Carmen Boullosa
Yolanda Ordaz es la quinta periodista asesinada en México en lo que va de 2011. Cubría la fuente policiaca del Notiver en el Puerto de Veracruz. Tenía más de 20 años en la profesión. Era mamá de dos hijas. Fue torturada y degollada. Su cuerpo estaba en la calle de Habaneras, a espaldas de las instalaciones del periódico Imagen, en Boca del Río.
Cuatro años atrás, el día de la libertad de expresión, Miguel Ángel López Velasco (Milovela), subdirector del periódico donde trabajaba Yolanda Ordaz, recibió una cabeza con un mensaje: “Este es un regalo para los periodistas, van a rodar más cabezas y Milo lo sabe muy bien”. Hace cinco semanas, la madrugada del 20 de junio ejecutaron a Milovela en su casa, a escasos 100 metros de la comandancia de policía. También mataron a su mujer, Agustina Solana, maestra jubilada, y su hijo Misael López Solana, de 21 años y fotógrafo en el mismo medio. El gobernador de Veracruz declaró en su momento: “No es un ataque contra un gremio, sino contra la sociedad”.
Los periodistas están siendo utilizados para que la infamia se escriba con sus cadáveres. La muerte de Milovela lleva la marca del escuadrón de muerte. No lo levantaron, torturaron, degollaron, ni arrojaron a la calle su cadáver -la manera narcoclásica en que sí cayó Yolanda Ordaz-, sino que entraron a su casa de madrugada forzando la puerta, “ni se cubrieron el rostro”. Quisieron dejar marcas distintas, aunque no necesariamente hayan sido diferentes asesinos.
En Monterrey, hace unos meses, el cuerpo de un comunicador ejecutado fue cambiado de lugar por una persona armada a media investigación policiaca en el lugar del crimen. Añadieron así una coda a su mensaje: nadie tiene dónde protegerse de la violencia, ni bajo los ojos de los investigadores, ni los cadáveres.
Tras su muerte, Yolanda Ordaz fue acusada verbalmente por el Procurador de Justicia del estado de Veracruz de tener “posibles vínculos con alguna organización criminal”. Arrojó la acusación sin pruebas.
Una voz anónima en YouTube también acusa a Yolanda Ordaz. Me permito transcribirla con sus faltitas de ortografía: “todos en veracruz sabemos que esta vieja estaba metida asta el cuello con el narco!!! por eso la mataron, por amarillista, le tiraba mierda a la armada y al ejercito con sus notas en el periodico, y plantones de supuestos manifestantes en contra de las fuerzas federales. Que bien que la mataron, una escoria menos!!!”.
Las dos acusaciones contra la periodista son de todo punto alarmantes. Voy a la anónima de YouTube. La llama “vieja” -bonito adjetivo misógino-, la culpa de “tirar mierda”, y de participar en manifestaciones. ¿De cuando acá por esto se celebra una muerte? En qué planeta estamos en México.
La nota anónima está firmada por “caballeroblanko”. Pinchando en su nombre aparecen varios videos de “Vivanco”. Dos son tomas a una balacera nocturna en Veracruz el 27 de marzo de 2011, un par son clips de ceremonias de graduación en la explanada de la Secretaria de Marina veracruzana, otro es un desfile militar del 16 de septiembre y hay dos en Michoacán de operativos. No “echa mierda” en las fuerzas armadas, pero sí en los manifestantes y periodistas que a él le parecen criticones.
El mismo día que encontraron a Yolanda Ordaz, llegó el Presidente de visita a Veracruz, encabezó la ceremonia de graduación de la Heroica Escuela Naval. Ahí, el titular de la Marina, el Almirante Mariano Francisco Saynes, criticó a grupos ciudadanos de Derechos Humanos. Después, medio se retractó: “En nuestra institución nadie le es ajeno al respeto a nuestras leyes… por lo que los derechos fundamentales de los hombres no son una excepción”.
Junto al cuerpo de Yolanda Ordaz había un mensaje: “También los amigos traicionan. Atentamente, Carranza”.
Si mueren los canarios, es clara indicación de que está envenenado el aire. Es el caso del asesinato de periodistas. Envenenado está México: más de 70 periodistas asesinados desde el 2000, y hay desaparecidos; sólo en lo que va de 2011, 15. Todos estamos en peligro.
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