Alai
Otra
tomadura de pelo, como tantas para los mexicanos. Por la banca
internacional, los que responden a los intereses de Washington e
imponen las condiciones cuando de reformas estructurales se trata, como
el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ahora resulta que la prospectiva de crecimiento de la economía en
México para el presente año y hasta el 2020, elaborada por el FMI será
de ¡3.5% del PIB!; eso sí, presunto respiro, muy superior al promedio
del ¡2.3% de las últimas tres décadas!
Engaño total. México
tiene años y felices días que no da una. Son los gobernantes que desde
Miguel de la Madrid a la fecha solo copian las recetas dictadas primero
por los Chicago Boy y luego la banca internacional. Quien controla la
economía lo domina todo. Todavía peor, “El que controla los alimentos
controla el mundo”, como diría uno de los mayores operadores del
Departamento de Estado y las estrategias de la CIA en Latinoamérica, el
exsecretario Henry Kissinger.
Pero con Carlos Salinas arreció
la cosa. Si tuviésemos que responder solo con el nombre a la cuestión
de quién ha sido, o han sido, los peores presidentes de México por el
daño causado en las últimas tres décadas, dos se llevan el premio:
Salinas y Calderón. Pésimos. El primero porque destruyó una economía
que costó años articular y que desde la década de los 40 creció a tasas
muy por arriba de los 2, 3 y 4%. El segundo, porque destruyó lo más
preciado para la vida social de un país: su seguridad. Ambas acciones
responden a la estrategia de Washington, de desestabilización de México.
Estados Unidos quiere a un país sometido al sur de su frontera. No a un
país boyante. Quiere disponer en cuando lo requiera, de todos los
recursos que el territorio todavía posee. Quiere el petróleo del golfo,
el gas de los estados del norte, el uranio de Chiapas, el oro y la
plata y todos los demás recursos del resto del país. Quiere intervenir
cada que quiera, como la nueva ley de aguas acá para que las empresas
del fraking dispongan de la materia prima de dicha técnica destructiva
del medio ambiente. Todavía hace falta denunciar lo suficiente para la
contención de este problema.
Incluso la amenaza de EUA hacia
México es de alcance militar. Pero no saben cómo y busca pretextos. Por
eso están arguyendo las peores ficciones, como lo han intentado tantas
veces y por muchas vías. Lo último es, dizque por la presencia del
estado islámico (¡que ni es Estado ni es islámico!) en la frontera
norte de México listos para invadir territorio gringo (¡re contra
sic!). Antes no faltó quien dijera que los terroristas se habían
“asociado” a los carteles de la droga mexicanos, para amenazar a EU.
Chapuzas de a dólar.
Con estas breves referencias solo quiero
ejemplificar que la principal arma de un país (como EU) para controlar
a otro (en el caso México), es imponiéndole los artilugios económicos
que se filtran desde el gobierno hasta la población mediante las
“políticas públicas”. Pero hay muchos métodos más. Y todo lo ha
aplicado México como alumno ejemplar incluso más estricto que Chile,
país en dónde los pupilos de Friedman aplicaron su estrategia de
contención, mejor dicho, de choque militar.
Contención de
todo, pero principalmente de los salarios, de la inflación, del
trabajo, de los niveles de bienestar alcanzados en décadas atrás.
México se distinguió por décadas porque su modelo de desarrollo “hacia
adentro” le funcionó. Luego vino el modelo de desarrollo “hacia afuera”
que todo se llevó con la globalización para el desarrollo. Dicho modelo
se llevó la riqueza, el crecimiento, la salud, la educación (Chile
también anda por las mismas, los estudiantes luchando por el rescate
del sistema educativo; como acá los politécnicos, del IPN), se esfumó
todo. Las cifras lo comprueban. Porque en cuanto dejó de funcionar el
modelito llamado neoliberal, dejó de aplicarse en los propios países
madre: EUA (Ronald Reagan) y la Gran Bretaña (Margaret Thatcher).
México sigue mal desde entonces a la fecha. Nada crece. Al contrario,
todo se contrae. O aumenta pero al revés, como la pobreza y la pobreza
extrema. La desaparición de la clase media, la educación, el empleo,
los derechos históricos de los trabajadores, el abandono del campo, la
caída de los salarios con su correspondiente pérdida de poder
adquisitivo, etcétera. Por eso tenemos ahora un país con una tremenda
inestabilidad social. Porque la estratagema del imperio apunta,
insisto, hacia la desestabilización del país. Eso conlleva muchas
aristas. Apunta directamente a las últimas políticas aplicadas en
México, pero dictadas desde EUA.
Y de las últimas “reformas
estructurales”, simple entreguismo del sector energético a las empresas
extranjeras; con todo y algunos cuates también participen, como al
magnate Carlos Slim que ya lo hace desde 2013 con Cicsa y ahora con la
nueva empresa Carso Oil & Gas. Enrique Peña Nieto ha cerrado la
pinza de las reformas iniciadas por Salinas; la mejor muestra de ello
es que en el gabinete económico los funcionarios tienen línea
salinista; en Hacienda, en Economía, en el Banco de México. Un Banxico
totalmente al servicio no del peso frente al dólar sino de los
especuladores monetarios extranjeros. Por todo Peña es felicitado en el
extranjero, particularmente por el presidente Barack Obama.
En
fin. El caso es que conforme a las propias estimaciones de Hacienda de
que la economía mexicana tendría una mayor expansión “debido a la
aprobación de las reformas estructurales”, entre 2013 y 2018, eso está
por verse. No hay solidez para el crecimiento de México que también
pregona el FMI. Por la contracción generalizada en todas las ramas y
sectores, los únicos son aquellos como el automotriz que maquila a las
matrices. México apunta hacia eso, a convertirse de plano en simple
país maquilador.
Inestabilidad, desestabilización, injerencia
extranjera y atentados permanentes contra la seguridad nacional de
México son líneas del norte. Y los gobernantes mexicanos, diciendo que
sí a todo. Estrategias van, estrategias vienen, y el deterioro se
acelera. Ni con la barita mágica del FMI saldremos adelante, sin cambio
de rumbo. Mucho menos cuando el país se está militarizando, comprando
armas al norte.
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