“Prácticamente
todos los días, al leer o escuchar las noticias, se percata uno casi
irremediablemente de los constantes agravios a las leyes y a la
sociedad en general. En lugar de escuchar como noticia insólita en
nuestra ciudad o país, que alguien participó en un fraude o acto
ilícito, esto es más bien parte de la cotidianidad, y lo que es
insólito es que alguien haga un acto honesto o que los agentes de
seguridad en alguna de las múltiples corporaciones policiacas privadas
o públicas, sorprendentemente hagan su trabajo como debe ser.
Realmente, la corrupción ha invadido nuestra sociedad a un grado tal
que, como las metástasis que ocurren a partir de un tumor primario, ha
devastado y descompuesto el tejido social que requiere el país para
salir adelante.
“¿Por qué ha ocurrido esta descomposición social que padecemos los
mexicanos? Es una pregunta que merece ser analizada y, desde luego
corregida, aunque es evidente que todo problema social, sobre todo de
la magnitud de la corrupción en nuestro país, es complejamente
multicausal. Veo dos que, en mi opinión, sobresalen. El primero se
refiere a que la impunidad ante los ilícitos (chicos, medianos o
grandes) es la característica esencial que rige la impartición de la justicia.
Desde los ciudadanos que nos estacionamos donde se nos pega la gana y a
cualquier hora del día nos pasamos los altos y no cumplimos con las
mínimas reglas de urbanidad y civilidad; hasta los que cometen asaltos,
crímenes y desfalcan bancos o gobierno, somos totalmente impunes, pues
las autoridades correspondientes, o no cumplen con su función
primordial que es la de hacer ejercer las reglas y leyes que rigen a la
sociedad, o se dejan corromper.“Desde la mordidita hasta la mordidota, todo está diseñado para que las leyes no se cumplan. Pero además, las leyes no sólo no se cumplen, sino que muchas de ellas requieren revisión y de ahí el segundo problema que afecta nuestra sociedad. Es necesario que los legisladores se dediquen a actualizar las leyes. Los tiempos han cambiado, así como el entorno en el que nos movemos hoy en día, y las leyes tienen que ajustarse a las necesidades presentes.
Este escrito lo publiqué hace 14 años en este mismo periódico. La pregunta que me hago es:
¿algo ha cambiado?Tendré que contestarme:
Me parece que sí. Ahora estamos aún peor.
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