Por: Edgar Rosas
24 de abril, 2015. Revolución
TRESPUNTOCERO).- A lo largo de la historia en nuestro país, la
participación de la iglesia católica en los asuntos públicos de México,
así como sus relaciones con distintos personajes, ha estado marcada por
la intención de influir, de tal manera, que esta religión acumule poder
en el ámbito político y de alguna forma, recupere el control que en un
momento ejerció.
En la historia reciente de nuestros
país han quedado marcados momentos en donde el poder político mexicano
ha dado muestra del apego a esta religión liderada desde el Vaticano,
poniendo en duda la laicidad de los gobernantes.
En este sentido, se puede recordar el
momento en que Vicente Fox, en calidad de presidente de la república,
se inclinó ante el Papa Juan Pablo II y besó el “anillo del pescador”,
hecho que generó controversia al cuestionar el carácter laico del
entonces mandatario. En ese momento diputados pidieron se castigara a
Vicente Fox por haber violado la Constitución a través de su acto de
sumisión ante el jerarca católico.
Expertos han señalado que a lo largo
del siglo XX la iglesia trató de afianzar su posición en la vida
política de México. Bernardo Barranco ha calificado a la iglesia como
una institución política, que a través de sus acciones busca inducir y
“comprometer a los principales actores de la sociedad, así como al
propio Estado, a contar con ella”.
En lo referente, la Dra. Tania
Hernández Vicencio, investigadora de la Dirección de Estudios
Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(DEH-INAH), realizó un recuento del actuar de esta iglesia en las
últimas décadas, en donde expuso los intentos de injerencia de esta
institución en la vida política de la nación.
La investigadora detalló que con la
implementación del modelo neoliberal se permitió la consolidación de
una amplia alianza de derecha, la cual dio paso a que en México la
iglesia católica tuviera mayor participación al afianzarse “la
ideología conservadora como esencia de la relación entre Estado y
sociedad creando el ambiente propicio para el resurgimiento de las
discusiones morales y religiosas en el espacio público”.
Señaló que a partir de esta situación,
se estableció una nueva política engañosa desde el Vaticano, la cual
iba encaminada con los gobiernos nacionales y establecía la primicia
que la sociedad merecía un Estado Laico, pero que en trasfondo pugnaba
por otorgar un alto valor al fenómeno religioso.
Este tipo de Estados que se definieron
como laicos, explicó, se convirtieron en el disfraz idóneo de “un
Estado potencialmente confesionario (es decir que se adhiere a una
religión) o neo-confesionario, que a diferencia del confesional clásico
ya no proclama la existencia de la religión única pero en los hechos
promueve nuevos privilegios para la religión dominante”.
Hernández Vicencio, mencionó que fue en
la década de los 90 cuando la alta jerarquía católica conservadora vio
en las alianzas con la elite política la herramienta ideal para lograr
objetivos específicos, como: inhibir el avance de otras religiones así
como contrarrestar el desarrollo de la ideología progresista que se
estaba dando al interior de sus filas.
“La alianza con la nueva elite política
en los 90 era clave para hacer un par de movimientos: uno en el campo
estrictamente religioso y el otro de tipo filosófico. El primero
cobraba forma dentro y fuera de la iglesia católica ya que la elite
eclesiástica, por excelencia conservadora, podría contrarrestar el
avance del progresismo católico; al exterior le permitiría enfrentar el
avance de otras religiones, pues el fenómeno de la pluralidad religiosa
comenzaba a abrirse paso en México destacando el crecimiento de los
grupos protestantes y evangélicos. Lo filosófico tenía que ver con
hacer frente a nuevos debates, temas centrales de la agenda pública,
relacionados con asuntos como: el aborto, la eutanasia, los matrimonios
entre personas del mismo sexo, que ponían en ‘tela de juicio’ la
inclusión de los valores religiosos para definir aspectos de la vida
privada de los ciudadanos y en el terreno de lo público para la
construcción de políticas específicas relativas a la población y salud
reproductiva”, dijo.
Por otro lado hizo referencia a las
reformas Constitucionales en materia religiosa realizadas en el año de
1992. Explicó que estas reflejaron un cambio en el balance de fuerza y
representó el debilitamiento del Estado revolucionario, además que “la
subordinación normativa de la iglesia católica dejó su lugar al
fortalecimiento del clericalismo”.
“La reforma a los 5 artículos en
cuestión pactada entre la elite de la iglesia católica y la de gobierno
cambio significativamente la norma y la vida cotidiana. En una visión
de conjunto, la reforma a los artículos: 3ro, 5to, 24, la fracción 2da
del 27 y el 130 de la Constitución, puso de manifiesto que la elite de
la iglesia católica ganó la apuesta con su reposicionamiento como actor
político y por la reinserción de la moral católica conservadora como
elemento clave del espacio público”, sentenció.
Aunado a lo anterior detalló que la
reforma al artículo 3ro, permitió el establecimiento de escuelas
privadas religiosas y se derogó la obligación de que la educación
privada tendría que ser laica. Asimismo explicó que los cambios a la
2da fracción del 27 dieron la posibilidad a la iglesia de tener poder
económico al permitir que las organizaciones religiosas tuvieran los
medios para su sostenimiento. Mientras que la reforma al 130 reconoció
jurídicamente a las iglesias y abrió la posibilidad de que los
ministros de culto se expresaran sobre las leyes.
“El centro de los cambios de 1992 fue
la creación de la figura de asociación religiosa que atendió la
situación jurídica de las iglesias y levantó las limitantes que
existían con la supremacía del orden civil del Estado. En el plano de
lo simbólico los cambios fueron sustanciales, esto se pudo observar en
los cambios que sufrieron dos dimensiones de laicidad: por un lado el
asunto de la libertad de conciencia en donde la iglesia dijera que era
necesario que el Estado dejara de imponer una ideología antirreligiosa;
por otro lado la autonomía entre lo político y lo religioso fue un
asunto sobre el cual la iglesia ganó terreno desde el momento en que su
elite fue convocada a la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari
y luego cuando en el 2000, Fox asumió su cargo enarbolando el
estandarte de la virgen de Guadalupe”, subrayó.
De igual manera explicó que en la
última década del siglo XX fue posible observar un marcado
“clericalismos laico” que se expresaba en la alianza entre un sector de
la clase política que coincidía con las demandas de la elite católica.
La académica comentó sobre la postura
de la iglesia tomada ante el desarrollo de la iniciativa que
despenalizaba el aborto en el Distrito Federal. Recordó que en esta
época la iglesia católica movió todas sus piezas para evitar que esta
ley se replicará en otros estados de la república, con lo cual
demostraba su poderío en la toma de decisión en políticas públicas.
“Como resultado del avance del proceso
de despenalización del aborto en el DF en 2007, al año siguiente en
varias entidades del país los sectores conservadores de la iglesia y la
clase política promovieron varias reformas que, por el contrario,
penalizaban la práctica del aborto, por lo que además mandaron un
mensaje que en materia de salud reproductiva sería muy difícil
modificar la ley en el sentido de los sucedido en la capital del país”,
mencionó.
Por último, la investigadora mencionó
la reforma que sufrió el artículo 24 constitucional en el año de 2010.
Puntualizó que esta reforma, presentada por el diputado priísta, José
López Pescador, tenía como concepto central la exigencia de incorporar
el concepto libertad religiosa.
“La controvertida reforma al artículo
24 de la Constitución se gestó en un ambiente de acuerdos cupulares y
fuertes tensiones derivadas de la crítica de diversos grupos sociales,
líderes de religiones minoritarias, grupos de laicos, ateos y masones
que cuestionaron el nuevo contenido y argumentaron que con la reforma
se vulneraba el Estado Laico pues garantizaba privilegios para la
iglesia católica”, mencionó.
Recordó que de esta reforma aún falta
la legislación secundaria, por lo que será necesario esperar la
aprobación del marco complementario para saber los alcances de esta
modificación a la ley
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