Por Guadalupe Cruz Jaimes
México, DF, 1 oct 12 (CIMAC).-
La reforma laboral generará “una fábrica de desigualdad y pobreza para
las mujeres” al deteriorar sobremanera sus condiciones de trabajo.
La
reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT), propuesta por el Ejecutivo
y aprobada por PAN, PRI y PVEM en la Cámara de Diputados, lejos de
generar más empleos, empeorará la situación laboral de los 18.5
millones de trabajadoras.
Carmen Ponce, economista
especializada en género, desmintió que la flexibilización laboral sea
la vía para generar más empleos, ya que estas formas de contratación
planteadas en la modificación legislativa (outsourcing) operan en el
país desde hace 20 años y no han creado nuevas fuentes de trabajo.
Además
puntualizó que la generación de empleos no se logra con cambios en la
LFT sino en la activación de la economía nacional. Lo que menos
necesita el país, advirtió, es más terciarización, pues “(el empleo) ya
está suficientemente flexibilizado, y la mejor demostración es que de
los 18.5 millones de mujeres ocupadas, sólo 5.5 millones tiene acceso a
servicios de salud ligado a su trabajo”.
Estos empleos son
informales aunque muchos de ellos se generen en “empresas formales” que
pagan impuestos, pero no garantizan derechos mínimos a su personal
(como la seguridad social), según la Organización Internacional del
Trabajo.
Tan sólo en la industria maquiladora, durante el
último año la subcontratación creció 9 por ciento, mientras que la
contratación directa apenas aumentó a 4 por ciento, de acuerdo con el
Inegi.
La experta lamentó que con esta reforma se “van a
‘informalizar’ los pocos empleos formales que existen”. Alertó que “el
salario va a bajar más, disminuirá la seguridad social y el desempleo
seguirá en aumento, en síntesis, la reforma a la LFT derivará en una
fábrica de desigualdad y de pobreza para las mujeres”.
SIN DERECHOS
Según
el Inegi, hay 900 mil mujeres desempleadas en México, y 16 de cada 100
laboran de forma parcial, es decir, se ocupan en alguna actividad
económica, pero tienen tiempo disponible y la necesidad de trabajar más
horas para completar su ingreso.
La subcontratación “quita de
encima” la responsabilidad del patrón de garantizar los derechos de las
trabajadoras, indicó María Luisa Alcalde, diputada federal de
Movimiento Ciudadano (MC).
Detalló que la reforma simula la
“regulación” de ese tipo de contratación, al establecer que la
subcontratista debe costear derechos mínimos, como el salario (60 pesos
al día) y seguridad social.
La legisladora refirió que la
normatividad es insuficiente para garantizar estos derechos, ya que
aunque estas empresas “están en el papel, en muchos casos no tienen ni
oficinas, nadie conoce al patrón, así ¿a quién le van a reclamar las y
los trabajadores?”.
Además, el riesgo es que el outsourcing se
generalice, acotó. Por ello es necesario “limitar esta figura”: que
sólo subcontraten a personal cuya tarea es ajena al objeto social de la
empresa. “Por ejemplo, en un banco puede subcontratarse a personal que
arregle los elevadores, pero no a las cajeras, como ya ocurre”,
explicó.
Alcalde alertó que además del outsourcing, otro “foco
rojo” es la contratación por horas, planteada como una oportunidad para
que las mujeres cumplan con el cuidado de la familia y obtengan un
ingreso.
La legisladora apuntó que esa disposición no
representa un beneficio para las trabajadoras sino la pérdida de sus
derechos, porque “la responsabilidad del patrón (con ellas) culminará
con el pago de las 2 o 3 horas que laboren al día o a la semana”.
Las
mujeres y las personas jóvenes serán las más perjudicadas, porque
actualmente son quienes más dificultades enfrentan para obtener un
empleo, y se verán orilladas a aceptar ese tipo de contrato con el que
“recibirán un pago de 20 pesos, sin derecho a ninguna prestación, ni
estabilidad laboral”.
Ponce añadió que otro problema de la
contratación por hora es que la reforma no aclara si el pago será con
base en el salario mínimo actual, pues de ser así, por cada hora
laborada el personal apenas recibiría 7.50 pesos.
Esta
circunstancia disminuiría todavía más el ingreso de las trabajadoras,
ya que 65.8 por ciento de las mujeres ocupadas gana entre 1 a 3
salarios mínimos, alrededor de 5 mil 600 pesos al mes, insuficientes
para la manutención de sus familias.
Otro embate es el
contrato a prueba, el cual establece que las y los trabajadores pueden
permanecer en el empleo seis meses, y si el patrón considera que “no
pasó la prueba” lo despide sin ningún tipo de indemnización, mencionó
Ponce.
Así, la reforma a la LFT además de afectar los derechos
individuales de las trabajadoras, perjudicará sus derechos colectivos,
pues la flexibilización “es veneno para los sindicatos”.
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