El pasado 12 de febrero
un grupo de 70 empresarias irrumpió en el Congreso de Estados Unidos
para visibilizar ante l@s legislador@s que la industria de la marihuana
no es sólo un club de hombres y que están preparadas para triunfar en
esta pujante empresa de mil millones de dólares.
Desde que los estados de Colorado y Washington legalizaron el 6
de noviembre de 2012 el consumo de marihuana recreativa, numerosas han
sido las personas que se han integrado al lucrativo negocio que resulta
el cultivo y distribución de marihuana legal. Tan sólo Colorado ha
conseguido más de $200 millones en ingresos, desde que en enero de 2014
se legalizara su venta.
Pero ¿cuáles son los rostros de quienes se benefician del
negocio de la marihuana en Estados Unidos? Blanca y masculina
preponderantemente.
Para Jane West, cofundadora de Women Grow,
el negocio de la marihuana sigue favoreciendo a los hombres, pues pese
a que no existen estadísticas sólidas sobre éste fenómeno las mujeres
ven el desequilibrio en su trabajo diario.
"Desde luego, sabemos que no estamos en 50-50, y hay elementos
de la industria que no siempre han sido amistosas para las mujeres",
dijo Taylor West, subdirectora de la Asociación Nacional de la
Industria de Cannabis. Pero eso podría cambiar, como señaló: "Tenemos
una oportunidad aquí para darle forma en la imagen que queremos que
sea."
Ese giro en la imagen de la industria de la mariguana no sólo
debe centrarse en integrar más mujeres sino que se voltee a ver a
grupos marginalizados como las negras y las latinoamericanas que
durante mucho tiempo se han enfrentado a fuertes penas de cárcel por
los casos de posesión y venta de marihuana y que hoy en día siguen
viviendo encarcelamiento y estigma social.
Basta con mirar a los arrestos en Colorado como un ejemplo.
Entre 1986 y 2010, más de 210.000 personas fueron arrestadas por
posesión de marihuana, según un informe de Marijuana Arrest Research
Project, y todavía siguen tras las rejas.
En el caso de Latinoamérica la población más castigada y
vulnerable en el mundo de la comercialización de enervantes, en este
caso la mariguana, son las mujeres quienes suelen participan en los
eslabones más bajos de la cadena de producción y distribución.
El papel de muchas mujeres es como cultivadoras, recolectoras,
vendedoras al menudeo, correos humanos (mulas o burreras) e
introductoras de drogas a centros de reclusión, fungiendo la mayoría de
las veces como mano de obra fácilmente reemplazable en las redes
criminales transnacionales y viviendo la doble estigmatización de ser
encarceladas por delitos de drogas, al ser rechazadas por su comunidad
por dejar de cumplir con su papel tradicional de cuidadoras.
De acuerdo con el reporte de 2014 Mujeres y drogas en las Américas. Un diagnóstico de política en construcción,
de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), perteneciente a la
Organización de Estados Americanos (OEA), ha aumentado el número de
mujeres condenadas por narcotráfico, ya que del total de 549 mil 577
personas privadas de la libertad en el continente por este motivo, 30
mil 39 son mujeres (6.6 % del total).
Mientras tanto los hombres blancos están por construir grandes
empresas de marihuana, después de que por décadas personas de los
sectores más empobrecidos como son l@s negr@s y l@s latinoamericanos
reciben penas de prisión por la venta de marihuana, viendo a sus
familias y futuros destruidos. Que paradoja que sea ahora que los
hombres blancos están planeando hacerse ricos con la misma industria
que llevó a muchos hombres y mujeres a la cárcel a partir de diversas
políticas antidrogas.
En un truculento giro pareciese que la mariguana legalizada
sólo va a llenar los bolsillos de aquellos que se han beneficiado de
poner a l@s más marginalizados tras las rejas.
¿Las empresarias de la marihuana como lo son las integrantes
de Women Grow, que ampliamente son blancas, voltearán a ver a sus
hermanas más marginalizadas?
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