El pasado 6 de febrero se conmemoró el día internacional de tolerancia cero a la mutilación genital femenina
Actualmente está práctica se lleva a cabo en 23 países sin ningún sustento médico: algunos países de África, Medio Oriente, Asia y Colombia, único país en América Latina
Luz Mireya Gallo Piñeros
Madrid,
17 feb. 15. AmecoPress.- El pasado 6 de febrero se conmemoró el día
internacional de tolerancia cero a la mutilación genital femenina. La
clitoridectomía es más conocida como el procedimiento de mutilación
genital femenina, el cual consiste en la extirpación total o parcial
del clítoris o de los labios menores o mayores; en algunas ocasiones se
cose la vagina dejando un pequeño orificio para la orina y los fluidos
vaginales. Se conoce que se abre de nuevo la vagina para tener
relaciones sexuales o el parto y nuevamente se cose. Actualmente está
práctica se lleva a cabo en 23 países sin ningún sustento médico;
algunos países de África, Medio Oriente, Asía y Colombia, único país en
América Latina, practican esta barbarie.
La ablación
genital femenina se ha practicado en el mundo hace aproximadamente dos
mil años por razones patriarcales, que buscan controlar y reprimir la
vida sexual de las mujeres pero se escudan en razones religiosas,
sociológicas y culturales. Es reconocida internacionalmente como una
violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.
Denuncia del movimiento feminista
En el año 1989
un grupo de mujeres organizadas trabajaron para denunciar este hecho.
Solo 21 años después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) instó a
los estados a adoptar políticas estratégicas para eliminar la
mutilación genital femenina. Más tarde, la OMS y el Fondo de Población
de las Naciones Unidas (Unfpa) emitieron una declaración conjunta
denunciando la mutilación genital. Gracias al trabajo de las mujeres,
el día 10 de diciembre de 2012 la Asamblea General de la ONU aprueba la
resolución 67/146 que insta a celebrar cada 6 de febrero el día
internacional de tolerancia cero a la mutilación genital femenina.
En Colombia
En el año
2007, Araceli Ocampo, funcionaria pública del municipio de Pueblo Rico,
en el departamento de Risaralda, denunció la muerte de niñas embera
chamíes recién nacidas, por causa de la realización de la
clitoridectomía. Al parecer, algunas organizaciones feministas y
personal de salud conocían que la clitoridectomía era frecuente en las
comunidades chamíes de Risaralda, pero esto no había sido confirmado
por las autoridades indígenas, ni se contaba con un caso documentado en
esta materia.
A causa de
esta denuncia algunas autoridades nacionales y departamentales
comienzan a tomar medidas, pero hasta el momento son deficientes: en
ninguna de ellas se contempla un proceso, ni charlas sobre educación
sexual con personal idóneo.
Debido a que
en Colombia la ablación genital femenina sólo ha sido objeto de
investigación desde el año 2007 el tema aún se encuentra en un estado
inicial y la mayoría de la información no ha sido publicada. Por esta
razón el Semanario Voz buscó investigaciones que puedan resolver las
diferentes inquietudes respecto al tema.
Para los años
2009 y 2011 la investigadora Raquel González Henao decide realizar un
estudio antropológico con las mujeres de la comunidad embera chamí,
para entender cuáles son las razones por las cuales se practica este
hecho en los cuerpos femeninos.
La ablación como práctica cultural
Gracias al
estudio de la doctora Raquel González Henao, se pueden comprender los
significados y representaciones sociales en torno a la mutilación
genital femenina, y estudiarlos en relación con los procesos de
construcción de la identidad de la mujer.
Dentro de su
proceso de construcción como mujeres, uno de los ritos establecidos por
la cultura embera chamí es la ablación del clítoris. Esta práctica se
ha identificado en comunidades chamíes de Risaralda y se tienen
registros de que algunas otras de Caldas y Antioquia la mantuvieron en
algún momento; las chamíes dan diferentes nombres a la ablación, la
manera más frecuente de llamarla es “curación”, pero también se
utilizan otras expresiones para referirse a ella, como “el arreglo” o
“la operación”. Dichas denominaciones dan cuenta del significado que se
otorga al procedimiento, que se supone consiste en arreglar, operar o
curar un defecto en el cuerpo de las mujeres.
La idea según
la cual las mujeres de la comunidad embera chamí ejercen esta práctica,
es porque el clítoris es normal cuando tiene un tamaño pequeño, pero
cuando sobresale constituye un defecto de nacimiento, que si no se
corrige a tiempo conllevará graves consecuencias para la mujer, su
familia y su entorno social.
En ciertas
comunidades, según la creencia que se ha trasmitido por varias
generaciones, si no se realiza la ablación, el clítoris sigue creciendo
hasta parecerse a un pene o hasta alcanzar un tamaño que en el momento
del acto sexual resulta incómodo. Estas interpretaciones culturales que
tienen las mujeres de la comunidad embera son construidas con una
mirada sexista y machista que ha sido impuesta en todas las culturas de
Occidente a Oriente, a través de un concepto primitivo de la medicina.
Autonomía sexual femenina
Desde su
comienzo la medicina ha estado bajo el dominio y estudio del hombre. En
este campo se han cometido varios errores por los cuales aún sufrimos
sus consecuencia. El cuerpo de la mujer ha sido estudiado y recriminado
por la medicina en el momento en que esta lo cataloga como el cuerpo de
un hombre pero al revés. Según esa tradición, las mujeres tenían
deformidades en su aparato reproductor.
Los argumentos
que dan las mujeres emberas para la mutilación genital del clítoris
están orientados bajo dos razones: estéticas, puesto que las mujeres
consideran que si el clítoris es demasiado grande “se ve feo”; y
sociales, porque la mujer comenzaría a desear el placer sexual con
tanta frecuencia como lo hacen los hombres. Algunas mujeres embera
señalan que la niña que no es “operada” puede llegar a sentir atracción
por otras mujeres.
Estas
características enunciadas por ellas dan cuenta del rol que socialmente
se les asigna a las mujeres y que consiste, básicamente, en la
reproducción de la cultura y el cuidado de la familia.
A pesar de que
es un rito que se ha instalado en la cultura emberá y que se considera
fundamental para el desarrollo de las mujeres, el procedimiento es
totalmente secreto. A diferencia de lo que ocurre con otros ritos de
paso en los que participa toda la comunidad, de la “curación” solo se
enteran la madre, la abuela y la partera que la realiza. En algunos
casos, ni siquiera la madre participa del mismo, puesto que ocurre
cuando ésta aún se encuentra en recuperación luego del parto.
Libertad sexual
Persisten
representaciones sociales desde las cuales se limita la libertad y la
autonomía de las mujeres sobre su cuerpo, dado que la cultura continúa
delegando en otras y otros el control de la sexualidad. Las medidas que
se requieren es la construcción de nuevos referentes culturales, donde
el cuerpo y la sexualidad femenina sean comprendidos como esferas de
dominio autónomo de las mujeres.
En ese orden
de ideas, el abandono de la práctica es un reto importante, una
transformación cultural a partir de la elaboración de nuevos referentes
sobre la sexualidad femenina y de los elementos que configuran la
identidad de género de las mujeres. Éste es un paso importante en el
fortalecimiento de la autonomía de ellas, lo cual es condición
necesaria para cambiar otras situaciones de violencia que viven en sus
comunidades y frente a las cuales han levantado su voz de protesta.
Foto: Prensa rural.
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