En Turquía, el brutal asesinato de Özgecan Aslan, joven estudiante de psicología de 20 años de edad, impulsó la movilización social –incluso a nivel internacional– para exigir un alto a la violencia contra las mujeres, que en este país tiene múltiples formas y se agrava ante la falta de un sistema de protección adecuado.
El pasado 11 de febrero, Özgecan volvía de la universidad a su casa en un “minibús” (transporte utilizado en el país islámico) y se quedó como la última pasajera.
El chofer del transporte se desvió del camino e intentó agredir sexualmente a la joven. En un primer momento ella se defendió con gas lacrimógeno, pero él la acuchilló y apaleó, según diversos reportes de la prensa internacional.
En complicidad con su padre y un amigo, el agresor amputó las manos de la joven para intentar perder sus huellas dactilares, quemó los restos y los arrojó a un río. El cadáver fue localizado el pasado sábado 14 de febrero.
Los agresores fueron detenidos un día después (gracias al testimonio de una testigo que vio a la joven por última vez con vida), y confesaron el asesinato.
En consecuencia, cientos de personas salieron a las calles de las principales ciudades de Turquía, como Estambul o Ankara –la capital–, para realizar protestas masivas y condenar el asesinato de Özgecan Aslan, y advertir que el homicidio no es un hecho aislado.
De acuerdo con el medio digital Bianet, en 2014 se registraron 281 asesinatos de mujeres turcas con características misóginas.
Feministas y organizaciones de mujeres han señalado que en Turquía –nación enclavada entre Europa y Asia– la violencia contra las mujeres es una problemática diaria debido a que el gobierno islámico ha impulsado “políticas de dominación masculina”, y en reiteradas ocasiones ha asegurado que no cree en la igualdad entre mujeres y hombres.
Cabe recordar que el actual presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante la Conferencia sobre Mujeres y Justicia en Estambul dijo que “no se puede poner a mujeres y hombres en los mismos puestos, esto no es natural porque su naturaleza es diferente, nuestra religión (el islam) define el lugar de la mujer: la maternidad”. Además Erdogan ha pedido a las mujeres no usar minifalda, perfume o reír en público.
En redes sociales se invitó a la población a condenar el asesinato y se inició una campaña para que las mujeres turcas víctimas de violencia denuncien las agresiones en el hogar.
Al repudio de los hechos se sumaron ONU-Mujeres y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Ambas instancias emitieron un pronunciamiento condenando el brutal asesinato.
ONU-Mujeres y el UNFPA llamaron a las autoridades turcas a ser congruentes y aplicar debidamente el Convenio del Consejo de Europa sobre Prevención y Lucha contra la Violencia contra la Mujer y la Violencia Doméstica (mejor conocido como Convenio de Estambul), que Turquía ratificó en 2012.
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.-
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