“No tendré miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte
que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Dejaré que pase
por mí y a través de mí; y cuando gire mi ojo interior para escrutar su
camino, estaré solo yo. Mi miedo habrá desaparecido”
De la película Dune
En
septiembre de 2014, México nos estremeció una vez más con su violencia
sin piedad, cínica, que ha constituido un poderoso mecanismo de
reordenamiento social, cuando nos enteramos del asesinato de los
estudiantes normalistas rurales en la ciudad de Iguala, Guerrero.
Personalmente, me sentí indignada como nunca ante al dolor de las
familias y concuerdo con David Barrios, estudiante mexicano, que la
noche de Iguala es un punto de ruptura o no retorno.
Logré
conocer a David en el 11no Taller Internacional sobre Paradigmas
Emancipatorios que se desarrolló en La Habana desde el 13 hasta el 16
de enero de 2015 y tuve el gran placer de compartir con él y
entrevistarlo.
“Me llamo David Barrios Rodríguez, soy
estudiante del Doctorado en los Estudios Latinoamericanos de la UNAM y
también soy parte del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, que
también radica en la UNAM, en el Instituto de Investigaciones
Económicas”.
Quiero hablar con David del tema de la
intimidación en México porque siempre fue el punto central de su
investigación, abordando temas sobre seguridad, militarización y los
efectos sociales de las violencias y los miedos en su país.
David publicó su tesis de maestría “Las ciudades imposibles” donde
trata la violencia, miedos y forma de militarización en urbes
latinoamericanas, Medellín y Ciudad Juárez.
“Desde el 2006, y
cada día es peor, mi país ingresó en una especie de vorágine de
destrucción, el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) implicó la
militarización de la seguridad pública a través de la creación de un
renovado tipo de enemigo interno: el narcotráfico.
Tuve la
posibilidad de trabajar bastante el caso específico de Ciudad Juárez,
que es un lugar que nos permite entender mucho lo que ocurre en el
país, porque fue una ciudad laboratorio de políticas que se ensayaron
en este lugar y que luego se ampliaron a otros lugares de México y de
la región. Ciudad Juárez es la principal frontera de México con EE.UU.,
donde más mercancías, legales e ilegales circulan, está en la ruta del
contrabando para llegar a EE.UU. y desde los años 80-90 se implantó
también en la ciudad el modelo productivo maquilador, que abarató los
costos de la producción, con los peores salarios de los trabajadores en
el mercado, hasta competitivo con el sudeste asiático”.
“Ciudad Juárez también es un laboratorio por los casos de feminicidio,
que empiezan a aumentar en forma preocupante desde los años 90;
feminicidio aquí significa desaparición, violación, mutilación,
asesinado y entierro principalmente en el desierto de la ciudad. Para
justificar este horror empiezan a difamar las mujeres desaparecidas con
frases clásicas como ‘en algo andaba’, ‘se fugó con el novio’, ‘tenía
una doble vida’, dejando miles de casos en la total impunidad. Este
principio se traslada después en todo el país y se generaliza en la
guerra contra el narcotráfico, donde desaparecen miles de personas,
hombres y mujeres, que además vienen estigmatizadas a nivel social”.
“En el caso de Ciudad Juárez, una ciudad relativamente pequeña, de 1,5
millón de habitantes, desde el 2006 hasta el 2012 hubo 100.000 personas
asesinadas y 200.000 ciudadanos desplazados: este lugar de terror así
se ganó el nombre del epicentro del dolor o de las barbaries, pero que
estamos viviendo en todo México”.
“Un símbolo de la lucha de
las madres de estas muchachas desaparecidas fue Maricela Escobedo, que
conocí en un foro contra la militarización: ella tuvo que investigar
sola la muerte de la hija, descubrió que fue la misma pareja de la
muchacha, el hombre confesó pero lo liberaron, entonces Maricela siguió
protestando por la impunidad. Parece que sus protestas molestaron y
ella fue asesinada con un balazo en la cabeza enfrente al palacio de
gobierno de Chihuahua en el diciembre de 2010. Todo eso no es un
cuento, existe un video que lo demuestra. Ella es un paradigma para
muchas madres de origen humilde que siguen buscando a sus hijas, porque
es importante dejar claro que la problemática de la desapariciones
CONTINUA”.
“Por la visibilidad de la barbarie a nivel
nacional e internacional, en Ciudad Juárez se crearon fiscalías
especiales por los delitos contra las mujeres y cuando entré en
contacto con las madres de las víctimas, ellas me confesaron que en
estas instituciones tienen guardados restos (un pedazo de cráneo, de
fémur o de cadera nada más) de decenas de chicas y el estado no entrega
los resultados de ADN. Entonces, en lugar de obtener justicia, las
madres se sienten burladas de forma macabra y cínica, hasta las privan
de lo que queda de sus hijas. Esta inseguridad, esta incertidumbre es
una forma más de violencia que el estado está ejerciendo sobre estas
ciudadanas humildes, porque hay que aclarar que en las victimas sí
existen patrones de clase social”.
“Las madres han hecho
muchas protestas, quizás la más significativa fue una marcha de Ciudad
Juárez hasta Chihuahua, de más o menos 2000 kilómetros, en invierno,
bajo cero grados…pero todo eso no fue suficiente para crear conciencia
en el estado, siguen muriendo mujeres y sigue la total impunidad”.
Recuerdo a David diciendo que no solo no hay conciencia en el estado si
no ninguna vergüenza cuando recientemente el presidente Peña Nieto tuvo
el coraje de declarar que desde el inicio de su mandado los
feminicidios en Ciudad Juárez se redujeron en un 80%.
David
me agrega que el presidente nunca tiene espacio en su agenda para
recibir a las madres de las víctimas y si ellas se acercan demasiado a
su lujosa residencia la policía está encargada de agredirlas y
golpearlas.
“El problema del feminicidio persigue Peña Nieto
desde hace años, porque hay que recordar que Ciudad Juárez es el caso
más famoso de desapariciones de mujeres pero es el estado de México,
desde cuando gobernó Peña Nieto, que mantiene el record más alto en el
país de feminicidio”.
“Todo eso que te conté de Ciudad Juárez
es para demostrar que allí empezaron a aplicar el concepto del miedo,
de la incertidumbre con las desapariciones. El caso de los 43
desaparecidos de Iguala, en el estado de Guerrero, es la misma forma de
administrar el dolor, es una forma de castigo para los familiares que
siguen luchando por los muchachos, con componentes muy macabras, como
el hecho de decirle que sus hijos fueron quemados y lanzados en un
basurero, cuando sabemos que por ley física es imposible”.
“El cinismo del estado esta vez llegó a decir en la cara de los
familiares que está cansado de hablar del tema de Ayotzinapa, que lo
superen y ya. Es terrible vivir esta situación, estuve con los padres
en el Festival de la Resistencia y la Rebeldía y ellos cuentan que
sueñan con sus hijos, que lleguen a la casa a comer, que los están
torturando, que lo llaman porque tienen hambre y frío: ¡creo que es un
dolor demasiado fuerte!”.
Pregunto a David por qué tanta
violencia con los estudiantes normalistas en Guerrero, me parece como
una advertencia contra las protestas sociales.
“Efectivamente, el grupo de personas desaparecidas en Ayotzinapa se
trata de estudiantes sí, pero también integrantes de una federación que
aglutina a uno de los sectores más combativos del país, los estudiantes
normalistas de la FECSM (Federación de Estudiantes Campesinos de
México). Las normales rurales, vienen de un proceso muy largo en que
las autoridades educativas y el propio Estado mexicano se han empeñado
en desaparecerlas. Se trata de jóvenes de comunidades marginadas
quienes asumen el compromiso de estudiar para devolver ese conocimiento
a las poblaciones más alejadas y pobres del país. Actualmente sólo
quedan 17 de ellas (llegaron a ser 29 hasta antes de 1968) y para
seguir existiendo tienen que pelear cada año para mantener mínimas
condiciones de funcionamiento, por lo que se enfrentan también de
manera constante a la violencia del Estado. Cabe recordar que el 12 de
diciembre de 2011, dos estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa
fueron asesinados cuando realizaban un bloqueo en la Autopista del Sol,
en Chilpancingo, Guerrero; en demanda de una audiencia con el ahora, ex
gobernador Aguirre Rivero; mientras que cuatro más resultaron heridos y
24 fueron torturados por la policía. Como intento para justificar la
violencia que de manera recurrente es desplegada sobre los estudiantes
normalistas se ha construido un estigma que habla de sus acciones
“violentas”, como la toma de autobuses, la realización de paros de
labores o su valor para enfrentar la represión”.
“Hay una
tradición de lucha en esta normal, tiene murales con Che Guevara, Marx,
Lenin, Subcomandante Marcos (ahora Galeano) y con referentes de la
lucha social en Guerrero, como Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas
Barrientos, dos comandantes guerrilleros que fueron también estudiantes
de la normal de Ayotzinapa. Los normalistas también son muy solidarios,
no pelean solo por su estado, son ‘un mal ejemplo’ porque tienen mucha
valentía y se movilizan por muchas luchas sociales. En efecto, cuando
fueron atacados el 26 de septiembre de 2014 los estudiantes normalistas
rurales intentaban realizar actividades de recolección de recursos; así
como obtener medios de transporte para acudir a la movilización que
cada año se realiza el 2 de octubre en memoria de la Masacre de
Tlatelolco de 1968”.
“La masacre de Ayotzinapa fue una prueba
más que cuando el PRI regresó en 2012 al poder ejecutivo, logró llevar
adelante un programa sumamente agresivo de reformas, que es el mismo
que inició el PAN en 2006, como un mecanismo de disciplina y represión
de la disidencia, pero también como un dispositivo de legitimación del
fraudulento sistema político nacional”.
“Este proceso que
puede ser entendido como la gestación desde el poder estatal,
empresarial y de Estados Unidos de una situación de guerra, ha
permitido el reordenamiento del territorio para concretar los objetivos
de la acumulación capitalista, incorporando fuentes de ganancia
consideradas ilegales”.
“De esta manera, los hechos del 26 de
septiembre nos permiten observar la participación de grupos
paramilitares vinculados con el llamado crimen organizado, que actúan
con objetivos abiertamente represivos sobre la población movilizada, y
que la guerra contra el narcotráfico no es otra cosa que una guerra
contra el pueblo mexicano. Y eso es algo con lo que las personas que
habitamos ese territorio llamado México tenemos que vivir todos los
días, con esa indignidad, hasta hoy”.
“Porque con el ejemplo
de los compañeros y familiares de los jóvenes desaparecidos de la
Normal de Ayotzinapa, muchas conciencias se despertaron y el movimiento
social ha respondido como no se veía desde hace décadas. Y reflejados
en ellas y ellos, para mucha gente en México, ya llegó la hora de
detener la destrucción en curso”.
Ida Garberi. Columnista de Cubainformación
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