Madrid, 27 jul. 11. AmecoPress. El feminicidio no es un aspecto distintivo de Ciudad Juárez sino extendido en todo México y se da en una coyuntura sociopolítica de lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, sólo en esta ciudad fronteriza han sido asesinadas durante los últimos seis meses 1.500 mujeres y se han registrado unos 8000 homicidios en tres años.
Algunas personas dedicadas a la investigación que se atreven a indagar, a pesar del riesgo que supone para sus vidas, manifiestan que algunas causas de tanta violencia tienen que ver con el estado general de abandono e impunidad en el que se sume la región con un índice de resolución de feminicidios que apenas sobrepasa el 10 por ciento de los casos. Así mismo, la violencia y el miedo han provocado un alto grado de despoblamiento de la ciudad que en un corto período de tiempo ha visto cómo 200.000 personas marchaban de sus hogares.
Tres cárteles actúan en el país. Por un lado, el de Ciudad Juárez conocido como ‘La Línea’ al situarse la ciudad en la misma frontera con Estados Unidos; por otro, el de Tijuana con su liderazgo regional en la zona centro del país y, finalmente, el ‘Cártel de los Zetas’ que con métodos más violentos de ejecución y tortura invade la zona central y se disputa la zona de trasiego hacia Estados Unidos con otros grupos delictivos.
Y Ciudad Juárez se sitúa en el mismo centro de los 3.200 kilómetros que separan México de Estados Unidos. Que para el profesor y sociólogo mexicano Luis Alfonso Herrera es como estar en medio de una guerra por la hegemonía del territorio que hace de todas las actividades y sobre todo de la investigadora una profesión de alto riesgo.
Herrera fue invitado por el Departament de Sociologia i Antropologia Social de la Universitat de València para impartir recientemente el seminario ‘Feminicidios y abandono en el norte de México: El caso de Ciudad Juárez’ junto a su compañero Jesús Rodríguez, ambos profesores e investigadores del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
La política de enfrentamiento y de guerra del Estado contra los cárteles ha llevado, en opinión de los académicos, a la ruptura de los viejos códigos de conducta entre narcotraficantes en su lucha particular por el territorio. El Estado mexicano, al reducir sus áreas de influencia los enfrenta ahora en la vía pública. “Los homicidios se cotidianizan, pero nadie persigue a los culpables, ni el ejército, ni las fuerzas policiales que mantienen luchas internas para ver quien negocia qué y con quién”, explica Luis Alfonso.
“Y ello repercute en el feminicidio. Hay miedo. Los investigadores temen que estas muertes de mujeres tengan que ver con sicarios y narcotraficantes, y entonces se ubican mal, se las relaciona en un número elevado al entorno del narcotráfico y parece que los casos de feminicidios en términos numéricos disminuyan, pero no es así”, añade Jesús Rodríguez.
El entorno geográfico frente a la ciudad tejana de El Paso hace del delito en Ciudad Juárez un tránsito corto a la impunidad pues el perseguido en la ciudad mexicana deja de serlo una vez cruza la frontera con Estados Unidos.
Rodríguez define el feminicidio en México como “una realidad llena de complejidades asentada en una base social patriarcal que va a requerir todavía de mucho tiempo y que tiene que ver con un cambio cultural profundo en México donde –indicó- el 95 por ciento de responsables y altos cargos universitarios son hombres y más del 75 por ciento de ellos expresa su rechazo a los discursos de género”. Frente a esto, matizó: “hay que destacar como una cierta apertura al cambio que el 75 por ciento de la población estudiantil es mujer y que universidades como la de Ciudad Juárez creen estudios específicos de género”.
De mujeres obreras en los 60 a mujeres universitarias en los 90
Ciudad Juárez aglutinó cierto bienestar social a partir de los años 60 del pasado siglo. Con un 1,2 por ciento de desempleo, llegó a ser ejemplo de ciudad asalariada y de pleno empleo. Fue un progreso material a partir de los 60 con el sello de las factorías y maquiladorías, la mayoría estadounidenses, que privilegiaron a una nueva mano de obra, la de jóvenes obreras que irrumpían con la pequeñez de sus dedos en un sistema patrimonialista patriarcal.
La incorporación de las mujeres de Ciudad Juárez al mundo laboral dio como resultado un sindicalismo menos agresivo y estabilidad política, así como cambios familiares con la promoción de la familia burguesa donde dos era un buen número de hijos o hijas. En los 70 llegó la arbitrariedad a las políticas de planificación familiar y muchas mujeres indígenas fueron víctimas de esterilización con ligaduras de trompas de Falopio no consentidas.
Es a partir de los 80 cuando las mujeres ganan presencia en la calle en contra de las malas prácticas políticas del entonces gobierno del PRI, ganan espacios en los partidos de la oposición que empiezan a incorporar mujeres en espacios de poder y hay una incorporación masiva de las mujeres en ámbitos públicos de la ciudad. En los 90 las alumnas ya son mayoría en la Universidad. Y actualmente, el 75 por ciento de la población estudiantil son mujeres.
La política del abandono
“La política pública no es sólo la que hacen los gobiernos, sino la que se deja de hacer, todo aquello que de manera consciente los gobiernos no hacen en políticas sociales y de seguridad. El hecho de que los gobiernos locales apostaran por políticas productivas y abandonaran las sociales ha llevado a la precarización actual de la sociedad, agravada ahora por la crisis económica, y ha provocado que en poco tiempo se haya pasado de un 1,5 por ciento de índice de desempleo a un 10 por ciento en Ciudad Juárez con un tejido social desgastado”, señala el profesor Luis Alfonso Herrera para quien, además, el estado policial ha llevado a políticas de “importante desgobierno” en México.
Hoy, poderes fácticos como el narcotráfico, los coyotes y la piratería han fortalecido su presencia en la sociedad mexicana. “El 80 por ciento de la política de seguridad mexicana es combatir el narcotráfico, sin embargo no existen políticas de prevención”, reclama el académico.
La situación social se agrava con la crisis económica y el abandono de los parques industriales de la ciudad. Pero para el investigador social Jesús Rodríguez existe otra razón de peso que incide en el despoblamiento inducido de Ciudad Juárez: “La ciudad se sitúa en una zona fronteriza rica en petróleo pero que un tratado de 1920 ha impedido a México explotar hasta ahora. Este tratado expira dentro de 3 ó 4 años y tal vez esto tenga que ver con un abandono inducido para agilizar la compra de tierras y la especulación del suelo”.
Fotografía archivo AmecoPress
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