Por Lucía Lagunes Huerta*
México, DF 2 oct 12 (CIMAC).-
La periodista Ana Lilia Pérez documentó profusamente la corrupción en
la paraestatal más importante para las finanzas mexicanas, PEMEX. Su
investigación evidenció la corrupción de personajes de alto nivel
dentro del gobierno calderonista. Por su trabajo periodístico ha sido
perseguida, hostigada, demandada y amenazada. Hoy, por su propia
seguridad, radica fuera de las fronteras nacionales. La ciudadanía
mexicana perdió una guardiana.
La ausencia de las periodistas
comprometidas con ser el “perro guardián” de la sociedad ante el
Estado, sólo beneficia a quienes no desean ser descubiertos,
evidenciados ante la población, quienes intentan mantener la impunidad
de la sanción social y de la justicia.
Como Ana Lilia, otras
periodistas mexicanas han tenido que dejar el territorio nacional, la
razón es la misma, se han convertido en reporteras incómodas de la
clase política y económica que tranza desde su lugar de poder para
mantenerse en él.
Ellas forman parte de la lista ominosa de la
violencia hacia el trabajo periodístico que se realiza en México. Más
allá del crimen organizado está la vinculación permanente de la
violencia ejercida por agentes del Estado, una y otra vez se documenta
en los informes que se realizan en México sobre la vulnerabilidad del
derecho a la libertad de Expresión.
Durante los primeros años de
la documentación de la violencia contra periodistas, las mujeres
prácticamente fueron inexistentes, ¿sería acaso porque a ellas no las
violentaban o porque los ojos de quienes estaban documentando no las
veían?
Las respuestas a estos cuestionamientos están dadas en
el Primer Informe Diagnóstico Violencia contra mujeres periodistas,
elaborado por Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC), la
casa que durante 23 años ha empujado por la visibilización de la
condición social de las mujeres, la no discriminación y el respeto a
los derechos humanos de la población femenina, todo desde la labor que
nos apasiona todos los días, el periodismo.
Cómo demostrar sin
victimismo la condición de vulnerabilidad que conlleva ser mujer y
ejercer uno de los oficios y profesiones más peligrosas en nuestro
país. Habría que construir una metodología que permitiera desterrar de
la invisibilidad masculina lo que ocurre con las periodistas a lo largo
y ancho de nuestro país. Metodología que puede ser replicada en
cualquier lugar del mundo para proteger la vida de las periodistas.
Desde
la década de los años ochenta en que surgen la mayoría de las
organizaciones civiles internacionales que promueven y protegen el
derecho a la libertad de expresión consagrada en la Carta Universal de
los Derechos humanos, no ha habido un informe específico sobre lo que
ocurre con las periodistas.
Ante la brutalidad de la violencia
han surgido en los últimos dos años informes con abordajes específicos,
por ejemplo el de la violencia sexual, desde la violación en mujeres
periodistas en territorio en guerra, dejando oculta la violencia
cotidiana del acoso y el hostigamiento.
Desmenuzar la condición
de género que marca a las periodistas aquí y en cualquier parte del
mundo es necesario y fundamental para poder proteger a las guardianas.
¿Qué
ha pasado en estos años con las periodistas en nuestro país? ¿Cómo
viven la violencia y quién las protege? Son revelaciones de este Primer
Informe Diagnóstico que se presentará el próximo Jueves 4 de octubre a
las once de la mañana, en el Museo Memoria y Tolerancia, en la Ciudad
de México.
Las reflexiones sobre estos y otros hallazgos estarán
a cargo de las periodistas Elia Baltazar, Anabel Hernández, Lydia Cacho
y la doctora Marcela Lagarde y de los Ríos. La entrada es libre.
* Directora general de CIMAC.
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