Se unen más de 20 universidades contra el acoso sexual
Las
estudiantes universitarias feministas pusieron su marca en la historia
en Chile. Una veintena de universidades están en toma hace más de un
mes. Se realizó la primera marcha por una educación no sexista y promete
ser solo el comienzo de una convocatoria cada vez más transversal. Para
algunos, ésta es la tercera ola feminista chilena, y para otros, una
rebelión cultural sin retorno.
MECHAS ENCENDIDAS
En su brazo izquierdo tiene un gran tatuaje de un corazón negro con
hojas que parece latir junto a la fuerza de su voz. No es parte de
ningún partido político, se define como militante del feminismo.
Amanda Mitrovich tiene 20 años, está en el tercer año de Licenciatura
en Historia en la Universidad de Santiago de Chile y es vocera del
zonal metropolitano de la Coordinadora Feminista Universitaria (Confeu).
Amanda es clara: “Queremos una revolución”.
Para la vocera de la Confeu, la gestación del movimiento no es nueva:
“He escuchado varias veces que esta movilización comenzó hace tres
semanas, eso no es cierto. Esta movilización comenzó con la conformación
de las vocalías y secretarías de género de las universidades que más o
menos surgen el 2010. Ese es el espacio en que la gente se atreve a
denunciar y a hablar de género. Lo que sucede este año y el pasado es la
explosión de ese proceso”.
Y la explosión se produjo por acumulación de impunidad y dolor. “El
año pasado recibimos hasta una denuncia de acoso o abuso diaria, fue
terrible. Eran denuncias de experiencias actuales, pero también de hace
20 o 30 años atrás y no solo contra profesores, también contra
compañeros. Cayeron partidos políticos completos el año pasado por
denuncias de acoso y encubrimiento. En todas las universidades hay
violencias que después de largos procesos administrativos, no quedaron
en nada” afirma Mitrovich.
En la Universidad de Santiago dos casos ejemplifican el destape de
los abusos que está ocurriendo en la mayoría de las universidades.
En el 2016, aparecieron las denuncias de acoso reiterado contra los
profesores Luis Ortega y Augusto Samaniego. Pese a que los sumarios
deben durar 60 días, después de un año y medio, el único resultado fue
“falta de cortesía”. A comienzos del 2018, se difundió un caso de una
violación a una estudiante de historia por parte de cinco compañeros de
otra carrera de la universidad
La Universidad Austral de Valdivia, fue la primera que se fue a toma
el 17 de abril. Midora Sovino, una de las ocho voceras, narra dos casos
que encendieron la mecha del movimiento en el sur: “La toma se inició en
la facultad de filosofía y humanidades para visibilizar un caso de
abuso sexual a una compañera de la facultad de ingeniería por parte de
un estudiante de educación física. A este chico le hicimos una funa y
las autoridades intentaron individualizar a las responsables, lo que
generó un profundo rechazo. El otro caso es de abuso sexual por parte
del docente Alejandro Yáñez a una funcionaria. La investigación dio como
culpable al profesor, se pidió desvinculación total, pero no se
concretó”.
La toma feminista derecho de la Universidad de Chile sigue un patrón
similar. La toma se votó a favor en una asamblea con más de 600
estudiantes luego de que se conociera la resolución que involucraba al
profesor de derecho administrativo y ex presidente del Tribunal
Constitucional, Carlos Carmona, quien fue denunciado por una estudiante
en octubre del año pasado por acoso sexual y laboral. Sofia Brito, quien
era su ayudante y estudiante de 5to año, esperó nueve meses una
resolución que concluyó con una sanción para Carmona de tres meses de
suspensión.
Para la secretaria general del Centro de estudiantes y una de las
cuatro voceras de la toma de la escuela de derecho, Paula Astudillo, lo
de Carmona es solo la gota que rebalsó el vaso. “Es inaceptable que una
Facultad de derecho no sea capaz de solucionar un caso de acoso grave y
que el resultado sea solo falta a la probidad administrativa. Las
instituciones no se hacen cargo del machismo que está en la base de
nuestra sociedad patriarcal”.
Para la antropóloga Sonia Montecinos, Premio Nacional de Humanidades y
Ciencias Sociales y una de las fundadoras del Centro Interdisciplinario
de Estudios de Género de la Universidad de Chile, la impunidad y
dilación de las denuncias en las universidades actuaron como
catalizadores del movimiento. “Algo que se venía arrastrando desde hace
tiempo y dentro de un marco también mediático -a nivel nacional e
internacional- pone de manifiesto que las instituciones en general no
están respondiendo a una nueva ética, a la necesidad de un nuevo trato
en las relaciones sociales de género. Las instituciones -y sobre todo
las universidades que son estructuralmente androcéntricas- están
tensionadas por un movimiento cultural que las sobrepasa” señala
Montecinos.
DE OLAS A MAREA
La ciudadanía chilena apoya mayoritariamente la movilización de las
estudiantes, 71 por ciento según la encuesta Cadem. “Alerta, alerta,
alerta machista, que todo el territorio se vuelva feminista” gritaban
las más 150 mil personas que se convocaron en la marcha que se realizó
el martes 16 de abril por la Alameda, principal avenida de Santiago. Más
de 40 asambleas estudiantiles feministas y la Confederación de
Estudiantes de Chile convocaron a la primera marcha por una educación no
sexista y contra la violencia de género. Esta marcha fue protagonizada
por mujeres, los hombres fueron acompañantes en un rol secundario,
llevando lienzos o a cargo de la seguridad.
“Educación sexista para que dejen de matarnos”, “Somos las nietas de
las brujas que no pudiste matar” y “Nos quitaron tanto que hasta nos
quitaron el miedo” son algunos de los carteles que levantaba la marea
violeta, roja y multicolor. Una de las imágenes más difundidas fueron
las de grupos de estudiantes enmascaradas, con puños en alto y mostrando
los senos. Ante el estupor hipócrita de muchos, las defensas a las
estudiantes se difundieron rápido por las redes. Una de sus expresiones
fue el texto Te regalo una teta de Bernardita Rufinelli: “¡Las
encapuchadas de la marcha te cagaron el fetiche, machito! Te pusieron
las tetas en los diarios y las sacaron de la web porno…lamento cagarte
la fiesta, pero las tetas son nuestras y las sacamos al aire cuando
queremos”.
Mientras se realizaba la marcha, el ministro de educación Gerardo
Varela, dejó en evidencia las distancias existentes. En el Congreso, al
presentar a sus asesoras en temas de acoso y abuso sexual afirmó: “ellas
tienen la experiencia más reciente de haber transitado por
universidades prestigiosas del país y haber experimentado esas pequeñas
humillaciones y discriminaciones que estamos intentando solucionar”. La
ministra de la mujer y la equidad de género, Isabel Plá, intentó
remediar diciendo que “no hay humillaciones pequeñas y las demandas de
las estudiantes están en la agenda del gobierno”.
Ambos ministros anunciaron una mesa de trabajo para actualizar los protocolos en conjunto con rectores de las universidades.
La respuesta de la vocera de la coordinadora feminista universitaria
es enfática. “No tenemos ningún interés en conversar con el gobierno.
Los petitorios no son el tema de fondo. Aunque nos sentemos con todo el
Consejo de rectores de las universidades chilenas ¿qué nos van a poder
decir? De los 27 integrantes, solo hay una mujer” afirma Mitrovich.
OTRA POLÍTICA, NUEVAS FEMINISTAS
Asambleas, WhatsApp y difusión de actividades y comunicados a través
de grupos de Facebook y Twitter son parte de los mecanismos que usa el
movimiento. Un eje articulador es la Confeu que nació el 2016 como la
Comisión de Género de la Confederación de Estudiantes de Chile. Sin
embargo, en muchas de las universidades fue en las mismas tomas en donde
se generó el espacio organizativo llamado asamblea feminista.
“Nuestra asamblea nace desde la toma, antes la organización era a
partir de círculos de mujeres por carrera. La asamblea permitió generar
ejes transversales a toda la universidad, con un petitorio unificado e
interlocución con el resto de las universidades” señala Midora Sovino,
vocera de la toma de la Universidad Austral.
Este movimiento también busca generar nuevas formas de hacer
política. Por eso no les importa que haya asambleas de mujeres que no
pertenezcan a la Confeu y promueven la diversidad de que sean muchas las
voceras. Aseguran que no necesitan estar todas en el mismo espacio,
basta remar hacia el mismo lado.
Aunque valoran que integrantes de la segunda ola del movimiento
feminista chileno les hicieran una carta de apoyo que ya tiene más de
dos mil firmas, ellas se sienten distintas. “Nuestro feminismo no es de
elite ni teórico. El feminismo lo sentimos en el cuerpo. Este feminismo
nace desde la guata, desde el corazón, desde las vivencias de cada una,
desde las experiencias colectivas como mujeres” afirma la vocera de la
Confeu.
La antropóloga Sonia Montecinos enfatiza las confluencias: “a este
movimiento lo nutre desde el punto de vista personal, la memoria de
madres y abuelas que han transmitido tanto experiencias de
discriminación, acoso y violencia, como la historia de los feminismos en
Chile, estas dos fuentes se intersectan con un contexto globalizado y
dan una fisonomía a lo que es un nuevo momento histórico donde se hacen
visibles las demandas de las mujeres, encarnadas ahora en una generación
concreta que alza su voz”.
DEMANDAS MÁS QUE PETITORIOS
Actualmente la mayoría de las universidades están construyendo
petitorios a nivel interno, y en debate si es que es necesario lograr
uno a nivel nacional. Algunas de las banderas son: cursos obligatorios
sobre género en las mallas curriculares, formación en igualdad de género
a los funcionarios y, por supuesto, mecanismos para resolver los casos
de acoso y abuso que no fueron adecuadamente sancionados. Sin embargo,
el foco está en una conversación nacional que genere transformaciones
culturales.
En la entrada de la toma de la Escuela de Derecho de la Universidad
de Chile hay una estrella blanca con fondo azul radiante, símbolo de las
machis mapuches. También hay carteles con retratos de mujeres cuyas
historias conectan con el sentido amplio de la lucha por la que apuesta
este movimiento: la muerte de la haitiana Joane Florvil, el femicidio de
la Macarena Valdés, el asesinato de la joven lesbiana Nicole Saavedra,
la vulneración de derechos a la activista trans Mara Rita y la comunera
mapuche que tuvo que parir engrillada, Lorenza Cayuhan.
“Necesitamos nuevas formas de relacionarnos. Los petitorios son una
parte de esta gran batalla, ahora estamos concentradas en generar una
gran movilización nacional” afirma Paula Astudillo de la Universidad de
Chile. La vocera de la Universidad Austral, profundiza: “Necesitamos
cambiar los paradigmas pre- existentes y expandirnos hacia otras
categorías de opresión como la clase. No queremos solo la igualdad de
género sino un movimiento que cuestione las estructuras actuales de
poder”.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Victoria Uranga Harboe
Cimacnoticias | Santiago de Chile, Chile.-
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