La Jornada
Mecánica nacional. Son pocas las ocasiones en que un primer largometraje mexicano toma los riesgos de ser filmado en su totalidad a puerta cerrada. No en el interior de un ámbito doméstico, con las atmósferas claustrofóbicas que confieren intensidad y sordidez a un relato dramático, como en el caso de El castillo de la pureza, de Arturo Ripstein, o El ángel exterminador, de Luis Buñuel, sino en el caótico y luminoso encierro de un ámbito laboral, una fábrica en quiebra, donde el inminente drama de la precariedad y el desempleo ceden de pronto el paso a una mordaz comicidad de lo absurdo. Maquinaria Panamericana, de Joaquín del Paso, alude maliciosamente, desde el microcosmos de una fábrica de construcción y equipamiento pesado, al opresivo clima de desencanto social por el que atraviesa México en sus tiempos neoliberales. Y lo hace de modo tan eficaz y atractivo que en muy poco tiempo ha conquistado ya varios premios en diversos festivales de cine.
Cuando los empleados de Maquinaria Panamericana SA descubren con estupor que el patrón de la empresa ha fallecido en el interior de su oficina y, de modo casi paralelo, que los adeudos de la compañía son mayores de lo que suponían, se organizan para evitar el colapso de su fuente de trabajo o para fingir la virtual y muy transitoria supervivencia de la misma. Las rutinas acostumbradas se ven de pronto interrumpidas, las mínimas zonas de confort quedan eliminadas, una improvisada organización autogestionaria se pone en marcha, y con la última autoridad del capataz en franca caída, en la fábrica se ensayan formas inéditas de camaradería, no exentas de ríspidos desencuentros, todo en un clima de creciente anarquía.
No se trata ya del ambiente de lúdica revuelta laboral de películas como la francesa Todo va bien (Godard/Gorin, 1972), donde el secuestro del patético patrón en una fábrica ocupada por los trabajadores desencadenaba tomas de conciencia y discursos incendiarios. Lo que sucede en Maquinaria Panamericana es, hasta cierto punto, justo todo lo contrario. La muerte del dueño deja en un estado de orfandad a los empleados que en él veían a una protectora figura paterna. Mantenerse encerrados en la fábrica, alejados de toda exposición mediática, intentando guardar las apariencias de una solvencia imposible, equivale a mantener por un tiempo a raya la desgracia del desempleo. Lo notable es la manera en que el director y su guionista consiguen añadir estupendos toques humorísticos, sin recurrir a trazos gruesos, a lo que es una situación de total desasosiego.
Los personajes de Joaquín del Paso no incurren en el victimismo fácil ni tampoco representan un dechado de virtudes morales. Hay en ellos mezquindad, cálculo y también generosidad, en dosis muy parejas, en un mismo impulso de supervivencia. La vida diaria dentro de la fábrica se ha vuelto un eco magnificado de las rutinas fuera de ella. El ambiente de trabajo se transforma así, por unos cuantos días, en la caótica vecindad donde cada quien debe intentar con sus colegas formas inéditas de convivencia. Lo que antes era familiaridad ocasional se vuelve ahora posibilidad de una larga convivencia promiscua. ¿De veras somos así los mexicanos?, rezaba la publicidad de Mecánica nacional (1972), de Luis Alcoriza. Muchos años después, los personajes de la cinta de Joaquín del Paso encarnan ahora nuevos arquetipos de lo que pretendidamente es el mexicano, pero ya sin humores corrosivos ni fanfarronería gratuita ni exabruptos de provocación social. La amenaza que supone para los personajes perder toda seguridad laboral en un instante y naufragar, acto seguido, en un desamparo absoluto, transforma la antigua carcajada en risa amarga, y al desenfado de la ocurrencia pícara lo vuelve humor autodenigratorio. Véase de cerca a personajes como el autoritario contador que ahora intenta organizarlo todo, o el vigilante que ya siente inútil su tarea, o las oficinistas que moralmente se marchitan, para ver lo mucho que puede cambiar una fábula laboral en un tiempo presente de pesimismo social.
Maquinaria Panamericana se exhibe en salas comerciales y en la Cineteca Nacional.
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