10/04/2012

Los periodistas pal cafe...



El consejo general del IFE ha dado un paso más en favor de Enrique Peña Nieto, al ordenar la destrucción del material electoral correspondiente no solamente a 2006 sino, sobre todo, a 2012, en una abierta y vergonzosa chicana que pretende impedir que cortes o tribunales internacionales cuenten en el futuro con sustento documental para analizar lo sucedido este año con el impugnado triunfo formal del candidato priísta.
En medio del escándalo de Soriana, Mónex y otras formas de compra de votos y de financiamiento ilegal de la campaña y la operación electoral del mexiquense, y a sabiendas de que el Movimiento Progresista había anunciado la decisión de acudir legítimamente a instancias externas para solicitar la revisión del proceso electoral (recurso que incluso podría ser presentado por otras instancias, como hizo la revista Proceso respecto de 2006), los consejeros del IFE dan un golpe de mano para ordenar la desaparición del material del calderonismo ya feneciente pero, sobre todo, del peñanietismo aún susceptible de impugnaciones jurídicas de largo tracto.
Cierto es que, en estricto sentido, la papelería electoral correspondiente a 2006 ya no está en condiciones de probar nada. Los mismos actores que en aquella ocasión habrían cometido fraude en las urnas y en el conteo manual y cibernético de los votos tuvieron mejorada oportunidad de hacer acomodos documentales a lo largo del sexenio en que ejercieron un poder abusivo. Por desgracia, el proceso de desgaste al que fueron sometidas las fuerzas armadas durante la actual administración hace que sea imposible confiar en que el resguardo verde olivo hubiese podido impedir que los beneficiarios de aquel fraude, ya instalados en la comandancia suprema, adulteraran las constancias electorales.
Por esas mismas condiciones (una especie de carencia inmanente de confiabilidad), los papeles de 2006 tampoco tienen importancia académica de largo plazo o política en lo inmediato. Nada sustancial y atendible saldría del eventual trabajo de investigadores sobre ese material en entredicho, y nada se podría hacer ya para deponer o impedir el ejercicio ilegítimo del poder que se derivó de aquellos episodios. La nueva concurrencia electoral, en 2012, llevó incluso al líder de los ciudadanos convencidos de que hubo un fraude seis años atrás a otorgar un perdón al gran infractor, Felipe Calderón, a mirar hacia un  futuro electoral rediseñado (con un partido propio, Morena) y a no estancarse en el pasado.
Queda, desde luego, el plano histórico: el de la memoria y el del juicio que sobre esos comicios habrá de escribirse. Calderón no ha podido librarse a lo largo de su funeraria administración de las acusaciones públicas de ejercer un poder ilegítimo y de ser un espurio. Desde esa perspectiva, el nuevo depositario de similares impugnaciones es bien servido por el consejo general del Instituto Federal Electoral, al ser aprobada la destrucción de la mencionada papelería de 2006 y, con premura delatora, la del presente año.
Destruir boletas, actas y demás material escrito es un acto político contra las últimas referencias palpables del desorden inducido que permitió seis años atrás el despojo a un candidato reformista y la imposición de un personaje sombrío pero siempre servicial para con los poderes reales que le inventaron una hazaña de última hora y un muy reducido margen de diferencia, aun en esos mismos números oficiales adulterados. Mas, en su significativa premura, los amables consejeros del IFE han colocado en el mismo cesto los casos de Calderón en 2006 y de Peña Nieto en 2012.
No es solamente la pretensión de remachar mediante destrucciones documentales que lo del licenciado Calderón es cosa juzgada, sino hacer la misma limpieza en los archivos de 2012. No es, desde luego, que en esta ocasión el fraude se cometiera al estilo usado seis años atrás, pues ahora se practicó el método extracasillas, comprando abiertamente el voto, usando ríos de dinero oscuro para la operación de ejércitos de mapaches y movilizadores electorales y dejando en las actas oficiales tan frías constancias numéricas que a pesar de su apabullante resultado no produjeron entusiasmo ni jolgorio más que en la élite peñanietista.
Es muy probable que en los documentos condenados a la desaparición no se pudiesen encontrar las evidencias integrales de los fraudes disímbolos cometidos por expertos en la materia, pero los propios consejeros del IFE han colocado ahora en el mismo nicho los dos procesos impugnados. Les urge conjurar los fantasmas que se siguen moviendo en las calles y que perseguirán al segundo beneficiario de procesos electorales altamente irregulares. Y tratan, envalentonados por la impunidad con que hasta ahora se han movido, de aparentar que este proceso, el del presente año, fue un ejemplo de buen manejo y mejores resultados (los de este año, los comicios mejor organizados de la historia, se ha autoelogiado Leonardo Valdés Zurita).
En términos generales, el aparato institucional de gobierno y representación está mostrando un cinismo aceleradamente creciente, que pretende ajustar irregularidades e incluso criminalidad a los parámetros de una legalidad que mantienen bajo control extremo. Van amenazando a expresiones críticas y disidentes, advierten a legisladores de oposición de los castigos a que se harán merecedores si persisten en plantones o tomas de tribuna, mantienen bajo amago o bajo compra a una buena parte de los medios de comunicación y tratan de imponer una verdad oficial, en este caso, la inexistencia de fraudes electorales, ni en el distante 2006 ni en el reciente 2012 en el que, casi nada más por guardar las formas, bien habrían hecho los consejeros electorales en no equipararlos, y dejar esos papeles oscuros en un reposo sexenal a sabiendas de que, a fin de cuentas, las pillerías en esta materia comicial son difíciles de demostrar (aunque sucedan a los ojos de mucha gente), y que el ejercicio del poder comprado se irá cumpliendo, haiga de ser como haiga de ser. ¡Hasta mañana!
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La parte discriminatoria del reformón es que sólo se aplica a los empleados de las compañías privadas, pero no a los burócratas. Los trabajadores registrados en el IMSS suman alrededor de 15 millones y los empleados públicos más de 3 millones. En las redes sociales se leen opiniones en el sentido de que el presidente de la República debería ser contratado por hora a fin de no pagarle sábado ni domingo; tampoco días festivos; que los secretarios de Estado firmaran un contrato de prueba a seis meses, sin derecho a indemnización, de tal suerte que si salen tan poco aptos como Bruno Ferrari, no hagan demasiado daño, y que los diputados y senadores entren en calidad de aprendices, y si se duermen en las butacas revocarles el mandato. Por supuesto, nada de eso sucederá jamás. Sin embargo, el diputado Martí Batres anuncia que presentará una iniciativa para el pago por hora aplicable a sus compañeros legisladores. Qué buen chiste.
El arte de perder
Hay algo que no falla a los diversos organismos reguladores: las coartadas. Siempre tienen una a la mano para justificarse. Trátese de la Condusef, de Profeco, de la Comisión Nacional Bancaria, de la Federal de Competencia o de Cofetel, sus titulares son unos magos para explicar por qué resultó mal lo que debía salir bien. Recuérdese el caso de la Federal de Competencia, que habiendo aplicado una multa por mil millones de dólares a Grupo Slim sin sonrojo se echó para atrás, y tanto que cacarearon sus miembros que finalmente le habían puesto el cascabel al gato. Desde que Mony de Swaan llegó a Cofetel ha dado un tropezón tras otro. Luego le cayeron en las uvas, otorgando contratos de mucho valor a un par de sus cuates. No tuvo el decoro de renunciar. Ahora dice que las cada vez más poderosas televisoras –Televisa y Tv Azteca– están bloqueando mediante amparos la futura licitación de nuevos canales de televisión abierta. Como quien dice, ya perdió. Qué buena coartada.
Deshojando la margarita
“Me quiere, no me quiere, me quiere…” Esa es la duda existencial que atormenta estos días a la pobresora Gordillo. No está segura de los sentimientos de Peña Nieto hacia su persona. Anteayer, el presidente en ciernes se reunió con los personajes del Consejo Coordinador Empresarial, entre ellos Claudio X. González. Y ayer, su hijo Claudio X.X. reanudó la embestida contra la presidenta vitalicia del sindicato magisterial. ¿Les dio luz verde o se lanzaron a la torera? Quienes conocen a los X. González dicen que no dan paso sin guarache. No es nada personal, como dijera El padrino, de Mario Puzo –el otro sigue forcejando por borrarse la sonrisa–, son simplemente negocios. En el pupitre de la maestra Elba Esther se comenta que quieren apoderarse de un segmento de las escuelas de paga. Mientras se aclaran las cosas, algunos vecinos de la isla Coronado, donde se ubica su residencia de verano, aseguran que se ha visto mucho movimiento, como si estuvieran dándole una manita de gato para una larga estadía.
El Galaxy Note II
En estos momentos, y tomando en cuenta la diferencia de horarios con Madrid, ya debe haber hecho su debut el teléfono Galaxy Note II, de Samsung; compite en el mercado de los smartphones de pantalla grande. El precio de mercado es de alrededor de 700 dólares, aunque adquirido a través de un plan bianual el costo es de la mitad. Otro dolor de cabeza para Apple.
Recordando a Gandhi
En estos días se cumple el aniversario 143 del nacimiento de Gandhi, el gran filósofo, líder religioso, luchador social y mártir de la India. Una de sus frases: La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer sería suficiente para resolver la mayoría de los problemas del mundo.



La buena noticia de la semana, y de muchos años por venir, es que el Fondo Monetario Internacional ha estimado que salir de la crisis económica global apenas llevará una década, cuando menos, de tal suerte que falta mucho que ver y, sobre todo, padecer. Lo mejor del caso es que para los genios de ese organismo la terrible sacudida que oficialmente se registra desde 2008 y que, según sus estimaciones, se prolongará hasta 2018, no es todavía una década perdida, es decir, aún no puede tipificarse como tal, por mucho que la mayoría de los habitantes de este planeta sobreviva en peores condiciones que un cuatrienio atrás, cuando, de cualquier suerte, no eran las mejores.
En 2008, el FMI y demás organismos internacionales atribuyeron el estallido de la crisis a Estados Unidos, tras dos demenciales periodos presidenciales del guerrerista baby Bush, que no hizo otra cosa que beneficiar al gran capital; ahora se lo achacan al mismo destartalado motor del mundo, junto con los problemas de Europa, Japón y China. Así, deberá transcurrir una década, cuando menos, para que la economía mundial vuelva a tener una forma aceptable, producto, desde luego, de pasar la factura, íntegra, a la mayoría de la población.
Ante tan negro panorama, la envidia, como siempre, la provoca México (el de los discursos, claro está), porque es menester recordar que desde 2010 el actual inquilino de Los Pinos decretó el fin de la crisis global y su impacto en la economía nacional. Así, entre la permanente negación de la realidad y el cálculo del Fondo Monetario Internacional, la perspectiva mexicana resulta esplendorosa. Hay que reconocerle al gobierno panista su afinado olfato para detectar peligros y adversidades, el cual va del catarrito de 2008 al fin de la crisis en 2010, cuyo efecto inmediato se puede constatar con los 15 millones adicionales de pobres a lo largo de su estancia en la residencia oficial.
Los mexicanos ya han pagado la factura durante cuatro años (en realidad suman 30: de Miguel de la Madrid a Calderón), pero la buena noticia es que les faltan otros seis (los de Peña Nieto), cuando menos, para que la economía nacional vuelva a tener una forma aceptable, de acuerdo con el vaticinio del citado organismo financiero. Ahora que si aceptable es regresar al estado que guardaba la economía mexicana en 2007, entonces agárrense, porque en el mejor de los casos la siguiente administración gubernamental sólo ofrecerá más de lo mismo.
Para efectos mexicanos, la Cepal declaró perdida la década de los 80, porque en tal periodo la economía nacional registró una tasa anual promedio de crecimiento de apenas 1.9 por ciento; en los primeros diez años de gobiernos panistas esa misma tasa a duras penas llegó a 1.59 por ciento, aunque oficialmente nadie se anima a declarar ese lapso como la segunda década perdida. Para el último bienio de Calderón y el sexenio de Peña Nieto, la perspectiva es que la sacudida económica permanezca, de tal suerte que existe la posibilidad de una tercera perdida, no sólo por la crisis, sino porque nadie en el gobierno tiene la intención de apartarse del manual que provocó la primera y la segunda.
En vía de mientras, el propio FMI (Perspectivas de la economía mundial, octubre de 2012) advierte que uno de los principales problemas que afronta la economía global es el elevado nivel de endeudamiento que registran algunos países, como en el caso de Japón, Estados Unidos, Grecia, Italia, Portugal e Irlanda, que supera el 100 por ciento de su producto interno bruto. Por si fuera poco, subraya, las bajas tasas de crecimiento, los persistentes déficit presupuestarios, el alto nivel de pasivos futuros y contingentes derivados de la presión sobre el gasto relacionada con el envejecimiento de la población y el debilitamiento del sector financiero, han intensificado considerablemente la preocupación por la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Por otra parte, el organismo financiero considera que muchas economías emergentes y en desarrollo han tenido un buen desempeño económico a lo largo de la última década y durante la crisis financiera internacional, “pero el cuestionamiento que se hacen en este momento las autoridades es si esa fortaleza perdurará. Hay razones para ser optimista; entre ellas, la aplicación de mejores políticas y la mayor libertad de acción de la política económica, es decir, un margen de maniobra para responder a los shocks que no ponga en peligro la sostenibilidad. Pero este buen desempeño reciente también se ha visto respaldado por factores que varían constantemente, como las fuertes afluencias de capital, la rápida expansión del crédito y el elevado nivel de precios de las materias primas”.
La capacidad de las economías de mercados emergentes y en desarrollo –medida en función de su capacidad para sustentar expansiones económicas y recuperarse con rapidez de las desaceleraciones– aumentó considerablemente. La década pasada fue la primera en que estas economías registraron una expansión más prolongada que las economías avanzadas y sufrieron desaceleraciones más pequeñas. La duración más larga de las expansiones se debe a las buenas políticas adoptadas (que da cuenta de alrededor de tres quintas partes de la mejora) y a la menor incidencia de choques externos e internos (que da cuenta del resto).
Sin embargo, advierte, la calma relativa de los dos últimos años en estas economías bien podría resultar pasajera. Existe un riesgo significativo de que las economías avanzadas vuelvan a sufrir una desaceleración marcada o de que vuelvan a surgir vulnerabilidades internas. El hecho de contar con un margen de maniobra más amplio en el ámbito de la política económica ha ofrecido una fuerte protección ante los choques externos. Para resguardarse de situaciones futuras, estas economías tendrán que reconstituir sus defensas y restituirle a la política económica la libertad de acción necesaria.
Las rebanadas del pastel
Para redondear el cuadro, la Organización Internacional del Trabajo denunció que en los países del G-20 (entre ellos el nuestro), el desempleo entre los jóvenes es crítico. Para el caso mexicano, la tasa de desempleo es de 8-11 por ciento. La OIT advierte sobre el riesgo de una generación de trabajadores jóvenes marcada por una mezcla peligrosa de alto desempleo, creciente inactividad y trabajo precario en los países desarrollados, y de un aumento de trabajadores pobres en el mundo en desarrollo… Elogio en boca propia es vituperio: las elecciones de 2012 fueron las mejor organizadas de la historia, según el IFE.

Uno de los motivos más memorables de mis erecciones infantiles era la fantasía de ir a la iglesia, levantar los trapos de raso y terciopelo que vestían las imágenes de vírgenes y santas y mirarles la cola. La cosa se acabó bruscamente un día en que aproveché un descuido de mi abuela, me arrimé a una imagen de Santa Cecilia que me quedaba a la altura, me asomé por debajo de sus prendas y descubrí que en vez de cuerpo aquella cosa tenía una simple armazón de madera, pero eso es otra historia. A menos que haya sido un niño excepcionalmente perverso, me parece razonable suponer que algunas o muchas niñas y niños, o incluso adultas y adultos, se hayan calentado más de una vez imaginando que husmeaban bajo el taparrabo de Cristo.
Me sigue intrigando el celo y el rigor empeñados por el cristianismo en escamotear de la vista de los fieles los genitales de Jesús y en aplicar a toda la iconografía un trapo apócrifo y omnipresente, habida cuenta que, según la mayor parte de las versiones históricas, los condenados a morir en la cruz eran desnudados por completo antes de enfrentar su último destino.

Amás de un mes de que se inició el paro de actividades en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) a consecuencia de las irregularidades en la elección del tercer Consejo Universitario –máximo órgano de gobierno de la institución–, integrantes de grupos afines a la rectoría que encabeza Esther Orozco ingresaron ayer a las instalaciones del plantel Cuautepec de esa casa de estudios, que permanecían tomadas por estudiantes y profesores inconformes desde principios de septiembre. Durante el desalojo –calificado por las autoridades universitarias de acto de recuperación–, el grupo encabezado por Adalberto Robles, ex secretario técnico del segundo Consejo Universitario y cercano a la rectoría, se valió de hachas y pinzas para abrir las rejas y agredió a golpes a alumnos y alumnas que se encontraban adentro, circunstancia que arrojó varios lesionados.

Por una consulta nacional sobre legislación laboral
Las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo aprobadas en la Cámara de Diputados son el inicio de una ofensiva para desmantelar los derechos laborales y favorecer la concentración de la riqueza en perjuicio de los asalariados, del mercado interno y del desarrollo nacional.

Tengo el honor y, sobre todo, la responsabilidad de haber sido designado por Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) como jefe de la misión de acompañamiento (observación) electoral en los próximos comicios venezolanos del domingo 7 de octubre. Señalo entre paréntesis observación porque en este caso se trata de desinstalar la idea de que los latinoamericanos, por nuestra propia historia de inestabilidad política, golpes de Estado, dictaduras militares, injerencias externas, fraudes electorales y gobernantes incompetentes o corruptos, estamos incapacitados para vigilar y cuidar la transparencia y limpieza de nuestros propios procesos electorales. Por ello, éstos deben ser observados o por organismos del mundo desarrollado o por aquellos otros donde Estados Unidos o países europeos tengan una importante influencia.

Después del Manifiesto comunista (1848), Marx profundiza sus estudios de la economía burguesa, pero no abandona la política: pensando en mejores estrategias para el triunfo del proletariado escribe La lucha de clases en Francia (1850) y El 18 brumario de Luis Bonaparte (1852). Sin embargo, como subrayan varios estudiosos, su teoría política (y de la izquierda en general) es un proyecto incompleto. Lo estratégico en él muchas veces se limita a lo que pretendía con el Manifiesto: educar al proletariado en el comunismo científico (que no era poco).

En la época dorada del PRI el último año de un sexenio solía provocar mucha inquietud entre los burócratas y la clase política del partido en el poder. Durante el año y pico que mediaba entre el destape y la toma de posesión del nuevo presidente surgía una tensión entre los integrantes de la administración saliente y quienes se perfilaban para sustituirlos. De ahí que se intensificara la especulación acerca de la composición del futuro gabinete.

Hace 44 años mi hermano Juan Enrique fue capturado en la Plaza de las Tres Culturas y, junto con cientos de estudiantes y otras personas, detenido en la cárcel de Santa Martha. Literalmente, eran los sobrevivientes de la noche de terror del 2 de octubre de 1968. Muchos de ellos, en su mayoría dirigentes, pero no sólo, sufrieron injustos procesos que aún causan vergüenza a la justicia mexicana. Campeó la impunidad más absoluta y la injusticia, pero ya nada sería igual ni en sus vidas ni en el país. México, tortuosamente, comenzó a cambiar. Es cierto, el gran movimiento de 1968 no fue sólo la tragedia del 2 de octubre, pero allí se alcanza un límite inolvidable que el tiempo no borra. Tras la matanza, Juan Enrique escribió un breve Relato de un testigo presencial, que mi padre conservó hasta su muerte entre sus papeles más valiosos. Transcribo de ese texto algunos fragmentos, a sabiendas de que tan importantes como la historia misma son las voces únicas e intransferibles que la cuentan. Sea un homenaje a los que cayeron ese miércoles lluvioso en Tlatelolco.

En Venezuela se enfrentan en las elecciones de este 7 de octubre dos concepciones políticas y bloques de fuerzas diametralmente opuestos. Por un lado, el Gran Polo Patriótico, coalición de movimientos sociales vertebrados en torno a la relección del presidente Hugo Chávez Frías, postulado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Su postura es claramente antineoliberal, patriótica, antimperialista, favorable a la unidad e integración de América Latina y el Caribe y a un escenario mundial pluripolar donde se respete la soberanía de los pueblos y se preserve la paz. Contiene una fuerte corriente favorable al socialismo. Mientras mayor la victoria que conquiste el próximo domingo, más contribuirá a la consolidación de la revolución bolivariana en lo interno, así como del frente de gobiernos progresistas y revolucionarios y fuerzas populares de nuestra región.

La radicalización de la derecha republicana y el fulminante rechazo del poderoso cabildo fósil (carbón, petróleo, gas) a cualquier cambio del patrón energético vigente ayuda a explicar, en parte y más allá del racismo y clasismo, la enardecida y multimillonaria campaña contra la relección de Obama, quien dio continuidad a las políticas de seguridad doméstica e internacional de Bush/Cheney luego del 11/9, como el espionaje generalizado y sin autorización legal de la Agencia Nacional de Seguridad; la usurpación de funciones judiciales con la renovación de las comisiones militares y la permanencia de Guantánamo como prisión y a los postulados de la guerra preventiva. De inicio avaló el sangriento esquema de intervención/desestabilización a la rápido y furioso (Plan Colombia, Iniciativa Mérida) cuyo ADN se remonta al Texas de 1836, a la counterinsurgency de la guerra fría y a la ocupación de Latinoamérica con más bases en áreas de interés empresarial y geopolítico. Detuvo la tortura, pero acentuó el uso de fuerzas especiales, cuyo despliegue pasó de 60 a 120 países y proliferan las ejecuciones extra-judiciales con drones en ultramar, superando a Bush en misiones y bajas civiles. El quebranto del derecho internacional vía drones, globalizó un peligroso estado de excepción que lleva la no ley a cualquier rincón del planeta: una invitación al caos en las relaciones de poder internacional en momentos de crisis, transición hegemónica y creciente conflictividad por el control de recursos naturales escasos.

Birdstrike es un término aeronáutico con el que se tipifica la entrada de una parvada en la turbina de un avión, lo que causa su derribo. El joven dramaturgo Xavier Villanova lo utiliza para hacer una amplia metáfora en la obra que le valió el premio Emilio Carballido y que equipara con su máxima influencia, al decir de él mismo, Harold Pinter. Si hacemos a un lado la arrogancia desmedida del incipiente autor, que lo lleva a medirse con Pinter, podemos encontrar las calidades de Birdstrike y las razones de que haya sido premiado. Contada de atrás para adelante (y posiblemente de ahí su aspiración pinteriana si recordamos Traición), el triángulo que se establece en un matrimonio estable con la intrusión del recuerdo que tiene la mujer de un tercero ya muerto, y su presencia viva en un tiempo anterior, que permite al autor utilizar una amplia gama de recursos, no todos novedosos pero que en conjunto aportan una nueva voz a la dramaturgia, sobre todo por la vuelta intencional a la palabra como sustento del teatro. Mientras muchos nuevos dramaturgos prefieren la acción escénica al diálogo (algunos con excelentes resultados, como Richard Viqueira) y otros sólo permiten obscenidades –so pretexto de realismo– que terminan por aburrir y ya no espantan a nadie, Xavier Villanova usa la voz humana para conformar su propio discurso sin restar importancia a los movimientos escénicos.


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