(apro).- La Conferencia para la Prosperidad y la Seguridad en
Centroamérica, convocada por los gobiernos de Estados Unidos y México,
continuará hoy en la base militar del Comando Sur en Miami, donde
líderes de ambos países y de Honduras, Guatemala y El Salvador
platicarán sobre el combate al narcotráfico, la seguridad ciudadana y la
justicia.
En medio de la crisis de refugiados originarios de
Centroamérica que atraviesa la región y del recorte de la ayuda al
desarrollo que ordenó el presidente Donald Trump, una reunión a puerta
cerrada en instalaciones militares –con el sector privado, pero sin
representantes de la sociedad civil– representa una “señal nada
alentadora” para Madeleine Penman, investigadora en Amnistía
Internacional (AI).
“Es un hermetismo grave, parece ser más
importante hablar con instituciones de seguridad e iniciativa privada
que dialogar ante un foro transparente y público”, estima la activista
en entrevista con Apro, al añadir: “Nos da una señal
muy clara de que los problemas de Centroamérica se ven desde la
perspectiva de seguridad nacional, no de derechos humanos”.
Y
abunda: “Una frontera con más presencia militar no nos da mucha
esperanza, el Plan Frontera Sur ha sido relacionado con un aumento de
las violaciones a los derechos humanos en México”.
Penman
participó en la elaboración de un informe de AI publicado hoy, que
critica políticas de “mano dura” contra la migración –las cuales violan
tanto los derechos humanos de los migrantes como el derecho
internacional–, que adoptaron los gobiernos de Estados Unidos y México
ante la llegada de los refugiados centroamericanos.
Ahora que los
gobiernos de México y Estados Unidos están negociando una gran cantidad
de temas –el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN),
entre otros–, Penman espera que el gobierno de Enrique Peña Nieto no
colocará la migración proveniente de Centroamérica en la balanza.
“Debemos
preguntarnos: ¿Las vidas de las personas y sus derechos humanos también
van a ser ficha de negociación en estas mesas? Desde AI esperamos que
no, que el derecho internacional siempre rija”, dice, e inmediatamente
suspira: “Desafortunadamente hay muchas fichas y muchas mesas”.
Doble moral
Y si bien hoy se abordaron temas de desarrollo, economía
e inversiones para la región, el gobierno de Estados Unidos aclaró, en
su cuenta de Twitter, que el primer objetivo de la reunión consiste en
“asegurar nuestras fronteras, luchando contra el tráfico de drogas y la
migración ilegal”, y el segundo en “proteger a ciudadanos de Estados
Unidos, desmantelando organizaciones criminales transnacionales”.
Las
supuestas intenciones del gobierno estadunidense de mejorar la
situación en la región quedan desmentidas por el recorte de 614 millones
de dólares a la ayuda para el desarrollo de México, Honduras, Guatemala
y El Salvador que pidió Trump para el presupuesto de 2018. Este recorte
representa 45% de la ayuda aprobada durante el último año de Barack
Obama.
Según Penman, el planteamiento de la reunión es “justo lo
contrario de lo que se requiere ahora”, pues insiste en que se necesitan
atacar las raíces de la violencia en los países de Centroamérica –entre
ellas la desigualdad extrema– y revisar las políticas de deportación de
Estados Unidos “que fomentaron el crecimiento de las maras”.
Sin
embargo, deplora que en lugar de aportar ayuda humanitaria a los
refugiados que huyen de la violencia –se estima que la mitad de los 400
mil centroamericanos que atraviesan México cada año podrían aplicar para
la protección internacional–, el gobierno mexicano decidió asumir el
papel de “portero” de Estados Unidos.
Igual considera que el
gobierno mexicano “tiene doble moral”, ya que mientras expresa sus
lamentos, inquietudes e indignación por el trato de sus connacionales en
Estados Unidos, a la par implementa políticas muy parecidas en su
frontera sur.
“Está desempeñando un rol de deportador de decenas
de miles de centroamericanos a sus países de origen, donde enfrentan
condiciones de desprotección y peligro extremo”, deplora.
“Arreglar Centroamérica”
La activista también observa con preocupación que el exgeneral John
Kelly, el titular del Departamento de Seguridad Interna (DHS, por sus
siglas en inglés), sea uno de los actores clave de la conferencia, que
inició hoy en la Universidad de Florida y se trasladará mañana al
cuartel castrense.
Kelly, quien dirigió el Comando Sur entre 2012 y
2016 –posteriormente se sumó a la campaña de Trump–, es el encargado de
implementar las políticas antimigrantes que ordenó el magnate desde su
llegada al poder.
“El papel de Kelly es patrullar las fronteras”,
subraya Penman. “Es preocupante que un secretario como él, que tiene
como prioridad endurecer un sistema ya inhumano, sea el encargado de ver
cómo resolver causas raíces en la región”.
El lunes pasado, Kelly expuso de manera clara sus intenciones respecto de la conferencia: en entrevista con el Miami Herald, indicó que se trataría de “arreglar Centroamérica”.
Desde
el pasado mes de mayo, organizaciones de México y Guatemala multiplican
los gritos de alarma ante el supuesto plan del Comando Sur
estadunidense de implementar una base militar en el departamento de El
Petén, en Guatemala. Los militares estadunidenses operarían a lo largo
de la frontera –ya sea por vía terrestre, marítima y aérea– con la
colaboración de militares mexicanos y guatemaltecos.
Proceso reportó
esta semana que la instalación de esta base fue acordada durante la
Conferencia de Seguridad de Centroamérica (Centsec) que se llevó a cabo
en Cozumel, Quintana Roo, el pasado 25 de abril, y en la que
participaron representantes de México, Estados Unidos, Belice, Costa
Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá.
Por
parte de México asistieron el general Salvador Cienfuegos y el almirante
Vidal Francisco Soberón Sanz, respectivos titulares de las secretarías
de la Defensa Nacional (Sedena) y de la Marina (Semar).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario