Se puede hacer lo que sea con el cuerpo de las mujeres, incluso asesinarlas”
Asegurar que todas las mujeres que se dedican al “trabajo sexual”
eligieron este oficio libremente y decir que quienes sostienen lo
contrario “discriminan y son moralistas” borra toda la complejidad que
encierra una actividad donde las mujeres que entran a una habitación no
saben si ese día será el último de su vida.
Esa es la opinión de la antropóloga social y directora de la Consultora
para la Investigación, Formación e Incidencia Política (CIFIP), Verónica
Caporal Pérez, quien desde 2007 ha realizado investigaciones de campo
sobre la trata con fines de explotación sexual en México.
Para la perita en antropología social, las propuestas en la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y en la Asamblea Constituyente
-que aprobará la Constitución Política de la Ciudad de México- para
reconocer el “trabajo sexual” como un trabajo no asalariado, es crear un
marco jurídico para proteger la explotación sexual.
En opinión de la coautora del “Diagnóstico del ciclo vital de mujeres en
situación de prostitución y su relación con el proxenetismo”, reconocer
el “trabajo sexual” tiene dos implicaciones fundamentales: primero
generalizar que todas las mujeres en “contextos de prostitución” están
en la misma situación y que eligieron libremente esa actividad.
Otra consecuencia de considerar que esta actividad es un trabajo no
asalariado –dice la investigadora– es reconocer que el Estado se exime
de las obligaciones que tiene de proveer derechos laborales a sus
trabajadoras y trabajadores, de contratar personas y ofrecerles
antigüedad y servicios de salud, vivienda y derechos laborales en
general.
TRABAJO O EXPLOTACIÓN
Entre octubre y noviembre el diputado perredista Víctor Hugo Romo
organizó cuatro mesas para discutir cuáles son las estrategias para
visibilizar este trabajo ya que en la ALDF existen dos propuestas de
reforma a la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal para que la
prostitución no sea una falta administrativa.
En estas audiencias públicas grupos a favor de reglamentar esta
actividad señalaron que no es lo mismo “trabajo sexual” que trata de
personas y aseguraron que es fácil distinguir entre la persona que es
víctima y aquella que ofrece servicios sexuales de manera autónoma,
libre y sin coerción.
Sin embargo, de acuerdo con Caporal Pérez, está distinción no es fácil
porque el modus operandi de la delincuencia organizada que se dedica a
explotar a las mujeres es el “enganche” y el sometimiento a partir de la
vinculación sexo-afectiva y erótica, es decir, a partir del discurso
del amor romántico para que no se sientan víctimas.
Investigaciones como el libro “Trata de personas. Padrotes, iniciación y
modus operandi” de Oscar Montiel Torres, documentan que los padrotes
“enganchan” a las mujeres con la idea del amor y del progreso, así les
piden que se prostituyan para garantizar su bienestar, mantener a los
hijos o tener una casa.
“Se mete un discurso económico, neoliberal del progreso. Si tú haces tal
cosa, si atiendes a tantos clientes, si soportas esa dinámica de estar
en el comercio sexual, vamos a salir, nos vamos a casar”, y todo el
tiempo son convencidas de que ejercer esta actividad es un acto de amor
hacia la pareja o de protección a los hijos.
ECONOMÍA INFORMAL
En el área laboral la tendencia es fomentar la economía informal. Es por
eso que un argumento para reconocer el “sexo servicio” como un oficio,
es que las trabajadoras puedan ser consideradas igual que los vendedoras
ambulantes, los boleros, los cuidadores de autos y no sean
discriminadas ni violentadas.
Sin embargo para Caporal Pérez, no es lo mismo dedicarse a bolear
zapatos que entrar a un cuarto sin saber con quién estarás y pensar que
puede ser el último día de tu vida, como lo dicen los testimonios que ha
recopilado en sus investigaciones porque –aunque halla mujeres que
escogen a sus clientes– no todas tienen libertad de elegir.
Con estos argumentos la antropóloga afirma que reconocer el “trabajo
sexual” en la Constitución capitalina es generar un ambiente para que
aquellas personas que se dedican a la explotación lo hagan con un marco
jurídico porque desde su experiencia, no es fácil reconocer quién es
víctima y quién no lo es.
Asimismo es escéptica sobre la idea de que reconocer este trabajo
generaría más denuncias de trata porque actualmente este delito se
relaciona con la delincuencia organizada y por tanto no es fácil
denunciar porque quién señale es perseguido y hasta asesinado.
La legalización de la “prostitución”, afirma, tampoco borrará la idea de
que los espacios donde se ejerce el “comercio sexual”, desde calles,
cantinas, centros botaneros, spas, casas de cita hasta table dance, se
puede hacer lo que sea con el cuerpo de las mujeres, incluso
asesinarlas.
CIMACFoto: Anayeli García Martínez
Por: Anayeli García Martínez
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario