mensaje por el aniversario del 2 de octubre. Un
gobierno priísta escribió esa página negra en la historia del país. Sin
embargo, prefirió reunirse con los personajes del Consejo Coordinador
Empresarial. Esperaban más de la reforma laboral que se cocina en olla
exprés, ahora en el Senado. No les gustó, por ejemplo, el poder que
exhibieron los caciques sindicales, cuando una agrupación con la que
tienen lazos estrechos, Mexicanos Primero, está pidiendo el pescuezo de
la profesora Elba Esther Gordillo. Tampoco les agradó la redacción
final del capítulo dedicado al outsourcing. Si la versión que
finalmente apruebe el Congreso no se modifica, entonces la mayor parte
de las empresas de este tipo que operan hoy en el país quedarían en
automático al margen de la ley. Eso dicen. Pero mientras los personajes
del Consejo se reunían con Peña Nieto, en el Senado seguían haciendo
presión algunos líderes sindicales. La situación es que si se cambia
alguna parte de la redacción que recibieron de la Cámara de Diputados,
el proyecto completo tendría que volver a discutirse a fin de
homologarlo. En ese caso ya no operaría el término de 30 días a que
está sujeta la iniciativa preferente; tal vez el tema completo
brincaría a noviembre y haría cortocircuito con el tema del presupuesto
de 2013. Y si es aprobado tal como está, los picudos del Consejo
podrían decir que salió como la mala nuera:
nuera lo que esperaba.
Acortar la transición
Dirán que ni las buenas iniciativas se salvan de la
crítica, pero ¿cómo no se le ocurrió antes al PRI proponer que se
acorte el tiempo que media entre el día de la elección de Presidente de
la República –primer domingo de julio– y su toma de posesión, el
primero de diciembre? El diputado Manuel Añorve presentó una iniciativa
en su Cámara para que la espera se abrevie al primero de octubre.
Calderón se hubiera tenido que mudar de Los Pinos hace dos días.
Tortilleros
Tres miembros de la Comisión Federal de Competencia
–Eduardo Pérez Motta, Cristina Massa Sánchez y Rodrigo Morales Elcoro–
votaron en favor de multar a los tortilleros y dos en contra: Miguel
Flores Bernés y Luis Alberto Ibarra Pardo. Según esto, la Unión
Nacional de Industriales de Molinos y Tortillerías, así como algunos de
sus líderes, conspiraron para fijar un precio de venta al público de 12
pesos por kilo. Ojalá ese fuera el precio de la tortilla. En las
ciudades del norte la venden de 15 pesos para arriba. Los sancionados
tienen a su alcance varios recursos para no pagar la multa. Si a Carlos
Slim se la bajaron de mil millones de dólares a cero, ellos bien pueden
alegar:
¿Y nosotros por qué?
La
única vía para generar empleo de forma sostenible es el crecimiento
económico, pero éste, desde hace tres décadas, se mantiene como una
oprobiosa asignatura pendiente del régimen. Destazar la ley laboral con
el supuesto ánimo de incrementar el número de plazas disponibles y
mejorar las condiciones de vida de los mexicanos(ello sin alterar un milímetro la estructura concentradora del ingreso y la riqueza prevaleciente en el país) es no sólo una muestra de humor negro, sino una tomadura de pelo en tanto el citado crecimiento se mantenga ausente, como hasta ahora.
¿Qué ha sucedido en 30 años?: en promedio, México ha
crecidoa un ritmo anual que apenas roza el 2 por ciento, tres veces menos de lo mínimo necesario para salir del hoyo y comenzar a generar empleo suficiente. Sin el primero, ausente permanecerá el segundo, por mucho que los
representantes popularesse esmeren en destazar la ley laboral y en meter la realidad a golpes para que quepa en el discurso oficial. Pero el balance, por donde sea vea, es terrorífico. Como ejemplo, de 1994 a 2012 la población económicamente activa se incrementó en 18 millones de mexicanos, pero en ese periodo sólo se generaron 5.6 millones de plazas formales (incluidas las eventuales), de tal suerte que el déficit en la materia sobrepasa los 12 millones.
Entonces, independientemente de la acelerada precarización de las
plazas laborales, en los tres tristes gobiernos de Zedillo, Fox y
Calderón, sólo uno de cada tres mexicanos en edad y condiciones de
trabajar logró colarse al mercado de empleo formal; el resto, a la
informalidad, el desempleo, el crimen organizado o el exilio económico.
En esos tres sexenios se generó empleo formal suficiente sólo para uno
de ellos.
La información es contundente, pero los jilgueros del régimen toman el micrófono para asegurar que lo anterior
es producto de una Ley Federal del Trabajo obsoleta, y de allí la necesidad de cambiarla. Y con eso, dicen, es más que suficiente. Lo demás se queda tal cual: crecimiento raquítico, precarización del empleo, salarios de hambre y concentración del ingreso a galope. El problema, según ellos, era la LFT, cuando en realidad lo obsoleto e inservible, para efectos sociales (y ejemplos sobran), es el modelo económico al que se ha aferrado el régimen, sin olvidar la
cultura patronal, arraigada al porfirismo y no a los
tiempos modernosque tanto cacarean los voraces empresarios, a quienes de plano nadie les dan gusto: el Consejo Coordinador Empresarial exige que
se instituya el outsourcing totaly que
se eliminen los candados innecesariosen esta modalidad depredadora. Y para el organismo patronal lo anterior tiene razón de ser, porque, asegura, de otra forma
estarán en riesgo cientos de miles de empleos.
Entonces, lo moderno, siempre según el CCE, es
flexibilizaraún más el mercado laboral, apretar las tuercas y seguir abaratando la mano de obra (ser
competitivos, como le llaman). Pues bien, antes de las
modificacionesa la Ley Federal del Trabajo, México resultaba supermoderno, pues de acuerdo con el Banco Mundial antes de la (contra)
reformaaprobada por la Cámara de Diputados
el empleo informal en el país representa de 52 a 62 por ciento del empleo total, lo que equivale a que entre 27 y 32 millones de mexicanos en edad y condición de trabajar (dos de cada tres) sobreviven en la informalidad. La pretensión empresarial es
modernizaral 100 por ciento de la población económicamente activa (51 millones de personas, aproximadamente), y mantenerla en la informalidad. Para ellos, pues,
más modernidades igual a mayor informalidad y precarización del empleo.
El mismo Banco Mundial (La Jornada, Roberto González Amador) advierte que
la pobreza y el desempleo se han incrementado en México en años recientes, mientras los salarios, medidos a través de su poder de compra, se mantienen estancados. Una de las causas de esta combinación radica en que dos terceras partes de la fuerza de trabajo del país se emplean en el sector informal. Modificar la legislación laboral o fiscal no es una medida que, en automático, contribuya a reducir el universo de personas que trabajan fuera de los canales formales del mercado laboral.
De igual forma, el organismo financiero multilateral (Informe sobre el desarrollo mundial 2013) celebra que en los últimos 35 años
se duplicóla ocupación en México, aunque
olvidómencionar que en igual periodo la población económicamente activa se multiplicó por cuatro, es decir, que sólo en el mejor de los casos en esas tres décadas y media apenas uno de cada dos mexicanos logró colarse al mercado laboral, y la mayoría de ellos terminó en la informalidad. También advierte sobre el precario salario mínimo que perciben los mexicanos, pues los coloca en el escalón 55 de 125 posibles.
El anterior no es el único logro. En materia de crecimiento
económico, para el presente año la Cepal (Estudio económico de América
Latina y el Caribe 2012, divulgado ayer) coloca a México en el escalón
número 12 de 20 posibles, y para 2013 en el 14 de 20. Cómo estará la
cosa que, una vez más, Haití crecería mucho más que México, y en la
isla caribeña se pueden presumir muchas cosas, menos modernidad.
Entonces, no hay crecimiento económico; tampoco generación de empleo
formal ni justa remuneración a los trabajadores; la precarización
laboral avanza de forma contundente, y la concentración del ingreso y
la riqueza es brutal, y van por más; gobernarán con el mismo manual que
ha garantizado el fracaso, y no piensan alterar el estado de cosas.
Pero, eso sí, los jilgueros aseguran que con la aprobación de la
(contra)
reforma laboralel país
avanzará vigorosamente, la
justicia social se ampliaráy
se garantizará el futuro de los mexicanos. ¿En serio?
Las rebanadas del pastel
Rabiosos, los barones de la minería, con Germán Larrea a
la cabeza, quieren impedir a toda costa el retorno del dirigente
sindical Napoleón Gómez Urrutia. Once veces lo demandaron penalmente, y
perdieron las once. Los tribunales lo exoneraron de cualquier conducta
ilícita, pero los
concesionariosde la riqueza nacional insisten. Ahora utilizan a Agustín Acosta Azcón (hijo de un ex gobernador veracruzano y
litigante mercenario sin escrúpulos que se vende al mejor postor, como fue la defensa de René Bejarano en 2004-2005, de acuerdo con el sindicato nacional de minero) con la intención de revivir casos juzgados, como el del extinto fideicomiso minero, asunto que desde marzo de 2006 la Comisión Nacional Bancaria y de Valores dio por concluido, al documentar que no había delito que perseguir. ¿Quién apadrina a los
baronespara que
vivan mejor?
Tras 44 años la herida sigue abierta
El 2 de octubre de 1968 el
gobierno mexicano dio una profunda estocada al pueblo. En 1971 intentó
darle la puntilla, pero no lo logró. Y durante 44 años la herida sigue
abierta. El pueblo sigue sangrando y el gobierno continúa con su traje
de luces estelares. Este 2 de octubre de 2012, la Plaza Mayor nos
mostró –triste pero ilustrativamente– que la gran masa del pueblo –a
pesar de los pesares– sigue aletargada. Los asistentes a la
conmemoración luctuosa fuimos unos cuantos. La mitad, ciudadanos
resentidos que fuimos a intentar reivindicar nuestro dolor e
indignación, y la otra mitad, policías uniformados y no uniformados que
fueron para cumplir con su chamba. La mayoría de los ciudadanos
participantes eran jóvenes que sólo saben del movimiento del 68 por
referencias, más o menos genuinas. Los motiva más su problemática
presente reflejada en la falta de oportunidades. La fecha del 68 se ha
vuelto una especie de carnaval folclórico para la mayoría de la
sociedad y una reliquia sagrada para unos cuantos que la seguimos y
seguiremos venerando. Dos de octubre, ¡no se olvida! En efecto, seguirá
siendo una efeméride nacional, aunque cada vez más vacía de contenido,
para beneplácito de los gobiernos herederos del trono. Una felicitación
a Raúl Álvarez Garín, quien con gran pundonor mantiene viva la llama de
los indignados del 68.
Mientras
Estados Unidos y Europa se hunden en el hoyo negro de un concepto de
democracia que daban por sobrentendido, los pueblos de América Latina
le devuelven objetividad, trascendencia y alcance universal. Venezuela,
entre los primeros.
El
lunes pasado murió en Londres el historiador Eric Hobsbawm. Tenía 95
años. Permaneció activo y escribiendo casi hasta el final de sus días.
Lo dijo bien Milan Kundera:
La lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Es imprescindible que las sociedades guarden memoria de los hitos históricos que abrieron sendas libertarias, caminos que los intereses dominantes quisieron mantener cerrados permanentemente.
Las
lecciones dejadas por la contestada reforma laboral son ya de uso
corriente. Se enfatizan tanto el impacto regresivo en el bienestar de
los asalariados como el empuje a la desigualdad y el lento crecimiento
que ocasionará su aplicación. Similar fenómeno definitorio ocurre con
los rasgos que se han estampado en el perfil del presidente electo
debido a la orientación del retardatario contenido aprobado por los
diputados. Las modificaciones a la existente legislación laboral, ya
muy alterada por vicios, trampas y subterfugios deformantes, se
insertan, qué duda, en un cuadro diseñado desde las altas sedes del
poder mundial. El modelo vigente, impuesto por los intereses globales
dominantes del círculo empresarial-financiero, asigna un lugar indigno
y poco rentable al factor trabajo. La productividad, reza la consigna,
tiene que buscarse en cualquier lugar y momento que se tenga a mano.
Pero, eso sí, resguardando el imperativo de maximizar utilidades y
salvaguardar, en primerísimo lugar, los rendimientos exigidos por el
capital.
La
necesidad de interpretar la crisis responde a un instinto de
supervivencia. Es obvio que de su interpretación depende la respuesta
de política económica. Pero hay algo más importante: también de su
comprensión dependen las estrategias y formas de lucha en contra del
neoliberalismo global. Sin un conocimiento claro de sus orígenes y
alcances, es muy difícil identificar los objetivos de la lucha política.
Franz Werfel (1890-1945)
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