Miércoles, 18 de febrero, convocada por organizaciones de los cinco continentes
Redacción
Madrid, 17 febrero. 15. AmecoPress. El
18 de febrero se celebra la Jornada mundial de solidaridad con las
mujeres saharauis, convocada por las organizaciones de mujeres de los
cinco continentes integradas en la denominada Marcha Mundial de las
Mujeres (MMM).
La
convocatoria de esta Jornada, que tiene carácter permanente, surge del
debate iniciado en el IX Encuentro Internacional de MMM, en 2013, y se
aprueba en el II Encuentro Regional Africano de la MMM, celebrado en
Johannesburgo (Sudáfrica) el pasado noviembre, donde participó de
manera activa la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS), la
organización referente en el seno tanto de la República Árabe Saharaui
Democrática (RASD) como del Frente Polisario.
La jornada
centra su apoyo en las demandas fundamentales del pueblo saharaui: el
reconocimiento del derecho de autodeterminación y de la RASD, la
convocatoria del referéndum, la liberación de presos y presas, el fin
del saqueo de los recursos naturales del Sahara Occidental.
Convocatorias ante representaciones diplomáticas de Marruecos (y
también de España), cartas a Naciones Unidas, mensajes de solidaridad a
la UNMS. Nada sobre cuestiones relacionadas con los derechos de
igualdad o derechos de las mujeres (salvo de las presas). El apoyo a la
causa saharaui genera este tipo de contradicciones. Lo primero es la
autodeterminación. Lo prioritario es la RASD. Luego viene todo lo
demás.
La situación
de las mujeres en la Hamada de Tindouf, los territorios desérticos
cedidos por Argelia para el refugio de la población saharaui que se
exiliaba de los territorios ocupados por Marruecos desde hace cuarenta
años, ha pasado por varias etapas, todas críticas, siempre bajo la
cobertura de la UNMS, creada en 1974 al amparo del Frente POLISARIO
para “concienciar y visibilizar la presencia de las mujeres en la
sociedad saharaui”.
En un primer
momento, con la esperanza de temporalidad y en una situación de guerra,
las mujeres eran las organizadoras de la sociedad. Y las maestras, las
doctoras, la referencia. Estudiaban en Cuba, en Argelia, prácticamente
ninguna en España, que abandonó, como ya sabemos, a la población de su
colonia sin preocuparse en estas cuatro décadas del devenir de sus
gentes.
La vuelta de
los hombres a la Hamada, la construcción del Muro de la Vergüenza
marroquí, la negativa mundial a reconocer a la RASD y el aislamiento
fueron configurando una nueva realidad para las mujeres saharauis, que
han ido articulando país y generando necesidades como si el refugio
fuera el puerto de llegada. Y afrontar los problemas reales,
acrecentados por la escasa capacidad económica, de recursos, de
independencia.
La UNMS
organiza a las mujeres y la vida en los Campamentos de Refugiados,
desde cursos de capacitación a la búsqueda de nuevos modos de vida a
través de la creación de pequeños negocios, la implementación de
programas sanitarios o las Casas de la Mujer, hasta las necesidades de
las mujeres en la diáspora y la denuncia de la situación de las mujeres
saharauis en los territorios ocupados y las presas. La participación
política es uno de los escollos más complicados, como todas las mujeres
en todos los países: el gobierno actual de la RASD, con 29 miembros,
sólo cuenta con cuatro mujeres, y con carteras absolutamente
feminizadas: Educación; Cultura; Formación Profesional, Función
Pública, Empleo; Asistencia Social y Promoción de la Mujer.
Posiblemente
la lucha más silenciosa de las mujeres saharauis es la del
mantenimiento de las creencias religiosas en el ámbito privado, tras
años de presión islamista primero desde Argelia, luego Malí y ahora
desde los distintos grupos que van sembrando de terror el Sahel. La
aconfesionalidad de la RASD es fundamental para la construcción de una
sociedad democrática donde mujeres y hombres sean iguales, en derechos,
en acceso a los bienes y a los recursos. Y libres.
Foto: Archivo AmecoPress, cedidas por la Unión De Mujeres Saharauis
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