Mujeres y salud mental
"Los
encuentros con las amigas para las mujeres se convierten en
conversaciones catárticas (casi terapéuticas) porque nos ayudan a
procesar y canalizar lo emocional: somos escuchadas, comprendidas y
apoyadas"
México,
DF., 13 feb. 15. AmecoPress/Cimacnoticias.- “La amistad es el más
perfecto de los sentimientos, pues es el más libre, el más puro y el
más profundo”. Lacordaire.
Dentro
de unos días se celebra el muy instaurado y comercial “Día del Amor y
la Amistad”. Me gustaría contribuir a quitarle la parte comercial a
este día invitando a las y los lectores de esta columna a reflexionar
sobre el concepto de amistad y la forma en que la vivimos mujeres y
hombres.
La amistad es
el vínculo más universal que existe, la establecemos todas las personas
por diferentes que seamos: cultura, edad, condición social, raza,
ideología y orientación sexual y afectiva.
A diferencia del vínculo amoroso de pareja, es una unión que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida.
Las relaciones
de amistad tienen su origen en dos de las necesidades básicas, la de
amor y la de pertenencia, estableciéndose en diferentes contextos y
situaciones, como por ejemplo: donde vivimos, estudiamos, trabajamos,
en reuniones y fiestas, a veces hasta en el café al que vamos con
frecuencia, a través de otras amistades, y actualmente incluso por las
redes sociales.
Existe amistad
entre niñas y niñas, niñas y niños, en las y los adolescentes, las
personas adultas y las y los adultos mayores. Se establece entre
mujeres y hombres, sólo entre mujeres, sólo entre hombres, e incluso se
habla de la existencia de la amistad entre seres humanos y animales, de
ahí el dicho de que “el perro es el mejor amigo del ser humano”.
Un ejemplo de
que la amistad traspasa edades, razas y posiciones sociales nos lo
muestra la cinta “El chofer y la señora Daisy”, que nos enseña cómo se
va construyendo un profundo nexo entre personas de diferente raza,
religión, edad, posición socio económica y diferente sexo.
La amistad
tiene por sí misma la capacidad de borrar las diferencias de raza,
cultura, edad, creencia, orientación sexual y afectiva, incluso puede
estar presente en otro tipo de vínculos como los paterno y materno
filiales o los de pareja, aunque podríamos decir que es tan autónoma
que no depende de ninguno de ellos para establecerse, sin embargo, sí
complementa y enriquece otro tipo de relaciones.
Maravillosamente
es la más gratuita y libre de todas las relaciones que somos capaces de
establecer, es una elección no fundamentada en vínculos familiares o de
vecindad, se establece a partir de afinidades o diferencias que se
complementan.
Aristóteles
decía de la amistad que “se constituye como una de las necesidades más
apremiantes de la vida y que es un bien del que nadie se quiere ver
desprovisto, aunque se poseyeran el resto de los demás bienes”.
La amistad es
una relación que se basa en la afectividad, la libre elección y la
reciprocidad en valores como: la incondicionalidad, la lealtad, la
solidaridad, el amor, la sinceridad, el respeto, el compromiso, la
sororidad, el cuidado, la diversión y el buen trato.
La palabra
amistad proviene del latín “amicitia”, y ésta a su vez viene de
“amicus” que se traduce como “amigo”, mientras que “amicus” proviene de
“amare” que significa “amar”, por lo que existen diferentes niveles de
profundidad y compenetración en las amistades.
Existen desde
aquellas amistades con quienes tenemos relaciones lejanas, hasta
aquellas con quienes la relación es tan profunda y estrecha que les
consideramos nuestras mejores amigas o nuestros mejores amigos y más
profundo aún, nuestras hermanas y/o hermanos por elección.
Desde la
infancia comenzamos a sentir los afectos de la amistad, es también en
la edad temprana cuando se van diferenciando mujeres y hombres en la
manera de vivirla.
Diversos
estudios nos muestran que los hombres se relacionan con sus congéneres
por algo en común como el trabajo, un deporte o alguna afición;
mientras que las mujeres cuando estamos rodeadas de nuestras amistades
tendemos a abrimos más en lo personal.
Una de las
grandes diferencias de género en el vínculo de la amistad reside en los
temas de conversación y en la profundidad de los mismos.
Para la
mayoría de los hombres es hasta que pasan por una situación
extraordinaria que se permiten hablar íntimamente con un amigo o una
amiga, por el contrario, una mujer ve como algo extraño no compartir
con su mejor amiga algo trascendental de su vida.
Las mujeres buscamos en la otra una identificación, un espejo profundo tanto para encontrarnos y complementarnos.
También
tendemos a sentir más la ausencia de nuestras amigas y es algo que nos
pesa, cuando para un hombre es menos importante que un amigo lo llame
todo el tiempo, sin embargo, en algunos casos el día que se necesitan,
están sin condiciones y en forma inmediata.
Los encuentros
con las amigas para las mujeres se convierten en conversaciones
catárticas (casi terapéuticas) porque nos ayudan a procesar y canalizar
lo emocional: somos escuchadas, comprendidas y apoyadas.
Los hombres
establecen relaciones a partir de las actividades compartidas y de
alguna manera saben que siempre su amigo está presente, aunque la
cultura como también sus personalidades hacen que no lo expresen
físicamente, mientras que las mujeres tendemos más a darnos un beso, a
abrazarnos y a sostener la mano de otra mujer.
A la hora de
demostrar los afectos, es visible la diferencia de unos y otras,
resultado del aprendizaje social de los roles asignados a cada género.
En los
resultados de un estudio realizado durante más de 50 años en la
Universidad de California en Los Ángeles, y que hace poco recorrió por
un tiempo internet, se llegó a la conclusión de que la amistad entre
mujeres cura.
Después de
repetidos estudios se demostró que los lazos emocionales existentes
entre las mujeres que son amigas verdaderas y leales, contribuyen a la
reducción de riesgos de enfermedades ligadas a la presión arterial y
colesterol.
Esta respuesta
se debe a que la hormona oxitocina(**) es liberada como parte de la
reacción de las mujeres frente al estrés, por lo que buscan agruparse
con otras mujeres; cuando esto sucede se produce una cantidad mayor de
oxitocina que reduce el estrés más agudo y provoca un efecto calmante.
La razón por
la que estas reacciones no aparecen entre los hombres es porque la
testosterona que ellos producen en altas cantidades tiende a
neutralizar los efectos de la oxitocina; mientras que los estrógenos
femeninos aumentan la producción de esta hormona.
Como podemos
darnos cuenta, existen diferencias interesantes y significativas en la
forma en que vivimos la amistad mujeres y hombres, sin embargo la
realidad es que la amistad en los seres humanos es un regalo muy
importante de la vida, un regalo al que hay que cultivar, cuidar y
respetar.
Un regalo que
nos permite construir relaciones tan importantes y sinceras que llegan
a convertirse en muy significativas, tanto así que llegamos a
considerar a muchas de ellas como hermanas…
Aprovecho este
espacio para dar las gracias de todo corazón a cada una de mis amigas y
hermanas por elección, que se han cruzado en mi camino a lo largo de mi
vida, llenándome de momentos gratos, enriquecedores, de gran
aprendizaje, sororidad, reflexión y amor.
Cada una de
ustedes sabe quién es… y en qué momento me han acompañado contribuyendo
con su “oxitocina” a que produzca mi propia “oxitocina” y mi vida sea
más plena, feliz y sana.
*Psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género y directora del Centro de Salud Mental y Género.
**Oxitocina es
una hormona producida por los núcleos supraópticos y paraventriculares
del hipotálamo, también es conocida como la “hormona del amor” o “la
molécula afrodisíaca”. (Wikipedia en español)
Foto: Begoña González
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