El
ataque contra las mujeres defensoras de la Tierra que se oponen a las
Multinacionales amparadas por los Estados y Gobiernos es una estrategia
Capitalista y Patriarcal para el control territorial…. Atacando a las
mujeres se ataca la estabilidad de los pueblos y comunidades…
Cuando
se violenta a las mujeres se lo hace con objetivos materiales, el
primero dañar sus cuerpos, quitarlas de en medio para que no sigan
afectando variados intereses patriarcales como rebajar la hombría
masculina del agresor individual o amenazar la estabilidad financiera de
depredadores colectivos y territoriales (hombres enriquecidos y con
poder económico).
El Feminicidio es un crimen contra la existencia
de las mujeres. Se comete por medio de prácticas de sexo-género,
racistas y clasistas que se ensañan con la condición y situación
concreta de las mujeres. Hay asimetría entre las posiciones de las
víctimas y los agresores, siempre, comenzando por el hecho de que
vivimos en una sociedad patriarcal.
Cuando se nos amenaza a las
mujeres -por lo que sea- se apela a nuestros cuerpos, sexualidades,
maternidades, y eso se combina con elementos sociales de identidad,
culturales y territoriales. Se nos insulta en la lógica masculina
racista diciéndonos: puta, amargada, maricona, vieja, fea, indecente, bruja, india, hipi, ridícula, loca…
etc. O en una lógica diplomáticamente hipócrita se nos recuerda que
debemos ser “prudentes” “por nuestros hijos”, y un largo etcétera.
Cuando
finalmente se lleva a la práctica estas amenazas, se aprovecha las
condiciones personales, íntimas, domésticas de la víctima. Se abusa
sexualmente a mujeres perseguidas, se ataca directamente a defensoras de
territorios provocándoles abortos, se amenaza a sus hijas de violación,
se acosa a sus hijos, y se aprovecha por ejemplo, el momento en que la
víctima está cuidando a su guagua porque en ese instante estará más
impedida de recurrir a la autodefensa, como en el caso de Macarena
Valdés Muñoz[2].
El
crimen feminicida es un acto de Poder que puede ser individual o
colectivo; no es un crimen eventual, aislado o pasional. Surge de la
Dominación clasista, territorial y de heterosexualidad obligatoria.
El
Patriarcado ve como normal que los hombres luchen. Se enfrenta a ellos y
los mata cuando éstos toman causas y luchas antisistémicas y, a la
larga, incluso puede reconocerlos como “enemigos dignos” en las guerras
masculinas acostumbradas. Pero cuando se trata de mujeres defendiendo
causas y explicitándolo, la reacción patriarcal es “de Género”, o sea:
específica, violenta, cruenta y con una perversidad inusitadamente
machista.
Y es que, los agresores feminicidas de mujeres
defensoras de la Tierra, el Territorio y las Aguas, pueden imaginar en
su precaria y concreta ideología por ejemplo, que matar a una mujer será
“más fácil” y “más invisible” que asesinar a un hombre, el que será
rápidamente defendido como “dirigente”, y al que sus compañeros –hombres
y mujeres-, asumirán de inmediato como “luchador”.
Violencia Política Sexual
Dentro del contexto de Violencia Estructural contra las Mujeres, la Violencia Política Sexual
es una forma de venganza específica que usan los agresores y el Estado
como un agresor organizado y armado para aniquilar a las mujeres que se
rebelan[3].
La Violencia Política Sexual no son solamente acciones concretas de
tortura en que se viola sexualmente a mujeres perseguidas y apresadas
por sus ideas. Ahí no se agota la Violencia Política Sexual, puede ni
siquiera haber contacto físico e igualmente nos están violentando con
insultos y desprestigio.
El Patriarcado de Supremacía Masculina
nos violenta porque somos una amenaza real a todos sus intereses
estructurales. A los económicos y territoriales –Capitalistas-, y a los
sociales y culturales que instituyen que las acciones insurgentes son de los hombres, propiedad masculina, muestras de poder “de hombres bien hombres”.
La
Dictadura de Pinochet y la Derecha imperialista, ejerció Violencia
Política Sexual contra niñas, jóvenes y adultas que resistíamos a su
régimen político porque éramos revolucionarias y antidictatoriales, y
por ser mujeres que no aceptábamos las reglas machistas y reaccionarias
de la burguesía dominante.
En los primeros días del Golpe, un
pantalón o una minifalda eran una ofensa a los “valientes soldados” que
habían tomado la supremacía gobernante del país. Nos rompían las
bastillas de la falda y el vestido, y nos cortaban los pantalones con
tijeras; todo violentamente, amedrentándonos en las calles, porque “las
mujeres no usan pantalones” y “las minifaldas son de putas, no de
mujeres decentes”.
En los años que vinieron ser dirigentas de
organizaciones estudiantiles u otras, y hacer discursos públicos, nos
valieron persecuciones en las que específicamente usaron el machismo
para amedrentarnos. En todo el periodo de resistencia a Pinochet, muchas
mujeres que adhirieron a movimientos insurgentes fueron encarceladas,
torturadas sexualmente y masacradas.
Feminicidio Capitalista y Racista
El
ataque contra las mujeres defensoras de la Tierra y contra las mujeres
de los pueblos y comunidades en general, que se oponen a los
Megaproyectos de Multinacionales amparadas por los Estados y Gobiernos,
es una estrategia Capitalista -por ende Patriarcal- para ejercer control
territorial.
En la lógica Patriarcal de heterosexualidad
obligatoria, la reproducción social incluye (al menos) el proceso de la
alimentación, de la conservación de la salud, de la formación ética y
moral, de la energía emocional que contiene a los hombres y a sus
herederos -trabajo doméstico y energético no remunerado-, y todas ellas
serían “funciones femeninas”. Las mujeres como colectividad,
efectivamente -resistiéndonos o no-, nos dedicamos a la reproducción
social y también al trabajo de producción en los campos y ciudades. La
siembra, la cosecha, la conservación de los alimentos son experiencias
de las mujeres que sostienen la estabilidad cotidiana y trascendente de
los grupos humanos. Atacando a las mujeres se ataca la estabilidad de
los pueblos y comunidades.
A lo largo de la Historia
occidental-colonial, los ciclos de explotación económica se han
relacionado íntimamente con los ciclos de Violencia contra de las
Mujeres. Uno de los primeros Genocidios de mujeres –conocidos- es la
Caza de Brujas medieval en Europa que al mismo tiempo se replicaba en
los territorios invadidos que habitamos.
A la vez que el
Desarrollo de Europa se sostenía sobre la explotación de las colonias,
surgía el Capitalismo transformando el Trabajo Humano en Producción, y
el Apego de las mujeres a niñas y niños, en Reproducción Social.
El “Maleficum Maleficarum”, Manual de los inquisidores, decía que por 100 brujas había 1 brujo, ya que las mujeres seríamos lascivas y perversas por naturaleza.
Y el Pecado de “Salamanca” era definido por la “Santa Inquisición” en
los territorios de Abya Yala, como la brujería colectiva de indias,
negras y mestizas profiriendo hechizos.
Las brujas europeas,
mujeres pobres en general –no “damas”-, y las brujas de acá, eran
diversas; podían ser tribadas, mujeres que efectuaban frotamientos
sexual-amorosos entre ellas, podían ser mujeres que no creían en el Dios
masculino de la Iglesia ni en el Dios blanco del colonizador; mujeres
que no querían producir riqueza para los invasores o para los señores
feudales, mujeres que muchas veces se negaron a parir más esclavos, y
mujeres que creían en el espíritu de todo lo viviente, guardianas de los
ríos y lagos donde, en creencia ancestral, habitan espíritus femeninos.
Fueron cerca de 60 mil las mujeres asesinadas sólo en Europa en este
Genocidio patriarcal. Las “indias”, “negras”, “mestizas” –nuestras
ancestras- no han sido contabilizadas como un crimen específico del
Colonialismo.
Está pasando
“¡Despertemos,
despertemos humanidad!, ya no hay tiempo, nuestras conciencias serán
sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción,
basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”. Esta
es una frase de Berta Cáceres Flores, defensora lenca del Río
Gualcarque, de 45 años, que sus tres hijas, su hijo y su madre,
recuerdan en un Comunicado Público tras su crimen en Honduras en Marzo
2016[4].
El crimen contra BETY CARIÑO[5], feminista que resistía contra las multinacionales mineras en su territorio, asesinada por paramilitares en Oaxaca, en abril 2010 dio una voz de alarma. En 2002, en Kauñiku en el Alto Bio Bio, Walmapu, en proceso de recuperación de territorio, había sido asesinada AGUSTINA HUENUPE PAVIÁN,
dirigente pewenche cuando 90 hombres atacaron a su comunidad de 20
personas, asesinaron a su hermano, José Mauricio y mataron a Agustina
ensañándose con su cuerpo: la defecaron y le cercenaron los senos[6] (y no dijimos nada). Vino la desaparición forzada de SANDRA CUELLAR en 2011,
defensora de los derechos laborales y ambientales frente a la expansión
del cultivo de palma aceitera y de caña, una de las 50 defensoras y
defensores del medio ambiente asesinados en Colombia en los últimos 12
años. Luego, en diciembre 2013 NICOLASA QUITREMÁN CALPÁN,
férrea opositora -junto a su hermana Berta-, al proyecto de la Central
Ralco en el Alto Bío Bío, Walmpau, que gritó que “Ni muerta la sacarían
de sus tierras”, apareció flotando en las aguas del lago artificial de la misma central. MARGARITA MURILLO, otra feminista, campesina y defensora de los DDHH, fue asesinada por varios hombres que le dispararon en agosto de 2014 cuando cultivaba la tierra en la aldea El Planón, Villanueva, Honduras[7]. LESBIA JANETH, activista de la misma organización que Berta Cáceres, Copinh, fue asesinada en Julio 2016; su cuerpo apuñalado fue hallado cerca de un vertedero de basura en la Región de La Paz, Honduras. MACARENA VALDÉS MUÑOZ, activista por la defensa de la Salud contra un proyecto hidroeléctrico apareció muerta hace dos meses, en agosto 2016, en Tranguil, Liquiñe, Walmapu.
Por
todo el territorio, mujeres de comunidades, de organizaciones, de
pueblos ancestrales que resisten al Patriarcado colonial y Defienden la
Tierra, el Territorio y las Aguas, están siendo perseguidas y hasta
asesinadas. El Capitalismo ha colocado su mira en las mujeres para
usarlas en sus campañas de buenas prácticas y si se resisten a ser integradas,
las persiguen. La relación entre violencia sexual, dominio territorial y
explotación de recursos naturales es estrecha pues la insurgencia como
la resistencia cotidiana de las mujeres es amenazante para el Sistema.
X victoria aldunate, lesbofeminista, escritora, terapeuta[1]
[1]
“Cuerpo de Mujer: Riesgo de Muerte”, Victoria Aldunate Morales,
Compilación de artículos y textos, 276 páginas, Ediciones Sarri-Sarri
Distro & Records, www.sarrisarri.org, Santiago, Noviembre 2012. http://www.bibliotecafragmentada.org/wp-content/uploads/2015/07/Cuerpo-de-Mujer-riesgo-de-muerte.-pdf.pdf
[2]
http://www.eldesconcierto.cl/santiago-no-es-chile/2016/10/20/el-feminicidio-empresarial-de-la-activista-macarena-valdes-munoz-en-liquine/
[3] http://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/manifiesto-por-la-defensa-de
[4] Página del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas (Copinh) fundado por Berta Cáceres Flores. https://copinh.org/article/comunicado-de-las-hijas-y-hijo-y-madre-de-berta-ca/
[5] https://www.centrodemedioslibres.org/2016/04/09/30-abr-y-1-may-homenaje-a-bety-carino/
[6] https://unidadmpt.wordpress.com/2013/02/06/asesinato-de-agustina-y-mauricio-huenupe-pavian-anos-de-completa-impunidad/
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