Souleymane Faye entrevista a la activista senegalesa BINETA DIOP
Bineta Diop con la subsecretaria general de la ONU, Asha-Rose Migiro. Crédito: Ryan Brown/UN Photo. | |
La revista estadounidense Time ubicó en abril de este año a Diop entre las 100 personas más influyentes del mundo y reconoció su participación en varias iniciativas de paz en África.
Las mujeres deben retar a los hombres para obtener el poder político y económico, dijo en entrevista con IPS.
IPS: Varios gobiernos africanos, americanos y europeos adoptaron un plan de acción para implementar la Declaración Solemne sobre Igualdad de Género en África.
BINETA DIOP: La conferencia internacional de Dakar no fue una más. La Declaración Solemne, adoptada por la Unión Africana (UA) en 2004, ya entró en vigencia en algunos países. Ruanda y Sudáfrica la están implementando.
Pero si realmente queremos que se haga realidad, necesitamos un marco de implementación con indicadores medibles y un presupuesto.
La sociedad civil, los gobiernos y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) deben trabajar en conjunto en un plan de acción que acelere la puesta en práctica de la declaración.
Los expertos hicieron su trabajo, ahora es el turno de los políticos. Eso fue lo que impulsó nuestro trabajo en la conferencia de Dakar.
IPS. La lucha por lograr la igualdad de género es monumental. ¿Cuáles son las prioridades?
BD: Se trata de garantizar que los asuntos femeninos sean tenidos en cuenta en políticas y programas. No estoy segura de que la representación de los hombres tenga utilidad ni que ellos puedan expresar las necesidades de las mujeres.
El liderazgo femenino debe verse reflejado directamente en los mecanismos de toma de decisión. Para que esto suceda, las mujeres deben hablar de sus propios asuntos. Ese es el centro de la lucha por la igualdad de género.
La prioridad es atender a las mujeres con más desventajas y las que son víctima de la violencia en zonas de conflicto. También hay que ayudar a elevar la voz de las que no pueden ser escuchadas.
IPS: ¿Cree que si las mujeres entran en sectores como el militar, se abrirán oportunidades para mejorar la prevención y la resolución de conflictos?
BD: Es importante que entren en el ejército, es una forma de garantizar su papel en la seguridad y posibilitar soluciones a la inseguridad y al conflicto. Trabajamos en los desafíos que supone integrar a las mujeres a la fuerza militar y ayudar a los países a diseñar planes de acción.
También nos dedicamos a proyectos tendientes a implementar la Resolución de la ONU 1325 que exhorta a las mujeres a meterse en el corazón de las estructuras militares, judiciales y políticas para transformarlas.
IPS: Cuando se habla de igualdad de género suele hacerse hincapié en la cuestión de la representación femenina. ¿Eso no opaca las condiciones de vida de las campesinas?
BD: La situación de las mujeres del medio rural está en el centro de la lucha. Es por ellas, por encima de todo, por quienes debemos actuar. Tienen que tener las mismas herramientas que los hombres, como el acceso al crédito, a la tierra, a los servicios de salud y protección ante el matrimonio precoz.
Esa es la labor de Femmes Africa Solidarité. Trabajamos con mujeres en zonas de conflicto tratando de que los países mejoren sus sistemas políticos y económicos. Sin eso no creo que podamos realmente transformar la sociedad.
IPS: Pese a las muchas declaraciones y protocolos adoptados ¿no siguen siendo débil la representación femenina en la toma de decisiones y frágil su situación?
BD: Si observas el avance que hubo entre la adopción de la Plataforma de Beijing, en 1995, y ahora, verás los logros. No se pueden negar ni decir que el documento fue ignorado.
La Resolución 1325 permitió a las mujeres sentarse en la mesa de negociaciones de la ONU, dialogar con el Consejo de Seguridad en cuestiones fundamentales. Ese documento permitió que mujeres como yo estemos en el foro mundial, con el secretario general Ban Ki-moon y hablemos sobre paz y seguridad.
Junto con Mary Robinson, expresidenta irlandesa, influimos en el Consejo de Seguridad. Pero sí, todavía queda mucho por hacer.
Coincido en que las mujeres del campo siguen sufriendo pese al duro trabajo que se hizo para que más de la mitad del parlamento de Ruanda estuviera en manos femeninas.
Se avanza muy despacio. Pero las mujeres no esperan con los brazos cruzados, aun si el poder económico y político está en manos de los hombres. Es, precisamente, en ese ámbito en el que hay que luchar.
Pero no lo hacemos tomando las armas. Retamos a los hombres a que compartan la torta, el poder económico y político. (FIN/2011)
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