Jorge Carrasco Araizaga
MÉXICO,
D.F. (Apro).- La actriz con licencia de Televisa Angélica Rivera se ha
convertido en uno de los flancos débiles del presidente. Su
interpretación como primera dama le está causando más daño que
beneficio a Peña Nieto.
El pacto inicial con Televisa para atraer votos a favor de Peña
Nieto devino en crisis para el presidente. En apenas dos años, Angélica
Rivera pasó a ser un problema.
Lo peor para Peña y la Presidencia de la República es que aún le
quedan cuatro años ya no para guardar las formas del matrimonio, sino
para evitar que escalen los actos públicos de frivolidad de Rivera y
sus hijas. Han sido tan reiterados que parecen ser a propósito.
Los vestidos, los viajes, los maquillistas, las compras, las
sesiones fotográficas, todo cuanto Angélica Rivera ha dejado ver han
tenido un costo político para Peña.
El conflicto de interés que representó la llamada Casa Blanca
demostró que la actriz de Televisa ya no le es útil a Peña Nieto. Al
contrario, exacerbó los ánimos con el video que grabó para justificar
la adquisición de la millonaria residencia.
Televisa tampoco pudo detener la indignación social por más que haya
salido a decir que apoyó a su actriz para la compra de la casa de las
Lomas.
Algo no está funcionado en la triada Peña-Televisa-Rivera que el
propio conductor de la televisora, Carlos Loret de Mola, ha salido a
cuestionar en su columna del periódico El Universal el
comportamiento de su excompañera de trabajo como esposa del presidente
(Una crisis llamada primera dama, jueves 23 de abril).
Horas después, la Presidencia de la República tomó la decisión de
relegarla de su sitio oficial. El argumento es que se trata de una
modificación temporal bajo el argumento de las restricciones en
temporada electoral. Suena a excusa. Aunque ahora goza del erario,
Rivera no es funcionaria pública y por tanto no le aplican las mismas
restricciones de los funcionarios públicos.
Después de las elecciones se verá si la actriz regresa al lugar
privilegiado de la página de la Presidencia como había estado, en el
que aparecía a un lado de Peña Nieto. Para dar con ella, ahora hay que
recurrir a buscadores.
No es la primera vez que un presidente de la República tiene que
guardar la forma de su matrimonio. El más reciente fue Carlos Salinas.
Tampoco, en que la esposa del presidente representa un conflicto. Marta
Sahagún es el ejemplo inmediato.
Pero Angélica Rivera es un problema todavía mayor. Ausente de los
asuntos públicos, es ajena a las actividades de interés
social, pero goza de los beneficios del erario. Lo suyo es el
espectáculo y tiene su propia poderosa red de relaciones e influencia.
Nadie esperaba que se convirtiera en una primera dama con
iniciativa, pero tampoco en que fuera una crisis más de Peña Nieto y
sus colaboradores más cercanos.
Twitter: @jorgecarrascoa
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