La Jornada
Uno de los sectores más afectados
por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es, sin
duda, el de los trabajadores, en general, y el de los sindicalizados, en
particular. En sólo unos años vieron desaparecer sus
grandesprestaciones sociales, sus
altossalarios, sus conquistas sindicales, sus fuentes de trabajo y se redujo de forma alarmante el número de sus integrantes, cundiendo un enorme desempleo en el sector a partir de la firma del tratado.
En el olvido quedaron las promesas demagógicas salinistas de que
mejorarían los salarios hasta alcanzar los niveles de Estados Unidos, se
incrementaría el empleo, se elevaría la calidad de vida de los
mexicanos y muchas más frases populistas de derecha. A decir de Agustín
Meza (secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria
Cinematográfica –STIC– sección 49), en el panel el TLCAN y la industria
cinematográfica mexicana, que se celebró en la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), en mayo pasado, los trabajadores “llegamos a
pensar que la industria cinematográfica norteamericana sería un artífice
para todos nosotros. El futuro parecía boyante y soñamos con un México
mejor…” El despertar del sueño americano contra la cruda realidad enteguista fue durísimo.
Antecedentes
En el cine, en los años 80 la mayor parte de los filmes
nacionales y extranjeros que se rodaban en México pasaban
obligatoriamente por alguno de los dos sindicatos fílmicos reconocidos,
aunque no existiera esa obligación en ordenamiento legal alguno.
¡Beneficios del corporativismo!
El Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la
República Mexicana (1945), que estaba afiliado al Congreso del Trabajo
con sede en los Estudios Churubusco Azteca, propiedad del gobierno. El
otro era el STIC (1939), afiliado a la Confederación de Trabajadores de
México, y que contaba con trabajadores en todas las etapas de la cadena
productiva cinematográfica. Para la producción fílmica contaba con la
sección 49 y tenía su fuente de trabajo en los Estudios América,
propiedad del gobierno. El STIC nacional tenía trabajadores en Compañía
Operadora de Teatros, Películas Nacionales, Películas Mexicanas,
Continental de Películas, Nuevas Distribuidoras de Películas y muchas
empresas estatales más.
La producción promedio era de más de 90 filmes al año y otro tanto de videohomes.
La mayoría de las películas pasaban por los sindicatos. Las
producciones norteamericanas que se filmaban en Mexico pagaban el doble
del salario nacional, más jugosas prestaciones; el número de
trabajadores mexicanos empleados era alto y las semanas de
contrataciones superaban a las mexicanas.
A 23 años del tratado
Hoy, casi no llegan producciones extranjeras a México. En parte por la inseguridad que ha propiciado la falta de empleo y la narcopolítica, además
de que las empresas de servicios cobran caros sus servicios ya que sus
productos son de importación. A esto agréguese que se carece de buena
política de estímulos que nos permita competir con nuestros socios:
Canadá y Estados Unidos. Si ocasionalmente llega a venir una producción
extranjera lo hace con su personal y equipo, pues no existen barreras
arancelarias ni laborales que lo impidan o regulen. Estas empresas pagan
sus salarios en Estados Unidos, por lo que no se beneficia nuestro país
en nada; incluso se han dado casos como el de James Bond, para cuya producción el gobierno de la ciudad soltó una millonada.
En la exhibición y distribución han desaparecido múltiples plazas de
trabajadores por la automatización y reducción del almacenaje y por el
surgimiento de sindicatos blancos y la contratación outsourcing. Esto
ha hecho desaparer cualquier tipo de prestaciones e incrementado la
sobrexplotación laboral. Se rompió el corporativismo en perjuicio de los
trabajadores.
En los dos años pasados se han producido más de 160 películas al año y
sólo 20 por ciento del total lo hace mediante los sindicatos. Se filma
con riesgo y en malas condiciones. El gobierno actual está orgulloso
porque no se han estallado huelgas, pero cada que se intenta emplazar a
un productor, las juntas de conciliación advierten de entrada que no va a
proceder por
órdenes de arriba.
Los trabajadores frente a la renegociación
Cuando los salinistas negociaron el TLCAN no se consultó a
los trabajadores, ya que la disciplina corporativista los obligaba al
clásico: ¡Sí, señor! Ahora, para evitar la repetición de una negociación
tan desastrosa, se reunieron a finales de mayo, en el Palacio de
Medicina de la UNAM, más de 100 organizaciones trinacionales para exigir
mayor transparencia y participación en el proceso de revisión del
TLCAN. Los sindicatos de los tres países coincidieron en señalar
que los efectos del tratado son negativos, que la realidad de los países y trabajadores no mejoró, sino al contrario, y que sólo se han visto beneficiadas empresas trasnacionales y algunos grupos económicos y políticos en el poder(La Jornada, 3/6/17).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario